El año 2021 ha sido el año en que cambió la profesión médica en España.
Antes, desde Hipócrates, ser médico significaba curar, o al menos cuidar, o al menos no dañar. Con la legalización en España de la eutanasia (202 votos frente a 141; excepto Vox, PP y UPN todos los partidos son eutanasistas), ahora ser médico pasa a ser otra cosa: alguien que a veces cuida y a veces mata.
En sus primeros seis meses, al menos 50 personas en España han sido eliminadas por médicos según este procedimiento.
Controles ¿estrictos?… en el año de Dopesick
Se repite que se hace «con todas las garantías» y «con mucho control». Pero 2021 también ha sido el año en que ha triunfado la teleserie Dopesick, que explica el caso real de la epidemia de opiáceos en EEUU, con médicos repartiendo drogas, millones de adictos y el fallo sistemático y repetido de los controles, durante décadas.
Después de ver Dopesick, uno desconfía cuando las administraciones autonómicas y los comités de eutanasia españoles hablan de «estrictos controles».
También cabe desconfiar del eslogan repetido de que los eutanasiados mueren «en paz». ¿Qué inyección letal se les aplica? Parece que son «relajantes musculares» como los que se usan en la inyección letal a condenados a muerte en EEUU.
Pero el doctor Joel Zivot señala que este veneno es en realidad un paralizante. Autopsias a estos ejecutados muestran que murieron con los pulmones llenos de líquido, es decir, conscientes, paralizados, se ahogaban en su propia saliva hasta que no podían respirar más. Precisamente por estar paralizados no podían quejarse ni expresarlo. «Una forma angustiante de morir», detalla Zivot en The Spectator. ¿Quién asegura que no ha sido así con los 50 eutanasiados de primera ola?
El control en España, con sus 17 comunidades autónomas y sus mil normas de «confidencialidad y respeto a la intimidad» es muy difícil. No hay ninguna normativa prevista para evitar, por ejemplo, el gaslighting, la manipulación sutil para empujar al suicidio, o a pedir la eutanasia.
130 empezaron trámites, 50 ya eutanasiados
Para recoger datos sobre los 6 primeros meses de eutanasia, el diario ABC ha necesitado recurrir a varios periodistas y consultar a cada consejería de Sanidad del país. Algunas han respondido dando datos: Cataluña, País Vasco, Valencia, Madrid, Galicia, Murcia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Navarra. Las otras 7 no dan información, alegando que la ley sólo les exige pasar un informe anual al Ministerio de Salud. No hace falta más transparencia, parece.
Según estos datos parciales, 130 personas han pedido la eutanasia en 2021 en España y unas 50 la recibieron antes de acabar el año. Muchas de esas personas aún están en trámite. Otras se murieron de causas naturales. Tres de cada cuatro eutanasias ya practicadas se han dado en Cataluña y País Vasco, que tramitan 6 de cada 10 peticiones (insistimos, faltan datos de 7 comunidades).
El caso vasco detallado
El País Vasco, con apenas 2,1 millones de habitantes, presenta unas cifras de eutanasia asombrosamente altas y atendidas con rapidez. A la eficacia en matar enfermos las autoridades le llaman «datos muy positivos» o «aplicación muy positiva».
La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha informado al Parlamento vasco con detalle. Se han producido 34 peticiones, sólo se ha denegado un caso. Ya se ha matado a 13 (oficialmente se llama «procedimiento eutanásico completado«). Otros 20 murieron de causas naturales durante el proceso. Eran personas con unos 65 años de media, la más joven con 45. De los solicitantes, 15 tenían cáncer, 9 enfermedades neurodegenerativas.
Ninguno de ellos se autoadministró el veneno: a todos los mató un médico por «administración intravenosa directa» (inyección letal). Todo es eutanasia, no hay suicidio asistido.
