Cardenal Aguiar Retes se lava las manos ante graves condiciones de salud del emérito Norberto Rivera Carrera.

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La tremenda crisis del arzobispado de México estalla en las manos a Carlos Aguiar Retes. Con siete sacerdotes, un obispo auxiliar fallecidos y el internamiento del cardenal Norberto Rivera Carrera, parecen destaparse la serie de irregularidades y omisiones que podrían revelar el estado tan grave de cosas dejando a la deriva el cuidado de la salud y vida de cientos de sacerdotes, prácticamente en condiciones catastróficas.

Desde inicios de la pandemia, sacerdotes enfermos por covid-19 del arzobispado han padecido la carencia de garantías de un seguro de gastos médicos inútil al cual deben aportar sin concesión. En la incertidumbre por saber cuál fue el destino de los fondos sacerdotales y de pensiones que Aguiar Retes recibió del anterior gobierno arzobispal, el sistema de seguridad sacerdotal que poco a poco se consolidó, fue desmantelado por Carlos Aguiar y quien está realmente detrás de los opacos manejos de la economía arquidiocesana, Eduardo Pisa Sámano.

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La falta de previsión y ambiciones derivaron en el naufragio por la tempestad de la pandemia. Y esa tormenta ya le puede costar muy caro al arzobispo Aguiar, incluso la idoneidad e intención de estar al frente del arzobispado de México por una causa tan grave como elemental: la negligencia.

Tras conocerse la hospitalización del arzobispo emérito, el tono del comunicado hizo levantar sospechas en cuanto a la forma como es atendido el antecesor de Aguiar y cuáles son las circunstancias reales de su estado de salud. Como sucedió con el auxiliar Francisco Daniel Rivera Sánchez, de quien poco se supo sobre la situación que llevó a su deceso muy lamentable. Norberto Rivera ahora parece vivir una situación dramática e inverosímil.

De acuerdo con fuentes confiables y cercanas al bienestar del cardenal Rivera Carrera, el emérito de México fue ingresado desde el martes 12 de enero a un hospital privado, el Mocel, por la atención del covid-19. La decisión no provino del arzobispado de Aguiar Retes sino de Rivera Carrera quien lo decidió para salir adelante ante las complicaciones que se le iban generando.

No obstante, como negocio, el hospital requirió de las garantías para el ingreso del paciente. Ascendiendo a casi 80 mil pesos, Rivera Carrera, todavía en condiciones para pedirlo, requirió a la economía arquidiocesana los apoyos necesarios para hacer frente a esto; sin embargo, la respuesta fue que el arzobispado de México no podía absorber los gastos médicos.

Desafortunadamente, la condición del cardenal Rivera es muy difícil actualmente, esto hizo que se requiriera de otro hospital para atender el agravamiento que le mantiene en dura lucha. Los gastos ascienden cada día y esas mismas fuentes revelaron que el hospital en cuestión hizo contacto con las autoridades de la arquidiócesis de México para deslindar lo relativo a la cobertura de las cuentas hospitalarias topándose con misma respuesta para la lavarse las manos: no hay dinero para cubrir la seguridad y salud del cardenal Rivera por lo que los gastos de hospitalización deben correr por su cuenta.

Así, los responsables del nosocomio ahora buscan a los familiares cercanos del arzobispo Rivera Carrera para que ellos absorban las cuentas que se acumulan y no serán pocas ante la situación de gravedad que debe enfrentar la familia del emérito.

Otra situación parece abonar a estas penosas y duras condiciones. Al parecer, nadie en el arzobispado es responsable del cuidado y atención espiritual del cardenal Rivera.  La negligencia de Aguiar y el poco sentido común y de humanidad han impedido el nombramiento de un responsable directo por el actual primado para atender al paciente y ser el contacto directo que dé noticias al día debido a que esta enfermedad puede cambiar las cosas de un momento a otro.

De acuerdo con las leyes canónicas y el Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos del 22 de febrero de 2004, el obispo emérito tiene el derecho de recibir el sostenimiento de la diócesis en la que ha prestado el servicio episcopal. Esto incluye una pensión y la seguridad relativa a su salud. No es una potestad ni concesión a discreción, legislativamente es una obligación y responsabilidad del obispo titular ante la Santa Sede a quien debe rendir cuentas por el bienestar de los clérigos a su cuidado.


 

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Así las cosas, la situación del arzobispo emérito Rivera Carrera está en un punto que compromete su bienestar. La exigencia es obvia. El cardenal Carlos Aguiar Retes debería demostrar con documentos cómo se ha dado cumplimiento al mandato canónico de atención a su sucesor, víctima de esta pandemia. Los documentos abonarán a la reposición de una credibilidad perdida o bien esa irresponsable actitud al estilo Pilatos llamaría la atención de la Santa Sede. Si así trata a un cardenal, ¿Qué podrían esperar sus curas?

Desde este espacio elevamos una sincera oración por el bienestar del cardenal Norberto Rivera y por todos quienes, en estos días aciagos, viven la dura prueba del covid-19.

Con información de Religión Digital/Guillermo Gazanini Espinoza

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