El histórico Oratorio de Birmingham, donde encontrara solaz San Juan Enrique Newman tras su conversión, expresa su “tristeza y angustia” por la orden de su obispo de negar la comunión en la boca.
“Los Padres se ven obligados a comunicaros con gran angustia que Su Ilustrísima el Arzobispo de Birmingham nos ha prohibido distribuir la Sagrada Comunión en la lengua, por ahora”, se lee en la página online de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, bajo el titular “Tristeza y Angustia”.
“Los Padres acatarán esta instrucción en el tiempo presente”, continúa la nota. “Los Padres reza y esperan que esta instrucción se rescinda lo antes posible”.
La prohibición decidida por el arzobispo, Bernard Longley, está en línea con la reacción de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, de las más extremas en sus medidas precautorias contra el contagio de coronavirus, en parte en obediencia a los decretos del Gobierno británico, y recuerda a la ofensiva en el mismo sentido emprendida por el obispo argentino Taussig que ha culminado con el cierre del seminario de su diócesis, San Rafael.
No son pocos los expertos que han revelado estudios en el sentido de que comulgar en la lengua no entraña mayor riesgo de contagio que hacerlo en la mano, mientras que los canonistas recuerdan que la Iglesia Católica estipula claramente en Redemptionis Sacramentum que un católico “siempre tiene derecho a recibir la Sagrada Comunión en la lengua”, un derecho que no puede abrogar ningún obispo.
Esto lleva a muchos a pensar que algunos sectores eclesiales están aprovechando la pandemia -el miedo al contagio tanto como las disposiciones públicas- para acabar con una forma de recepción de la Sagrada Eucaristía que es la más adecuada, a juicio de la propia Iglesia, pero que consideran desfasada y asociada a formas litúrgica “preconciliares”.
Con información de InfoVaticana/Marcos Oliver