En cada hospital vasco, eutanasiadores dispuestos
El Gobierno vasco había preparado grupos de médicos especiales, 85 sanitarios dispuestos a acudir donde fuera a hacer eutanasias. Pero no se les ha necesitado: casi todos los solicitantes han acudido a sus médicos habituales o a médicos pro-eutanasia que ya conocían para iniciar el proceso. De estas 34 peticiones en País Vasco, sólo 4 médicos implicados han rechazado practicarla. En los 4 casos, el hospital implicado enseguida encontró un eutanasiador dispuesto.
Como sucedió con el aborto, la inmensa mayoría de sanitarios contrarios a la eutanasia no se inscriben en las listas de objetores. Simplemente, tratan de no llamar la atención. Si alguien les pide en concreto a ellos que se impliquen en la eutanasia, entonces sí irán a apuntarse a la lista. Aún así, en el País Vasco se han inscrito como objetores 156 médicos, 29 enfermeros y 3 psicólogos clínicos.
Para formar a los sanitarios vascos en esta nueva cultura, la de médicos que a veces matan, 5.000 profesionales del sistema público (y sólo 28 de otros ámbitos sociosanitarios) han recibido un curso de vídeo online de 4 horas. La consejera anuncia un futuro curso «con casuística práctica».
Cataluña: de 53 peticiones, sólo 3 se deniegan
En Cataluña preside la Comisión de Garantía Albert Tuca, paliativista oncológico entusiasta de la eutanasia. «Es sobre todo autonomía, y ese es el paradigma de la dignidad. Es un paso de gigante en la humanización de la Medicina», decía en La Vanguardia.
Pero entonces cabe preguntarse: si la dignidad es sobre todo autonomía ¿no deberíamos ensalzar todo tipo de suicidios, los duelos a muerte, volver a los gladiadores, la prostitución o vender partes de nuestro cuerpo?
A finales de 2021 Tuca contabilizaba 53 peticiones recibidas en Cataluña: sólo 3 se denegaron por no cumplir los requisitos, otros 6 murieron de causas naturales.
En Castilla y León, sólo fue eutanasiada una persona: una mujer de 43 años con ELA avanzada.
En la región de Madrid, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, respondía a una pregunta parlamentaria el 9 de diciembre que había habido 10 solicitudes, con 3 enfermos ya eutanasiados en sus domicilios y otros 2 con la ejecución ya aprobada. Detallaba que 2.600 profesionales se habían inscrito como objetores (Madrid cuenta con un Colegio de Médicos especialmente concienciado al respecto).
En Galicia habría habido 9 peticiones, con al menos un enfermo de cáncer eutanasiado ya.
La administración andaluza es quizá la menos entusiasta de la eutanasia y también de las que menos datos da. Con una ley de muerte digna desde 2010, su estructura de cuidados paliativos y alternativas terapéuticas es muy amplia. Las asociaciones eutanasistas hablan de 12 personas interesadas en pedirla, pero no hay constancia de que ningún caso haya superado los primeros trámites.
Opacidad innecesaria: un web nacional daría transparencia
El doctor Álvaro Gándara, experto paliativista y miembro del Comité de Bioética de España, muy contrario a la eutanasia, denunciaba en ABC la opacidad y la dificultad para conseguir datos sobre cómo se aplica en España y en cada autonomía.
Álvaro Gándara, experto paliativista, pide transparencia sobre la eutanasia y pide una web única actualizada diariamente.
«La Comisión de Evaluación y Garantía es el único organismo que puede ofrecer esa la información», señala. «Bastaría con una página web a la que tengan acceso los médicos y los medios de comunicación con la casuística actualizada todas las semanas sin necesidad de poner ningún dato personal», asegura.
El doctor Gándara denuncia que tras una «pátina garantista», no hay una garantía real que proteja la vida ni los derechos de verdad, y que la ley está llena de agujeros. Por ejemplo, ¿cómo valora un médico la «capacidad del paciente» de pedir la eutanasia? Los médicos más proeutanasia dirán que casi cualquiera tiene capacidad, mientras que los que se oponen verán presiones, depresión, miedo, posible gaslighting, ganas de aliviar a la familia, etc…
Otro agujero es el testamento vital: «el caso de un paciente sin capacidad suficiente para solicitar una eutanasia, pero con una familia que te entrega un testamento vital con la petición de la eutanasia. Aunque el médico no esté de acuerdo, esto obliga al médico responsable a poner en marcha su ejecución porque es un documento válido», recuerda Gándara. Y podría tratarse perfectamente de un paciente que no sufre y que se puede cuidar (en coma, con alzheimer…)
Encuestas dudosas y churros para «normalizar» la eutanasia
En la prensa generalista, y no sólo en la prensa de izquierda, durante medio año se ha intentado presentar la eutanasia como algo poco menos que relajante. Reportajes televisivos y despedidas por vídeo han mostrado a unos pocos eutanasiados muy alegres y hablando de despedirse con chocolate, flores, churros, el amor de su familia y música suave de fondo. Con churros y chocolate, todo entra mejor (algo que ya enseñaban los suicidadores de Suiza, que cobran 600 euros por suicidio).
Mucha menos atención televisiva han recibido los enfermos de ELA indignados porque la administración les ofrece eutanasia pero no ayudas, cuidados o enfermeros, como protestaba Jordi Sabaté.
También han circulado encuestas más que dudosas. En octubre Europa Press publicó que «el 60 por ciento de los profesionales de Enfermería en la provincia de Jaén estaban a favor de la eutanasia». Así lo publicaba también la web del Colegio de Enfermería. Parece raro, porque Jaén es estadísticamente el lugar más religioso de España.
En ReL contactamos por teléfono y e-mail con el Colegio de Enfermería pidiendo esa encuesta, sus datos y metodología a principios de noviembre y nunca nos supieron decir dónde estaba o quién la hizo. A día de hoy, 11 semanas después, siguen sin respondernos y Google muestra muchas veces ese titular pero en ningún lugar aparece la ficha técnica, el cuestionario ni dato real alguno. ¿Una invención pura y dura?
En enero de 2021, el Barómetro del CIS (de Tezanos) señalaba -de creérnoslo- que el 72% de los españoles estaría de acuerdo con la eutanasia y sólo un 15% estarían en contra. Claro que en ese CIS -como ya analizamos– los votantes de Vox eran la mitad que en la vida real y los del PP una cuarta parte menos que en la vida real.
Los votantes de derechas, ¿un tercio pro-eutanasia?
Más trabajado y ambicioso es el esfuerzo del diario El País, entusiasta de la eutanasia, de un año después, el 9 de enero de 2022, con un estudio según el cual la eutanasia le parece bien o muy bien al 64% de los españoles, casi un 16% la tilda de regular y únicamente un 20% la rechazaría. Así lo detectaría su rápido estudio de 2.000 entrevistas online en la última semana de diciembre.
Este estudio, a partir de 252 encuestados votantes del PP y 169 votantes de Vox, asegura que ¡la eutanasia le parece «bien o muy bien» al 36% de los votantes del PP y a otros tantos de Vox! Y pese a voces de socialistas históricos contrarios a la eutanasia como los expolíticos Vázquez, Leguina y Corcuera, sólo un 7% de votantes socialistas dice que la eutanasia les parece «mal o muy mal». (La pregunta concreta es: «cómo valoras el reconocimiento del derecho a la eutanasia»).
Claro que los votantes de mayor edad -socialistas o de otros partidos-, que son los que más se oponen a la eutanasia, quedarán infrarrepresentados en una encuesta exclusivamente online.
Por otra parte, a esa encuesta de El País le pasa como al CIS de Tezanos: mientras en la vida real en las últimas elecciones votaron al PP un 21% y a VOX un 15%, en la muestra de esta encuesta sólo un 8% votó Vox (la mitad que en la realidad) y sólo un 12,6% votó PP. Es decir, en la encuesta las personas de voto conservador son un tercio menos que en la vida real.
Así, entre encuestas dudosas o inventadas y reportajes con chocolate y churros, la eutanasia -médicos que matan enfermos, un cambio de civilización y algo contrario a la Asociación Médica Mundial- intenta ganar respetabilidad.
Pablo J. Ginés.
/ReL.
15 enero 2022