El evangelio de este domingo comprende dos secciones diferentes de San Lucas. La primera nos presenta el prólogo (Lc 1, 1-4); y la segunda (4, 14-21) nos habla del comienzo del ministerio de Jesús.
En el prólogo San Lucas utiliza un vocabulario y estilo muy cuidadoso, se podría decir que se parece a los historiadores de la época helenística. El prólogo habla del destinatario, de la finalidad y del procedimiento que siguió el evangelista para escribir su obra.
La segunda parte de este evangelio dominical, está escenificada en la sinagoga de Nazareth, ahí, con la proclamación de un texto del Profeta Isaías, se presenta el programa que el Hijo de Dios llevará a cabo. Esta página del evangelio de San Lucas nos habla del comienzo del ministerio de Jesús en Galilea. Jesús aparece como el ungido por el Espíritu de Dios para proclamar el tiempo de gracia del Señor.
Destacamos dos elementos importantes que nos ayudan en nuestra vida cristiana. La Palabra de Dios Escrita y la fuerza del Espíritu Santo.
San Lucas dice que escribió el Evangelio para que su discípulo Teófilo conozca la solidez de las enseñanzas que ha recibido. Esto significa que la Palabra de Dios es un tesoro inagotable de enseñanzas que nos ayudan a madurar nuestra fe en Dios. La Biblia es el libro que no puede faltarle al creyente, todos debemos tener nuestra Biblia y sobre todo debemos consultarla para que nuestra fe se vaya fortaleciendo. La Biblia es un recurso necesario para conocer a Dios. Ella nos revela todo lo que Dios ha hecho para nuestra salvación y cuál es el camino que debemos seguir para apropiarnos esa salvación. De ahí que para conocer y seguir a Cristo sea fundamental conocer las Sagradas Escrituras.
Otro aspecto importante que nos presenta la Palabra de Dios en este domingo, es la función del Espíritu Santo en la vida cristiana. El Espíritu Santo es el alma que impulsa nuestra misión en el mundo. Él nos ayuda a conocer la voluntad de Dios, nos anima interiormente y nos fortalece en los momentos de prueba. El Espíritu Santo es el que nos ayuda a realizar nuestra misión cristiana. Siempre lo debemos invocar para que guie nuestros pasos y nuestras obras. Como Jesús que habiendo sido ungido por el Espíritu de Dios es impulsado para proclamar el año de gracia del Señor, así nosotros hemos sido consagrados el día de nuestro bautismo para compartir con los demás las maravillas que Dios ha hecho en nuestra vida.
Sabemos que con la vida sacramental, la oración, la lectura de la Palabra de Dios y la caridad vivida como expresión de nuestra fe tendremos siempre una vida cristiana sólida. La palabra de Dios es siempre una luz que nos ayuda a vivir como hijos de Dios guiados por su Espíritu Santo para continuar la obra de la Buena Nueva iniciada por Jesús en la sinagoga de Nazareth.