Aplicar un confinamiento carcelario a toda una población para que no se enferme ni muera de gripe y por otro lado liberar ilegalmente el acceso al aborto como “actividad esencial sanitaria” muestra a las claras el grado de esquizofrenia moral y política que sufren el gobierno argentino y los provinciales. El aborto oficialista ilegal ha matado más personas que el Covid-19.
La imaginación al poder fue una de las consignas que se hicieron famosas en la famosa revuelta del Mayo Francés en 1968, la masiva rebelión impulsada por jóvenes y grupos de izquierda contra el gobierno del presidente Charles de Gaulle que lo llevó a dimitir unos días después.
Posteriormente, esa consigna fue utilizada en varias partes del mundo por los movimientos de izquierda, como uno de los lemas inspiradores en su “lucha” contra el capitalismo, ante el que la mayoría de esas expresiones contestatarias terminaron rindiéndose.
Como se hace cada vez más evidente, esas expresiones políticas de izquierda y extrema izquierda han terminado haciendo una simbiosis con el capitalismo al que supuestamente repudiaban, y desde el hoy llamado progresismo levantan consignas y lemas en una guerra cultural contra los valores espirituales, morales y políticos en los que los pueblos han fundamentado su vida comunitaria. Guerra cultural que para el Imperialismo Financiero Internacional es esencial para dinamitar el espíritu de los pueblos que pretende sojuzgar.
El aborto como derecho de la mujer para matar a su propio hijo es una de esas banderas que hoy flamean en el horizonte de la plutocracia financiera internacional y en el de los movimientos feministas infectados de “progresismo”. En continuidad histórica ininterrumpida, el espíritu abortista y genocida de John Davison Rockefeller III –“padre” de la legalización del aborto- marcha de la mano en comunión absoluta con el feminismo antipatriarcal y antifamilia de una Simone de Beauvoir, Simone Veil, Judith Butler, Cecile Richards, Hillary Clinton, etc.
Esta misma “comunión cultural” oligarca-progresista se ha puesto en evidencia en estos últimos meses en Argentina, en la que la socialdemocracia que impregna las filas de la alianza política que hoy “gobierna” en Argentina promueve e impone de facto el asesinato prenatal ilegal en los hospitales públicos nacionales y provinciales, en una política idéntica que ejecuta el gobierno “liberal” de la ciudad de Buenos Aires.
Durante los más de cuatro meses de confinamiento de la población argentina, los gobiernos de ambos signos políticos han insistido hasta el cansancio que su objetivo era “cuidar la vida de los argentinos”, que “muriera la menor cantidad posible de personas”, que había que permanecer encerrados en casa “para cuidarse” y así “cuidar a los otros”, que entre la economía y la vida “se prefería cuidar la vida”, que hay que “mantener una distancia social de 2 metros” en todos los desplazamientos, que “hay que evitar las reuniones sociales y familiares” para no contagiar, etc.
Pero esos mismos gobiernos tan preocupados por “salvar” vidas promueven el asesinato ilegal de miles de niños por nacer, basados en un protocolo administrativo sin ningún sustento legal ni jurídico, un cacareado Protocolo aplicado desde el año 2015 sin ninguna firma que lo rubricara hasta fines del año pasado.
Desde el 3 de marzo al día de hoy, 1 de agosto, el total de infectados por el coronavirus en todo el país asciende a 196.543 y las víctimas fatales suman 3.596.
Pero sólo en la ciudad de Buenos Aires, en el año 2019, los bebés asesinados ilegalmente fueron 8.388, tal como han reconocido oficialmente la Secretaría de Salud de la ciudad y la Legislatura local. Las proyecciones señalan que en los siete primeros meses del 2020 los abortos “legales” pueden ser de 4.800 víctimas, más que el coronavirus.
Como se puede apreciar, la pandemia del aborto criminal ha matado hasta ahora más personas en la ciudad de Buenos Aires que la pandemia virósica. Y como se puede apreciar también, el mismo gobierno porteño que “se preocupa” por salvar vidas reconoce impunemente que se ha ocupado en un solo año de posibilitar que mueran muchas más vidas. Esquizofrenia a la enésima potencia.
La misma esquizofrenia que afecta al gobierno nacional, que no dudó en dejar que se destruyera la economía productiva del país “para salvar vidas” y se muere de ganas por presentar un proyecto de ley que legalice el asesinato prenatal.
En la Argentina actual, gobierna la esquizofrenia abortista, ante la indiferencia de toda la dirigencia nacional -religiosa, política, gremial, empresaria.
Y frente a la esquizofrenia gubernamental y la cobardía dirigencial, sólo el Pueblo salvará a sus hijos, como se puede apreciar en las distintas y numerosas reacciones que se están gestando en distintos puntos y regiones del país.
Con información de: Imperium News / José Arturo Quarrancino