El 2021 no fue un año fácil para la misma Guardia Suiza, pues se vio involucrada en situacines nunca antes vistas, como el registro de oficinas de funcionarios vaticanos; pesquisas en torno a acusaciones de fraude contra el cardenal Angelio Becciu, y la negativa de elementos de la misma a aceptar la vacunación forzosa impuesta por el propio Papa.
Esto último, incluso, como se recordará a continuación, condujo a la sepración de elementos de la propia Guardia Suiza.
Primero damos cuenta del escueto boletín de la Santa Sede.
«Renuncias y nombramientos, 01.01.2022
«Nonmbramiento del Vice Comandante de la Guardia Suiza Pontificia.
«El Santo Padre ha nombrad Vice Comandante de la Guardia Svizzera Pontificia, con el grado de Tenente Coronel al llustrissimo Signore Loïc Rossier.»
Esto fue todo lo que hoy anunció oficialmente el Vaticano. A continuación, algunos de los hechos más destacados por la prensa en el pontificado de Francisco, sobre la Guardia Suiza.
Siguen las renuncias en la Guardia Suiza del Vaticano
13 de octubre de 2021.
Días pasados se conoció la renuncia de 3 Guardias Suizos (la guardia personal del papa en el Vaticano) tras negarse a cumplir con el mandato de recibir la vacuna contra la COVID-19, mientras que otros tres guardias han sido suspendidos hasta que estén completamente vacunados.
Hoy, otro guardia, Pierre-André Udressy, arremetió contra el papa Francisco y, antes de renunciar, afirmó que: “como católico que sigue el magisterio, tengo el deber de luchar contra los mandatos de vacunación en el Vaticano”.
Según las nuevas normas, los católicos que van a Misa o a confesarse a la Basílica de San Pedro u otras iglesias en territorio del Vaticano, no necesitan el green pass.
informatepy.
El jefe de seguridad del Papa dimite tras un nuevo escándalo de filtraciones
Domenico Giani, comandante de la Gendarmería de la Santa Sede, llevaba 20 años cubriendo las espaldas de tres papas
Las tormentosas finanzas del Vaticano siguen agitando la Santa Sede y a quien trata de domesticarlas. Esta vez le ha tocado al jefe de seguridad del Vaticano, Domenico Giani. El hombre que durante 20 años ha cuidado de la integridad de tres papas ha tenido que dimitir por la filtración de información confidencial sobre una proceso por irregularidades financieras que afectaba a cinco trabajadores de la Santa Sede. Uno de ellos, paradójicamente, era el encargado de la oficina contra el blanqueo de capitales (AFI), que trata de liquidar una era de fraudes económicos y turbias operaciones bancarias.
El 1 de octubre se había difundido una orden confidencial de medidas cautelares contra cinco empleados. El semanario L’Espresso la publicó con las fotografías, nombres y cargos de los suspendidos. Además de Tommaso Di Ruzza, director de la citada AIF, había dos altos cargos de la Secretaría de Estado, Vincenzo Mauriello y Fabrizio Tirabassi, y el jefe del Departamento de Información y Documentación, monseñor Mauro Carlino (que vive en la misma residencia que el Papa y fue el secretario del cardenal Angelo Becciu). Francisco se enfadó profundamente, llegando a calificar la filtración «de pecado mortal».
La Santa Sede que, pese al enfado mostrado por la filtración, no ha dado explicaciones detalladas sobre el contenido de la información, sí consideró que la revelación «perjudicaba gravemente tanto la dignidad de las personas implicadas como la imagen de la Gendarmería». Según la versión oficial, ha sido el jefe de la Gendarmería -un cuerpo cada vez más militarizado y que ha copado todo el peso de la seguridad del Vaticano, desbancando a la Guardia Suiza- quien ha presentado la dimisión.
La oficina de comunicación vaticana ha difundido que el Papa conversó «largamente» con él para expresar «su aprecio por su gesto, expresión de libertad y sensibilidad institucional» y por el trabajo que «ha realizado con humildad y discreción al servicio» de la Santa Sede”. De hecho, incluso fue entrevistado por la web de comunicación del Vaticano. La puesta en escena ha sido la de una despedida con todos los honores para un hombre que ha servido con lealtad a los últimos tres pontífices. Sin embargo, algunos en el Vaticano consideran que se trata un nuevo capítulo de guerra sucia en la Santa Sede y el regreso de los cuervos.
Los escándalos de filtraciones no son nuevos y acompañaron fuertemente el proceso de transición entre Benedicto XVI y el actual Pontífice. En 2012, el caso conocido como Vatileaks, partió del robo de documentos por parte de Paolo Gabriele, quien era el hombre de confianza de Joseph Ratzinger. Con aquel recuerdo y la amenaza terrorista, Giani había adquirido una cuota de pooder mayor que, tal y como demuestran las acusaciones anónimas que llegaron estos últimos días contra él, no convencían a todo el mundo en la curia.
El problema de fondo, recurrentemente combatido, se mantiene. La falta de control y los problemas que generan las finanzas y las inversiones del Vaticano siguen aflorando cada tanto. Esta vez, el promotor de Justicia (fiscal) Gian Piero Milano ordenó la incautación de documentación y aparatos electrónicos en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. La operación surgió de unas denuncias presentadas al principio del pasado verano por banco vaticano (IOR), y por la Oficina del Revisor General, un puesto altamente inflamable que también ha provocado turbulencias y que debería encargarse de auditar la administración vaticana.
Los cinco implicados están siendo investigados por ser sospechosos de haber participado en operaciones financieras millonarias irregulares, entre ellas compraventas de inmuebles en el extranjero, particularmente en Londres. Las transacciones irregulares de las que se sospecha participaron están relacionados con compras de inmuebles millonarios realizadas en el exterior, en particular en Londres. El caso está en manos de la justicia vaticana que investiga si hubo fraude en operaciones inmobiliarias con dinero de la Santa Sede.
de los yelmos de estilo español, pero ya son muy pocos los nobles suizos interesados en formar parte de este cuerpo pretigioso.
Alois Estermann tuvo la oportunidad de demostrar su lealtad al Papa y de intentar al menos cumplir la misión originalmente encomendada a la Guardia Suiza cuando el 13 de mayo de 1981 el terrorista turco Ali Agca atentó contra Juan Pablo II. Estermann se lanzó sobre el Pontífice en un intento desesperado y fallido de protegerle de los disparos de Agca. No lo consiguió, pero desde entonces, el futuro comandante del ejército del Papa debió comprender los peligros que puede encerrar el Vaticano.