«Vivir el amor con libertad», apostolado del Regnum Christi que conquista a esposos y novios en Europa

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El apostolado «Liebe Leben», desarrollado en Alemania y Austria, nace del movimiento Regnum Christi para volver a aprender el arte de estar juntos con la sabiduría que viene de la fe. La directora Lucía Hauser nos explica los motivos del éxito.

Se llama Liebe Leben, vivir el amor; es un apostolado promovido por el movimiento Regnum Christi y, como indica su nombre, nació en Alemania para ofrecer caminos de preparación al matrimonio y de renovación del amor conyugal.

Las oportunidades y los formatos son de distinto tipo, desde fines de semana “románticos” hasta seminarios de un día, en función del tema tratado, y tienen lugar en contextos muy cuidados y con personas debidamente formadas.

La experiencia surgió de forma silenciosa y discreta en 2008, pero ha encontrado un interés creciente en Alemania y Austria. Al mando está la alemana Lucía Hauser, nacida en 1965, casada y con dos hijos, especializada en logoterapia, el método psicoterapéutico del vienés Viktor Frankl (1905-1997).

Señora Hauser, ¿cuál es vuestra misión?

Muchas relaciones y muchos matrimonios sufren. A menudo los principios del amor no se conocen y faltan modelos de referencia respecto a cómo un matrimonio y una relación pueden ser satisfactorios, enriquecedores y exitosos. Nuestra iniciativa está basada en la enseñanza de la Iglesia, quiere ayudar a que se conozca mejor el amor, a decidir con libertad vivir el amor. Los antecedentes de los participantes es muy amplio: hay católicos practicantes y no practicantes, protestantes, personas con diversos referentes religiosos y cada vez más personas que no tienen ningún referente religioso.

¿Cuántos sois?

Somos 50 voluntarios, laicos y sacerdotes, un trabajo orientado a una maravillosa complementariedad. Nos sostiene una red de oración de la que forman parte 40 monasterios y muchísimos amigos.

¿Cuáles son los retos más grandes a los que deben enfrentarse las parejas de nuestra época?

La tensión que se genera cuando conciliamos familia, trabajo y otras obligaciones es muy grande, muchas personas sufren estrés, y por consiguiente a menudo nos perdemos de vista el uno al otro y se nos olvida lo esencial.

La enseñanza de la Iglesia casi no tiene ya ningún status, la Iglesia ya no llega a la gran mayoría de las personas, con lo cual los principios de una “vida llena” y del amor son desconocidos en su mayoría. Crece la incapacidad de tomar decisiones y de crear vínculos, las relaciones son cada vez más frágiles.

En su origen hay a menuda heridas que muchas veces vienen de la infancia y esconden un alto potencial de conflictos si no han sido tratadas. Además, con frecuencia hay una ausencia de la experiencia del perdón, con la acumulación de un déficit emotivo que puede llevar después a la búsqueda de la felicidad en otros lugares.

Existe además una concepción equivocada del amor, que se convierte en un mero sentimiento

Correcto. Y si falta el sentimiento, el resultado a menudo son la separación y el divorcio, que van acompañados de unas consecuencias dramáticas de las que apenas se habla.

La tendencia social al egoísmo favorece esta situación. El lema de fondo hoy en día es: “Lo quiero todo, y ahora”. Ahora bien, cuando la autorrealización viene primero, queda poco espacio para el otro El foco está puesto en los propios deseos, sueños y expectativas. Y el constante girar alrededor del propio ego lleva lentamente al vacío interior y mina la relación de pareja. En cambio, para que el amor crezca y se transforme en algo más profundo, más bello, más familiar, más amplio, más creativo y dinámico, es necesario tener una clara decisión hacia el amor y un horizonte hacia el que el matrimonio debe aspirar.

¿Cómo se puede vivir un amor que nos haga sentir realizados?

La voluntad de ir más allá de uno mismo una y otra vez… ¡es esencial! Porque amor significa “tú”. Una de mis citas preferidas es de Juan Pablo II: “En el amor el hombre trasciende de sí mismo, se deja llevar porque cuida del otro, porque quiere que la vida del otro tenga éxito”.

