Estamos cerca del año más difícil que nos haya tocado vivir, el año en que perdimos todo y al que sobrevivimos con la esperanza de un mejor futuro. En un escenario catastrófico, cerraremos el 2020 rondando los 130 mil fallecimientos a causa de la pandemia por coronavirus que se enseñorea por el mundo desde hace más de un año, habiéndose convertido ya en un virus mutante.
Así, México cierra el año con un nada honroso cuarto lugar mundial en muertes por la pandemia, detrás de Estados Unidos, Brasil e India. El virus paralizó al país desde el comienzo del segundo trimestre, al iniciar el cierre de pequeñas y medianas empresas, que en el último mes rebasaron el millón, con el consecuente desempleo de millones de connacionales, lo que ha hecho crecer los niveles de pobreza y el aumento de la delincuencia.
En México habría que sumar los homicidios dolosos, que de acuerdo a datos de la agencia noticiosa EFE el gobierno prevé en 2020 un nuevo récord, con una proyección de 40,863 asesinatos pese a la reducción de la movilidad ocasionada por la pandemia de Covid-19. Los datos -dice EFE- aparecen en el informe de Gobierno del segundo año de mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, superior al récord reportado en 2019, cuando hubo 37,315 homicidios dolosos; pero la delincuencia organizada no descansa.
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Ha sido un año catastrófico en todos los rubros, a México lo paralizó el temor al contagio, con un mal manejo de la pandemia por parte de la autoridad federal que se la ha pasado diciendo que todo está bien, que vamos por el rumbo correcto, a lo que podemos decir que así es, sólo si la meta es acabar con este país. Así, ante la apatía oficial, un día los mexicanos decidieron salir del aislamiento y el asunto se puso peor, pues vino una segunda ola de contagios que hoy día mantienen a la capital del país y a muchas otras ciudades con los hospitales al tope. Y ahora sí, el presidente recomienda no salir de casa, aunque él sigue con sus giras en las que reparte besos y abrazos, sin usar cubrebocas.
La responsabilidad entonces toca a la sociedad, a los propios ciudadanos que deben extremar las medidas de seguridad para evitar más contagios y no caer en rebrotes, sobre todo con la aparición de nuevas cepas del virus en Europa, que con la reactivación de las comunicaciones es un hecho que migrarán a otros continentes y ello sería el acabose, pues las vacunas que apenas se comienzan a aplicar fueron realizadas contra el virus activo y se desconoce si podrán ser efectivas contra las nuevas cepas.
Se termina el año en el que el mundo ha estado en mayor peligro, más aún que con las guerras mundiales vividas. Hoy, en vísperas de iniciar el 2021, esta aldea global sigue en riesgo; sólo nos queda la esperanza en la inmunización, aunque ello no será el fin de una enfermedad que llegó para quedarse. El mundo tendrá que cimentarse en una nueva forma de convivencia, el cubrebocas tendrá que ser parte del atuendo normal de la humanidad, la sana distancia será obligada si queremos lograr la sobrevivencia.
Con esta esperanza y aplicando los cambios necesarios, más que nada un cambio de actitud entre la humanidad, entraremos a la tercera década del siglo XXI. En mucho, de cada uno de nosotros depende el poner un freno al virus que ataca sin ver condiciones económicas, sociales, religiosas etc. En este contexto, y con la enorme esperanza de que nuestras palabras sean proféticas, sólo nos resta desearles a nuestros lectores, bienhechores y colaboradores que tengan un FELIZ AÑO NUEVO 2021.
Con información de Nuestra Voz/Campeche