Ciudad del Vaticano
En los primeros momentos de la Audiencia, un niño se acercó al Papa para saludarlo, y Francisco refiriéndose a esta situación afirmó sobre la libertad del niño para acercarse y no tener miedo, “como si estuviera en su casa”, y añadió: “agradezco a este niño la lección que nos ha dado a todos. Y que el Señor le ayude en su limitación, en su crecimiento porque ha dado este testimonio que le salió del corazón”.
La gran novedad de la fe
El Papa Francisco en la catequesis de este miércoles 20 de octubre desarrolla el tema de la libertad en la Carta a los Gálatas del apóstol San Pablo.
Por el bautismo hemos recibido “la vida nueva” y el don de ser hijos de Dios, indica Francisco, quien insiste en que “renacidos en Cristo” hemos pasado de una religiosidad hecha de preceptos a una “fe viva, que tiene su centro en la comunión con Dios y con los hermanos (…) Hemos pasado de la esclavitud del miedo y del pecado a la libertad de los hijos de Dios”.
¿Cuál es el corazón de la libertad según el apóstol Pablo?
Francisco puntualiza que el núcleo de la vivencia de la libertad no es “un modo de vivir libertino, según la carne”, sino todo lo contrario, la “libertad en Cristo nos lleva a estar al servicio de los demás”.
La paradoja del Evangelio, señala Francisco consiste en que “Somos libres para servir, y en eso consiste la libertad; nos encontramos plenamente en la medida en que nos entregamos (…) Esto es puro Evangelio”, subraya.
Poseemos la vida si la perdemos
El Papa al referirse al planteamiento del apóstol afirma: “La respuesta del apóstol es tan sencilla como exigente” porque “No hay libertad sin amor”.
La libertad que se centra en hacer lo que yo quiero, indica Francisco “no es libertad, porque se vuelve sobre sí misma, no es fructífera”.
Es a través del amor que hemos sido liberados, y es “el amor el que nos libera de la peor esclavitud, la de nuestro ego; por eso la libertad crece con el amor”.
Francisco nos alerta contra el “amor intimista” porque solo sirve para buscar “lo que nos conviene y nos complace”. Frente al amor intimista, está el amor “verdaderamente libre y liberador. Es el amor que resplandece en el servicio gratuito”, al estilo de Jesús, como cuando Él lavó los pies a los discípulos (Jn 13:15).
También nos llama la atención contra la libertad “sin objetivo, sin referencias” y la califica como una “libertad vacía, una libertad de circo”. La experiencia que produce esta libertad es la del vacío interior y “de que hemos utilizado mal el tesoro de nuestra libertad”. Frente a esta realidad, está la “belleza de poder elegir el verdadero bien para nosotros y para los demás”.
Desenmascarar una libertad egoísta
«’Que nadie busque su propio interés, sino el de los demás’ (1 Cor 10,23-24). Esta es la regla para desenmascarar cualquier libertad egoísta”, afirma Francisco.
El Papa muestra las características de la libertad que libera a los demás y a nosotros mismos: “sabe escuchar sin imponer (…) sabe amar sin forzar (…) construye y no destruye (…) no explota a los demás”.
Francisco resume este planteamiento al afirmar: “si la libertad no está al servicio del bien, corre el riesgo de ser estéril y no dar frutos”. En contraposición, prosigue, “la libertad animada por el amor conduce a los pobres, reconociendo en sus rostros el de Cristo”.
El Papa recuerda una de las concepciones modernas de la libertad: «Mi libertad termina donde empieza la tuya» y resalta que falta el elemento de la “relación”, por ello es una visión individualista.
La libertad “provocada por Jesús”, indica Francisco, no te mantiene alejado de los demás ni convierte a los otros en una molestia; tampoco ve a los seres humanos como encerrados en ellos mismos, sino que los descubre como parte de una comunidad.
“La dimensión social es fundamental para los cristianos, ya que les permite mirar al bien común y no al interés privado” insiste Francisco, quien nos llama a “redescubrir la dimensión comunitaria” de la libertad porque “nuestra libertad nace del amor de Dios y crece en la caridad”.