Esto requiere la decisión activa de mirar al otro con una mirada amorosa. De aceptarlo plenamente como persona. Sé que no es perfecto y tampoco tiene porque serlo. Se supera el modelo de referencia, que ya no es nuestro ego, y al dar este paso descubrimos la libertad del amor, que no está ligado a uno mismo y a sus deseos.

¿Qué condiciones limitan la libertad de amar?

La manipulación, el control o el dominio del otro contradicen el amor. ¡Una persona nunca debería ser un medio para un fin! El amor es realista y al mismo tiempo incondicional. Todos deberían enfrentarse a sus problemas personales por amor al otro. Somos humanos y tenemos debilidades, pero podemos superarlas.

El amor quiere lo que es bueno para el otro. Esto siempre va acompañado de un riesgo, porque el amante se vuelve vulnerable. Y es necesario ser humilde para abrir el propio corazón y dejarse involucrar por el amor, una y otra vez, así como para aceptar el don del amor».

Hoy en día cada vez se casan menos parejas. Muchos deciden incluso de manera voluntaria quedarse solteros. ¿A qué se debe, según su opinión?

Vivimos en una época en la que el compromiso ya no se da por sentado. En el origen de esta actitud hay muchas razones. La digitalización, concretamente, tiene un importante impacto en las generaciones actuales: casi todas las necesidades se satisfacen “de manera instantánea” y se tienen a disposición muchas opciones contemporáneamente.

Nadie debe esforzarse y todos pueden tomar una decisión con un breve preaviso. Esto es exactamente lo que puede llevar a tener dificultades a la hora de tomar decisiones y a una vana búsqueda de la perfección.

Otro argumento muy importante para usted gira alrededor de lo femenino: ¿qué le ocurre hoy a la mujer?

Tengo la impresión de que desafortunadamente muchas mujeres se sienten perdidas, atrapadas en la tensión derivada del mantener unidos el trabajo, la familia y muchas otras obligaciones.

A menudo el valor de la mujer es determinado exclusivamente por su productividad y sus prestaciones. Una mujer que decide ser madre suele sufrir muchas desventajas en nuestra sociedad.

A las mujeres les confiamos algo mucho más grande, que va mucho más allá de lo “funcional”. Juan Pablo II habla de “genio femenino”. Mi preocupación principal es que cada mujer llegue a ser consciente de lo valiosa que es y de lo impagables que son su cometido y su dedicación, quizá más de lo que ella misma pueda sospechar.

¿Cómo se puede recuperar y revalorizar esta femineidad?

Cada mujer tiene un sitio, una vocación en el mundo. La mujer es mencionada en la Biblia como un “salvavidas”. Las mujeres son más receptivas emotiva e intuitivamente. Razón y emoción interactúan de una forma única y contribuyen a convertir el mundo en un lugar mejor y más vivible.

En el niño, además, el amor y la cercanía emotiva influencian y modelan la estructura cerebral, a su vez responsable del desarrollo de la empatía, que es una característica específicamente humana. Desafortunadamente esto se está perdiendo cada vez más, y las consecuencias las conocemos todos.

En la crisis del matrimonio y de la femineidad (y en la de la masculinidad también) ¿cuánta importancia tiene el hecho de que se haya perdido de vista la concepción católica de la vida y la sociedad?

La belleza de la enseñanza de la Iglesia nos lleva a Cristo, que es camino, verdad y vida. Cuando este fundamento se incumple, las personas, con su gran deseo de amor, orientación y significado, a menudo vagan sin una meta. Podemos verlo en muchos sectores de la vida de hoy, pero, aunque hayamos perdido de vista la visión católica de la vida, ¿quién nos impide mostrarla de nuevo?

Queremos dar una nueva esperanza y abrir los ojos de las personas a la belleza y a la potencia del amor de Dios, para que el mundo se convierta en algo mejor, más bello y amoroso.

 

Por Giulia Tanei.

Il Timone

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