Contradicción e hipocresía: se ‘preocupan’ por salvar vidas tras inundaciones y deslaves…¡pero legalizan el aborto!

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La Madre de nuestra esperanza es la Virgen María. Quienes caminamos en el camino de la elección al sacerdocio ministerial debemos experimentar, desde el inicio de nuestra vocación, que la devoción a la Reina del Cielo conlleva necesariamente la presencia de la gracia, de la vida y de la salvación de Jesús en nosotros.

Esta experiencia la debemos mantener durante el tiempo de nuestra preparación y durante el tiempo que dure nuestro ministerio. Nunca debemos abandonar la devoción, la confianza y el amor a Ella, porque eso nos asegura la presencia de la salvación segura e inmediata que nos ofrece su Hijo.

Me dirijo a los seminaristas para que, desde ya, en la etapa en la que se encuentren de formación, se empeñen en crecer en el conocimiento y en el amor a la Virgen María.

Eso que decimos para los que fuimos elegidos a la vocación sacerdotal, lo tenemos que decir para toda experiencia de vida cristiana, y para todas las circunstancias de la vida humana. En todo momento necesitamos la protección de la vida, el cuidado de que se vea libre de todas las amenazas que tiene en esta Tierra.

Pensemos en los acontecimientos que estamos viviendo en diferentes estados del país, por ejemplo, las lluvias copiosas y sus consecuentes inundaciones. ¿Qué es lo que más preocupa a todos? La seguridad de la vida, que nadie la pierda. Tenemos esta preocupación porque la vida es sagrada, porque es lo máximo que tenemos mientras estamos en el mundo.

Nos damos cuenta del valor que significa nuestra vida y la de los demás, y el cuidado y la preocupación que debemos tener por ella.

En contraste con esta preocupación por la vida ante los fenómenos naturales, llama la atención que el poder legislativo de casi todos los estados de México se sienta presionado por aprobar el aborto, que es la amenaza más cruel e injusta contra la vida.

Como sabemos, la Suprema Corte de Justicia de nuestra nación aprobó el ‘derecho’ que tienen las mujeres a eliminar la vida en su etapa más vulnerable y más necesitada de la protección de la madre, de la ley y de la sociedad.

¿No es, acaso, ésta una contradicción que, por una parte, nos preocupe salvar vidas ante los fenómenos naturales, pero que en la etapa de la concepción no nos importe conservarla, al contrario, que se vea como un derecho el eliminarla?

Que la Virgen María nos alcance la gracia de un amor grande por la vida y de un respeto a su sacralidad, desde el momento de su concepción hasta el momento de la separación natural de este mundo.

Ciertamente, la mujer se ve en muchas circunstancias presionada porque no tiene el apoyo del que abusó de ella o del que estuvo en acuerdo para sembrar el germen de una nueva vida, y que, además, no cuenta con la aprobación de la ley o de la sociedad para sacar adelante la vida que lleva, y que no se le presentan opciones favorables a la dignidad de ambos, madre e hijo. Pensemos, también, en soluciones para esto.

Yo les bendigo en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

 

Cardenal José Francisco Robles Ortega,

Arzobispo de Guadalajara

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