Este jueves la Santa Sede ha publicado con la autorización del Papa Francisco los Decretos de la Congregación para las Causas de los Santos entre los que aparecen la aprobación de sendos milagros que harán santos a los hasta ahora beatos Titus Brandsma y Carolina Santocanale, cuyo nombre religioso era el de María de Jesús.
El beato Brandsma fue un religioso carmelita holandés que además ejerció como profesor y periodista que acabó siendo asesinado por odio a la fe en 1942 en el campo de exterminio nazi de Dachau tras haberse opuesto al nazismo y negado a expulsar a los niños judíos de su escuela. Fue beatificado en 1985 y dentro de unos meses será declarado santo.
Por su parte, la beata María de Jesús fue una religiosa nacida en Palermo en 1852 y que falleció en 1923 una vez que había fundado la Congregación de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes.
Un nuevo santo carmelita
Con el milagro atribuido por la intercesión de Titus Brandsma los carmelitas podrán por fin canonizar a su compañero cuya intervención provocó además la curación inexplicable de otro miembro de la orden, el estadounidense Michael Driscoll.
El beato Titus Brandsma, religioso asesinado en Dachau será declarado pronto santo
Este religioso, cuya misión se encuentra en la diócesis de Palm Beach, padecía desde hacía 12 años un cáncer de piel que se curó de manera repentina tras las oraciones al carmelita holandés asesinado por los nazis.
Los médicos llegaron a extirpar a Driscoll hasta 84 ganglios linfáticos. Además, tuvo que sufrir 35 días de radioterapia. Sus posibilidades de sobrevivr no superaban el 15 por ciento.
Según cuenta Driscoll, todo comenzó cuando alguien le regaló una reliquia. Consistía en un pequeño trozo del traje negro de Brandsma. Cada día él se lo pasaba por la cabeza y rezaba. Al final, en diciembre de 2017, la diócesis de Palm Beach emitió un comunicado oficial diciendo que los médicos habían certificado que el padre Driscoll se había curado completamente tras 12 años de enfermedad. “La curación de su cáncer de cuarto grado es clínicamente inexplicable según los médicos”, anunció la diócesis.
Sacerdote, carmelita, profesor y periodista
Titus Brandsma, profesor de filosofía y periodista, fue un férreo defensor de la libertad de prensa en Holanda durante la ocupación Nazi. “Él sabía que muchas personas de su propia parroquia tomaban nota de sus sermones para después denunciarlo a los nazis, pero aun así continuaba”, explicó el padre Driscoll.
El padre Brandsman llegó a ser Rector de la Universidad Católica de Nijmegen desde entre 1932 y 1933. “Era el portavoz de los obispos holandeses. Denunciaba públicamente a los nazis por las presiones contra la prensa católica, los colegios religiosos, la persecución a los judíos… cualquier cosa”, explica el sacerdote milagrosamente curado.
Brandsma fue arrestado por negarse a expulsar a niños judíos de su escuela y por oponerse a publicar propaganda nazi en los periódicos católicos, que era obligatoria. Acabó en el campo de concentración de Dachau, con otros 2.700 clérigos.
“Al parecer, era muy amable con otros prisioneros”, ha contado el sacerdote curado por su intercesión. “Les animaba a perdonar a sus captores y compartía lo poco que les daban de comida con ellos”. Además, los sacerdotes que no eran alemanes tenían prohibido celebrar la misa.
Pese a esto, Bransdma siguió ejerciendo labores sacerdotales. “Los sacerdotes alemanes pasaban la Eucaristía al padre Brandsma escondida en una funda de gafas”, ha explicado. “Más tarde, la repartía entre los prisioneros como podía, y seguía animándoles”.
La frágil salud del sacerdote provocó que tuviera que ingresar en el Hospital del campo. “La gente decía que una vez entrabas en ese hospital, no salías”, contaba Driscoll. Los médicos Nazis de Dachau eran famosos por llevar a cabo experimentos con seres humanos.
Una enfermera mató a Brandsma con una inyección letal el 26 de julio de 1942. Murió a los 61 años. Otra enfermera que estaba de guardia aquel día declaró que fue la misma Gestapo, la policía secreta, la que ordenó la muerte del sacerdote. “Antes de morir, Brandsma le dio su rosario, desgastado y muy simple, a esta enfermera”, apuntó Driscoll. “Le pidió que rezase el rosario. Ella no quiso, dijo que ya no era creyente y que tampoco rezaba el rosario”. Él le dijo que no se preocupase. Le indicó que pasase de cuenta a cuenta diciendo “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén”.
Una religiosa que se hizo pobre para los pobres
Por su parte, también será santa la beta María de Jesús Santocanale, una religiosa siciliana fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada Concepción de Lourdes, fallecida en 1923 y beatificada en la catedral de Monreale, donde descansan sus restos, en 2016.
Esta religiosa nació en una familia noble pero decidió abandonar sus comodidades para empobrecerse entre los pobres. Su fuerza estaba en la Eucaristía, de dónde sacaba las fuerzas para su maternidad espiritual y su trabajo con los más débiles.
Desde niña sintió el deseo de consagrarse al Señor, pensando en entrar en el monasterio de S. Caterina. En 1880 tuvo que trasladarse a Cinisi donde vivía con su abuela. Enferma desde hacía unos dos años, tuvo que retrasar la ejecución de su proyecto de vida religiosa. Mientras tanto, con la ayuda del párroco puso en marcha una nueva obra a raíz de la Regla franciscana. El 13 de junio de 1887, en la iglesia del Collegio di Maria, en Cinisi, recibió, junto con otras jóvenes que deseaban consagrarse a Dios, el hábito del Terciario Regular.
Como el lugar donde vivía era demasiado pequeño, obtuvo el permiso de sus padres para vivir en la casa Cinisi heredada de sus abuelos. Se trasladó allí con sus primeras compañeras el 11 de febrero de 1891. Así comenzó su apostolado de visitación y servicio a los pobres y enfermos. Más tarde acogió a un cierto número de huérfanos en su Instituto: esta obra se transformó en un Orfanato. También surgió el internado.
A medida que aumentaba el número de religiosas, sintió la necesidad de una Regla, que le fue concedida, junto con el decreto de agregación del nuevo Instituto a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. El 13 de junio de 1910, la Sierva de Dios y sus hermanas vistieron el hábito capuchino. La Primera Guerra Mundial hizo sentir sus dramáticas consecuencias también en el Instituto. Las pruebas se hicieron aún más difíciles cuando el Arzobispo de Monreale, mientras elogiaba el trabajo realizado, la invitó a cerrar el noviciado porque no había medios para mantener a los novicias. El desánimo y los malos entendidos acabaron afectando su salud. Para curarse, sus hermanas la obligaron a mudarse a Palermo. Recuperó su fuerza física y regresó al Instituto. Murió el 27 de enero de 1923 en Cinisi (Palermo).
ReL.