Camino del silencio

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Muchas cosas están sucediendo, que exigen atención y discernimiento, pero la tarea puede cansarnos y es necesario coger nuevas fuerzas. El don de Fortaleza proveniente del ESPÍRITU SANTO es del todo necesario en tiempos complicados. Algunas de las vivencias del profeta Elías nos sirven de telón de fondo a lo que nos sucede. Como otros grandes profetas y modelos recogidos en la Biblia contribuye el profeta  Elías a  señalar caminos de lucha y encuentro con DIOS.

Dos escenas protagonizadas por el profeta vienen al hilo de acontecimientos  presentes. Elías tiene que librar una batalla espiritual contra los sacerdotes de los baales, que eran los ídolos sucedáneos del DIOS de los padres. Elías se presenta como el único que defendía el Yavismo, o la religión dada por Moisés. Después de la escena del Monte Carmelo, en la que Elías, el profeta del DIOS verdadero hace bajar fuego del cielo y ofrecer la prueba fehaciente de la existencia de un único DIOS verdadero, el profeta tiene que huir, pues Jezabel, la mujer del rey Ajab, lo busca  para matarlo. Los distintos dioses extranjeros traídos por aquella reina consorte fenicia, habían devuelto a los israelitas a las prácticas aberrantes de los sacrificios humanos y la prostitución sagrada. Nos dice el libro de Reyes, que sólo quedaba en todo el territorio un profeta con capacidad de denuncia frente a todos aquellos abusos y crímenes, y ese profeta era Elías. Un solo hombre contra el sistema socioreligioso politeísta.

El profeta Elías estaba asistido por el ESPÍRITU de DIOS en todo momento, pero eso no le iba a privar al profeta de experimentar sus limitaciones. Las fuerzas humanas  son muy limitadas, y continúan siendo escasas aún cuando la acción de DIOS esté presente, porque no se puede dar lugar al engreimiento. Si establecemos paralelismos, nos encontramos con situaciones presentes que encajan en esos dos grandes apartados ligados al culto a los ídolos: los sacrificios humanos y la prostitución sagrada. Esto último sugiere las múltiples formas de corrupción  dispuestas a invertir la naturaleza humana. Ideología de género con la ayuda del transhumanismo están dispuestos a plastificar la naturaleza humana para moldearla de acuerdo a patrones distintos de los aportados hasta ahora. Quien indague y discierna y plante cara a esta corriente se empieza a enfrentar a un gran poder contrario. Eso desgasta y fatiga. Hay que recuperar fuerzas.

Los nuevos baales del poder tienen sus caras visibles entre nosotros y exigen sacrificios de vidas humanas, especialmente de niños y jóvenes, como en los viejos tiempos: guerras, abortos y todo tipo de eugenesia. Muchos países estamos en colapso demográfico, pero eso es el gran objetivo del Moloc actual. La lucha contra este humanicidio es una carrera de fondo, y de nuevo resulta algo difícil de mantener  en el tiempo, pues sobreviene la impresión  de estar luchando con fuerzas invencibles. La realidad no es esa, aunque lo parezca. Elías es el modelo para cualquier persona que decida situarse a la vanguardia de la resistencia: los poderes del mal son totalmente desproporcionados, pero el SEÑOR tiene la última palabra en este verdadero drama. Algunos hombres se creen dioses a costa de otros hombres.

Elías emprende el camino al Horeb, el monte de la revelación. El desierto para Elías se hace interminable y le faltan las fuerzas. Aquel hombre infatigable y acorazado ante la debilidad y el desánimo, se derrumba en medio del desierto, y el  Ángel del SEÑOR viene a reconfortarlo con un alimento que le permite caminar durante cuarenta días para llegar al Horeb. Allí en la montaña sagrada, Elías inicia su retiro espiritual. La presencia de DIOS no se reveló de forma inmediata. Elías estaba familiarizado con las grandes manifestaciones del poder de DIOS, pero no vino el SEÑOR en la tormenta, el terremoto o el huracán: el SEÑOR se le manifestó en una suave brisa, desconcertante  para el curtido profeta en mil batallas.

Cuando hemos subido a una cierta altura en la montaña notamos impresiones distintas por la altitud, los cambios de la presión atmosférica y la ausencia de ruidos.  Cualquiera de nosotros tiene necesidad de aislarse del ruido un tiempo diario, lo mismo que necesitamos del sueño o del alimento diario. Nuestro espíritu precisa del reposo consciente y del descanso religioso. Elías entra en el espacio sagrado que se crea por la presencia de DIOS al venir en la suave brisa, y en ese momento comienza su diálogo con el SEÑOR.

JESÚS como supremo MAESTRO simplificó el proceso de oración: “entra en tu aposento y cierra la puerta. En lo secreto, ora a  tu PADRE, que te recompensará” (Cf. Mt 6,6) La lucha que tenemos por delante requieren unas energías distintas del alimento físico o del sueño reparador: la renovación de nuestras fuerzas, como Elías, nos ha de venir del encuentro con DIOS.

Comparte: