Del 11 al 25 de julio tuvo lugar el VI Diplomado Internacional de Doctrina Social: Mujer en la Vida Pública. Feminismos, género e identidad católica en tiempos de pandemia. De 750 postulaciones, se seleccionaron 366 alumnos de países de América, Europa y África: 301 mujeres y 65 hombres. Procedentes de 165 diócesis, entre los alumnos se contó con 3 obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y consagradas: 74 en total.
Dos semanas intensas de cursos, conferencias y paneles con la participación de especialistas, obispos, sacerdotes, periodistas y mujeres destacadas del ámbito de la política, como Soledad Alvear, Ex Ministra de Relaciones Exteriores de Chile y Carmen Carazo, Ex Concejal de Madrid. Del ámbito de la educación superior católica, Isabel Capeloa, Rectora de la Universidad Católica de Portugal, Presidente además de la Fiuc, y Alexandra Pelaez, Secretaria de Educación del Departamento de Antioquia en Colombia.
Cuatro fueron los cursos que se impartieron en el Diplomado: Durante la primera semana, La Dra. María Luisa Aspe Armella, historiadora mexicana impartió Los feminismos en la Historia, y La filósofa española, radicada en Roma, Maestra Marta Rodríguez, el segundo curso: Persona, sexo y género desde una antropología cristiana. La segunda semana, las teólogas benedictinas Maricarmen Bracamontes y Patricia Henry fueron las titulares del curso: Pensamiento social de la Iglesia sobre la Mujer y el Feminismo. Por último, Notas para una propuesta cristiana acerca del Feminismo, estuvo a cargo de Paola Binetti, médico y parlamentaria italiana.
La pluralidad geográfica, cultural, etaria: los distintos carismas y referentes al interior de la Iglesia; las distintas visiones y argumentos que se esgrimieron los primeros días en torno a temas complejos, más en un espacio eclesial: género, modelos de género, identidad como construcción sociocultural, subjetividad, etc. hicieron patente la riqueza y complejidad de un grupo tan diverso en una misma Iglesia.
América Latina, Patria Grande continental, fue sin duda el sustrato, el humus en las presentaciones y diálogos y el detonador de la misión eclesial y acción social más ahora que los efectos de la pandemia tiñen el futuro regional de incertidumbre.
Es de hacer notar que el Diplomado fue pensado, los conferencistas y profesores convocados y la organización ajustada meses antes para un Encuentro presencial que tendría lugar en la Cd. de México, en las mismas fechas. El covid 19 provocó que tuviera que cambiarse toda la programación y mudar el formato de la presencia a la virtualidad, apenas a tiempo para efectuarse en las fechas planeadas. No deja de sorprender a organizadores y alumnos por igual que el soporte material del Diplomado, frío e impersonal en esencia, permitiera el diálogo franco y profundo, el intercambio de experiencias, la organización de equipos de trabajo efectivos; la preparación de proyectos comunes para presentarse al cierre del Diplomado a maestros y compañeros de generación. La riqueza de la participación común en una experiencia verdaderamente inédita, marcada por la diversidad en una y misma Iglesia, ha dado a los egresados el impulso para llevar a la acción lo aprendido.
Por último, no puede dejar de mencionarse la riqueza que significó para la reflexión y la pluralidad de enfoques, la participación activa de alumnos procedentes de Europa y Asia. “La diversidad cultural no amenaza la unidad. La unidad nunca es uniformidad, sino multiforme armonía. Sólo el Espíritu Santo puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad, y al mismo tiempo, realizar la unidad… (Papa Francisco).