Fieles católicos adscritos al misal romano de san Pablo VI, piden en Carta a los obispos, que la liturgia promulgada tras el Concilio Vaticano II «se celebre con dignidad y fidelidad», según el deseo expresado por el papa Francisco en su motu proprio Traditionis custodes.
Concienciados por las palabras del papa Francisco condenando, en su motu proprio Traditionis custodes, «los numerosos lugares donde no se celebra de manera fiel las prescripciones del nuevo misal», fieles adscritos al nuevo Ordo Missae -laicos, sacerdotes y religiosos- han enviado una carta a los obispos de Francia pidiéndoles que promuevan las indicaciones dadas por el Concilio Vaticano II para la celebración litúrgica: el silencio, la orientación, el latín y el propio de la misa, pero también el uso del canto gregoriano, la polifonía y el órgano. También invitan a los católicos que lo deseen a enviar esta carta, en su propio nombre, a su obispo.
Carta de los fieles a los obispos
Excelencias:
El 16 de julio el papa Francisco publicó Traditionis custodes, un motu proprio para restringir el uso de la misa según el Misal de 1962, los libros litúrgicos publicados por los santos papas Pablo VI y Juan Pablo II después del Vaticano II, convertidos en «la única expresión de la lex orandi del rito romano». Tras la sorpresa, lo recibimos con confianza y queremos que contribuya a la unidad del Pueblo de Dios.
En nuestras parroquias estamos comprometidos con el servicio de la liturgia, y nos adherimos al Misal Romano publicado por san Pablo VI y posteriormente reeditado por san Juan Pablo II. Nos gusta su noble sobriedad y su fuerza espiritual y esperamos que una a las comunidades parroquiales y que también sea de su agrado. Sin embargo, nos han llamado la atención dos puntos de la carta a los obispos que acompaña al motu proprio:
- El papa Francisco dice estar «entristecido por los abusos de ambas partes en la celebración de la liturgia». Al igual que Benedicto XVI, «condena el hecho de que en muchos lugares la celebración no se fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que incluso se entiende como una autorización o incluso una obligación de ser creativo, lo que a menudo lleva a distorsiones al límite de lo soportable»: compartimos con él este sentimiento y esta observación. Los abusos y la creatividad mencionados son comunes en las parroquias que frecuentamos y nos impiden dejar claro que, en el Misal promulgado por Pablo VI, el rito romano no solo se ha conservado, sino que se ha renovado respetando fielmente la Tradición.
- El Papa pide que «cada liturgia se celebre con dignidad y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados después del Concilio Vaticano II». La eficacia de la liturgia en la vida de la Iglesia depende en gran medida de la fidelidad a los ritos prescritos, que son portadores de la gracia del sacramento. Sin esta fidelidad, el carácter humano de la liturgia tiende a prevalecer y a limitar el don de Dios, cuando no a obstruirlo del todo. El Misal Romano y su Instrucción general especifican el uso de estos ritos y los signos sensibles con los que se alimenta, fortalece y expresa la fe.
Como el papa Francisco, también nosotros les repetimos que el pueblo de Dios necesita que ustedes den a conocer y apliquen las normas establecidas por el Concilio Vaticano II recogidas en el Misal Romano. Necesitamos que ustedes, guardianes de la Tradición, nos alimenten con el espíritu de la liturgia (SC n. 29; PGMR n. 387). Nos comprometemos a trabajar con ustedes para mantener vivo este espíritu en nuestras parroquias.
Preocupados por la unidad y una mayor fidelidad a la Iglesia, nos parece importante prestar una renovada atención a todas las indicaciones dadas por el Concilio Vaticano II y promover su uso, que dan testimonio de nuestra tradición litúrgica romana. Concretamente, el silencio sagrado (SC n. 30; PGMR n. 45), el propio de la misa (PGMR n. 48-87), la orientación (PGMR n. 146-154-157) y el latín (SC n. 36-54) nos son dados por el Misal Romano para servir al misterio que celebramos. En cuanto a la música litúrgica, el canto gregoriano (SC n. 116) así como la polifonía (SC n. 112-113) y el órgano (SC n. 120) nos han sido legados como un tesoro de inestimable valor que eleva poderosamente nuestras almas hacia el Cielo.
En vísperas de la nueva traducción francesa del Misal, que este motu proprio sea para nuestra Iglesia y nuestras comunidades una oportunidad para profundizar en el misterio de la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana. Que nos permita crecer en la fidelidad a las prescripciones de la Iglesia, sacramento de unidad, para la santificación de los hombres y la glorificación de Dios en Cristo.
Le aseguramos nuestras oraciones por sus ministerios y por la Iglesia.
Mons. Loys DE THE, promotor de la carta y miembro de la asociación Ecclesia Cantic (diócesis de Chambéry)
Mons. Denis CROUAN, doctor en Teología y presidente de la asociación Pro Liturgia (diócesis de Estrasburgo)
Mons. Jean-François FREMONT, organista y maestro de capilla de la iglesia Notre Dame (diócesis de Versalles)
Mons. Pierre FRIESS, párroco de Villars les Dombes (diócesis de Belley Ars)
Mons. Bernard FROSSARD, miembro de la asociación Esprit de la Liturgie (diócesis de Roma)
Mons. Pierre-Yves HUET, miembro de la comunidad Emmanuel (diócesis de Múnich)
Hermano Frédéric PERUTA, monje benedictino de la abadía Saint Wandrille (diócesis de Ruan)
Señora Doña Françoise STREBLER, responsable de música litúrgica y maestro de capilla de la catedral (diócesis de Valence).
Para ver la carta en formato PDF hacer clic aquí.
Publicado en Famille Chrétienne.
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.