Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
La lucha «contra los abusos de todo tipo», con «discernimiento», con una acción judicial «más incisiva» y con una fuerte voluntad de «hacer justicia» a las víctimas. El Papa Francisco ofreció indicaciones muy precisas a los miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio encargado de tratar los «delicta graviora», entre ellos el dramático fenómeno de los abusos. Al recibir a los participantes en la sesión plenaria en el Palacio Apostólico, el Pontífice señaló tres palabras, «dignidad», «fe» y «discernimiento», para llevar a cabo plenamente la labor de promover y proteger la integridad de la doctrina católica sobre la fe y la moral.
El ejercicio del discernimiento, dice el Papa en su discurso, encuentra «un campo de aplicación necesario en la lucha contra los abusos de todo tipo».
La Iglesia, con la ayuda de Dios, persigue con firmeza el compromiso de hacer justicia a las víctimas de abusos perpetrados por sus miembros, aplicando con especial cuidado y rigor la legislación canónica prevista.
Francisco recuerda la reciente actualización de las Normas sobre los delitos reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, fruto del «deseo de hacer más incisiva la acción judicial». Sin embargo, esto solo «no puede bastar para frenar el fenómeno», admite el Papa, «pero constituye un paso necesario para restablecer la justicia, reparar el escándalo, enmendar al reo».
El Pontífice invoca el mismo discernimiento para «presuntos fenómenos sobrenaturales, para los que el pueblo de Dios debe recibir indicaciones seguras y sólidas». Pero sobre todo es necesario el discernimiento, subraya Francisco, para otra tarea de la Doctrina de la Fe, como es la disolución del vínculo matrimonial in favorem fidei. «Cuando, en virtud de la potestad petrina, la Iglesia concede la disolución de un vínculo matrimonial no sacramental, no se trata sólo de poner fin canónicamente a un matrimonio, en todo caso ya fracasado de hecho, sino que, en realidad, con este acto eminentemente pastoral pretendo siempre fomentar la fe católica -¡in favorem fidei! – en la nueva unión y en la familia, de la que este nuevo matrimonio será el núcleo».
A continuación, el Papa se detiene en la «necesidad de discernimiento en el camino sinodal». Algunos -dijo – pueden pensar que el camino sinodal es escuchar a todos, hacer una investigación y dar resultados. … No. Un camino sinodal sin discernimiento no es un camino sinodal».
Es necesario -en el camino sinodal- discernir continuamente opiniones, puntos de vista, reflexiones. Pero no se puede ir por el camino sinodal sin discernimiento. Este discernimiento es lo que hará del sínodo un verdadero sínodo en el que el personaje -digamos- más importante es el Espíritu Santo, y no un parlamento o un sondeo de opiniones que puedan realizar los medios de comunicación. Por eso insisto: el discernimiento es importante en el proceso sinodal.
«Dignidad» es la otra palabra en la que el Papa basa su reflexión:
Sin embargo, en nuestra época, marcada por tantas tensiones sociales, políticas e incluso sanitarias, crece la tentación de considerar al otro como un extraño o un enemigo, negándole una real dignidad.
Por ello, especialmente en este momento, es necesario recordar, «siguiendo fielmente una enseñanza eclesial bimilenaria», que «la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y es válida desde el momento de su concepción hasta su muerte natural», subraya el Papa Francisco. Precisamente la afirmación de dicha dignidad «es el presupuesto inalienable para la protección de una existencia personal y social», así como «la condición necesaria para que la fraternidad y la amistad social se realicen entre todos los pueblos de la tierra».
El objetivo es «reavivar entre todos una aspiración mundial a la fraternidad»: «Si la fraternidad es la meta que el Creador ha diseñado para el camino de la humanidad, el camino principal sigue siendo el del reconocimiento de la dignidad de toda persona humana», subrayó el Obispo de Roma. «El hombre es, en efecto, la obra maestra de la creación: es querido y amado por Dios como socio de sus designios eternos, y por su salvación Jesús dio su vida hasta morir en la cruz».
En la misma línea, el Papa aborda el tema de la «fe», sin la cual -dice- «la presencia de los creyentes en el mundo se reduciría a la de una agencia humanitaria». «La fe debe ser el corazón de la vida y la acción de todo bautizado», subraya Francisco. «Y no una fe genérica o vaga, como el vino aguado que pierde su valor»: «No nos conformemos con una fe tibia y habitual», exhorta el Papa. Necesitamos una fe «auténtica y directa», una fe que «inflame» los corazones de la gente de hoy. Una fe que «nos pone en crisis»:
No debemos olvidar nunca que una fe que no nos pone en crisis es una fe en crisis; una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer; una fe que no nos cuestiona es una fe sobre la que debemos cuestionarnos; una fe que no nos anima es una fe que debe ser animada; una fe que no nos sacude es una fe que debe ser sacudida..