No entiendo ciertos silencios de Su Santidad. Al igual que ocurriera con la aprobación del aborto en su país, Argentina, el Papa ha guardado silencio respecto a los sucesos de Cuba, en los que ha muerto, que se sepa, al menos una persona, por no hablar de los cientos de detenciones consecuencia de las pacíficas protestas de la población.
Cuesta entenderlo, y mucho, cuando vemos que el Papa estos días ha enviado diversos telegramas ―por causas justificadas, eso está fuera de discusión―, como la bendición al nuevo superior de los Franciscanos, la oración por las víctimas del incendio de un hospital en Irak, o el de ayer por la tarde, en el que se mostraba “profundamente afectado” por las inundaciones en Alemania, también acordándose de las víctimas. ¿No podría dedicar unas palabras de aliento a la población de Cuba, que sufre bajo el yugo del régimen comunista?
Cuesta entenderlo cuando, por citar un ejemplo reciente que tuvo una repercusión mundial, el Papa se pronunció acerca de la muerte de George Floyd, el hombre negro asesinado a manos de la policía a finales de mayo de 2020 en Estados Unidos.
El 3 de junio, pocos días después de que comenzaran las protestas impulsadas por el movimiento Black Lives Matter, el Papa confesó seguir “con gran preocupación los dolorosos disturbios sociales” que se estaban produciendo en Estados Unidos, “tras la trágica muerte del Sr. George Floyd”.
El Santo Padre afirmó durante la catequesis que impartía ese día que “no podemos tolerar ni cerrar los ojos ante ningún tipo de racismo o exclusión y pretender defender la santidad de toda vida humana”. Al mismo tiempo, dijo que debíamos reconocer que “la violencia de las últimas noches es autodestructiva y provoca autolesión. Nada se gana con la violencia y mucho se pierde”.
Démosle tiempo al Santo Padre para condenar la represión del régimen castrista. Pero, habiendo pasado cinco días, ¿también les cuesta entenderlo?
Por FERNANDO BELTRÁN.
INFOVATICANA.