Prohíbe cubreboca en las escuelas, el Tribunal Constitucional de Austria.

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Tras la declaración oficial de pandemia en mayo, el gobierno austriaco, una coalición de reaccionarios y ecologistas, impuso dos medidas a los colegios públicos. Una fue el uso obligatorio de mascarillas por los jóvenes y los docentes y el otro la división de las aulas para que acudieran alternativamente unos días una parte de los alumnos, que el resto de la semana debían permanecer en sus domicilios.

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Todas las personas presentes en los edificios escolares, excepto durante el recreo, debían llevar un dispositivo de protección, cubriendo la boca y la nariz, decía la orden gubernamental.

Desde entonces los padres de dos niños iniciaron un calvario judicial que acabó el miércoles en el Tribunal Constitucional con la declaración de que las mascarillas obligatorias y la alternancia de clases violaban el principio de igualdad, el derecho a la intimidad y el derecho a la educación.

Ambas medidas tomadas por el gobierno son “ilegales”, según el Tribunal Constitucional, porque el ministro de Sanidad no ha sido capaz de explicar de manera comprensible por qué considera necesarias las medidas controvertidas para frenar la pandemia.

En Austria las mascarillas ya padecieron un revés el mes pasado. El Ministerio de Salud encargó a las cuatro universidades austríacas un estudio para analizar la propagación del coronavirus en las escuelas. La conclusión fue que había “poca” y, además, que no había “una diferencia significativa entre los niños y los maestros”.

Los investigadores realizaron pruebas a 10.156 alumnos y profesores asintomáticos de primaria y secundaria al azar en 243 escuelas de todo el país entre el 28 de septiembre y el 22 de octubre. Sólo 40 de ellos eran portadores del virus, con una prevalencia del 0,39 por ciento. Entre los niños, el 0,37 por ciento eran positivos, en comparación con el 0,57 por ciento de los adultos, una diferencia demasiado pequeña para ser significativa, según el estudio.

Lo mismo que en otros países, en Austria la obligatoriedad de las mascarillas ha sido poco más que un cachondeo. En marzo quisieron imponerla sólo en los supermercados, porque no había para toda la población. “La situación en el mercado mundial es tensa”, dijo el canciller austriaco Sebastian Kurz el 29 de marzo.

¿Cómo remediar la obligatoriedad cuando hay carencia? La solución la dio el propio Kurz: las mascarillas caseras también sirven, siempre y cuando cubran la boca y la nariz de las personas. Cualquier trapo era suficiente. Una auténtica tomadura de pelo.

En Chequia ocurrió algo parecido. Desde el primer minuto obligaron a la población a ponerse unas mascarillas que no existían y el Presidente del gobierno, Andrej Babis, escribió en su cuenta de Twitter que bastaba con ponerse una de tela porque reducía la propagación del virus en un 80 por ciento.

En Eslovenia fue mucho peor: además de las mascarillas obligaron a la población a ponerse guantes. El delirio ha alcanzado grados muy diversos según cada gobierno.

Con información de mpr.21

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