El cardenal brasileño que no dudó en criticar abiertamente al expresidente Lula, acusándolo de no ser un cristiano consecuente, murió de covid a los 89 años. Eusebio Scheid era entonces arzobispo de Río de Janeiro. Seguramente una figura a la que le encantaba hablar sin miedo, a costa de aparecer a contracorriente o poco diplomática.
Poco antes de la muerte de Juan Pablo II, por ejemplo, Scheid declaró fácilmente que vería claramente a un cardenal africano negro en el trono de Pedro. Una declaración que fue interpretada por muchos como un sprint en apoyo a Francis Arinze, el cardenal que en ese momento dirigía la congregación del culto divino en la curia. Pero sus declaraciones que hicieron más ruido preocupan sobre todo al presidente Lula, cuando estaba en la cima de la popularidad en Brasil.
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Según Scheid, Lula no se estaba comportando como un buen cristiano, ya que su comportamiento, en su opinión, era bastante caótico desde el punto de vista moral. Surgió una polémica muy dura y Lula respondió picado que se consideraba un creyente con una buena relación con Dios. Lula como un fiel que camina por su propio camino, con un poco de fe a su manera. El Papa expresó sus condolencias por la muerte del cardenal brasileño Eusebio Scheid: lo definió como un pastor generoso, celoso y muy generoso.
Al final de una intensa jornada, Luis Inácio Lula da Silva quiso explicar a los periodistas, en la sede de la CGIL en Roma, el principal motivo de su viaje de 24 horas a Italia. La primera desde que salió de la cárcel de Curitiba el 8 de noviembre, tras 580 días de detención. «Quería ver al Papa Francisco para conversar con él sobre el tema de la desigualdad, la prioridad política de este tiempo», explicó el ex presidente brasileño que tuvo un encuentro privado de una hora con el Papa por la tarde. Ya a la salida, en un tuit, Lula había resumido el tema de la entrevista: «Hablar de un mundo más justo y fraterno».
El año pasado en febrero, Lula, luego de ser liberado de prisión por cargos de corrupción y lavado de dinero, fue recibido por el Papa Francisco. Delitos por los que el expresidente sigue declarándose inocente al afirmar haber sido víctima de un complot. Su gran acusador es Sergio Moro, exministro de Justicia del gobierno de Bolsonaro.
Articulo publicado en Il Messaggero/Franca Giansoldati
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