Discurso del Papa a la Curia: “Con el diablo nunca se dialoga”.

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“La Iglesia, leída con las categorías del conflicto -derecha e izquierda, progresista y tradicionalista- fragmenta, polariza, pervierte, traiciona su verdadera naturaleza: es un cuerpo en perpetua crisis precisamente porque está vivo, pero nunca debe convertirse en un cuerpo en conflicto, con ganadores y perdedores. De hecho, así esparcirá el miedo, se volverá más rígido, menos sinodal e impondrá una lógica uniforme y estandarizadora, alejada así de la riqueza y pluralidad que el Espíritu ha dado a su Iglesia”.

El Papa Francisco ha pronunciado esta mañana el tradicional discurso que todos los años el Pontífice dirige a los miembros de la Curia romana. “Jesús nunca dialoga con el diablo, nunca, y nosotros aprender eso Con el diablo nunca se dialoga: Jesús lo ahuyenta o le obliga a manifestar su nombre: pero con el diablo nunca se dialoga”, advirtió Su Santidad.

“Dios sigue haciendo crecer las semillas de su Reino entre nosotros”, dijo el Papa en su discurso. “Aquí en la Curia son muchos los que dan testimonio con el trabajo humilde, discreto, sin cotilleos, silencioso, leal, profesional, honesto”, señaló Francisco. Nuestro tiempo también tiene sus problemas, pero también tiene el testimonio vivo de que el Señor no ha abandonado a su pueblo, con la única diferencia de que los problemas acaban inmediatamente en los periódicos -esto es todos los días- en cambio los signos de esperanza solo aparecen en los titulares después de mucho tiempo, y no siempre”, explicó el Pontífice.

“Quien no mira la crisis a la luz del Evangelio se limita a hacer la autopsia de un cadáver”, afirmó el Santo Padre. “Nos asusta la crisis no solo porque nos hemos olvidado de evaluarla como el Evangelio nos invita a hacerlo, sino porque hemos olvidado que el Evangelio es el primero en ponernos en crisis”,

dijo.

Por último, el Papa invitó a no confundir la crisis con el conflicto: son dos cosas diferentes. “La crisis generalmente tiene un desenlace positivo, mientras que el conflicto siempre crea un contraste, una competencia, un antagonismo aparentemente sin solución entre sujetos divididos en amigos para amar y enemigos para combatir, con la consiguiente victoria de una de las partes”, dijo Francisco.

“La lógica del conflicto busca siempre al “culpable” que estigmatizar y despreciar y al “justo” que justificar, para introducir la conciencia, a menudo mágica, de que tal o cual situación no nos pertenece”,

explicó.

“La Iglesia, leída con las categorías del conflicto -derecha e izquierda, progresista y tradicionalista- fragmenta, polariza, pervierte, traiciona su verdadera naturaleza: es un cuerpo en perpetua crisis precisamente porque está vivo, pero nunca debe convertirse en un cuerpo en conflicto, con ganadores y perdedores. De hecho, así esparcirá el miedo, se volverá más rígido, menos sinodal e impondrá una lógica uniforme y estandarizadora, alejada así de la riqueza y pluralidad que el Espíritu ha dado a su Iglesia”,

explicó.

Hacia el final del discurso, Francisco volvió a citar al obispo fallecido brasileño Helder Camara. “Los pobres son el centro del Evangelio. Y me viene a la cabeza lo que decía ese santo obispo brasileño: “Cuando cuido a los pobres, dicen de mí que soy un santo; pero cuando me pregunto y pregunto: ‘¿Por qué tanta pobreza?’, me llaman ‘comunista’””

El Papa Francisco regaló un par de libros a los miembros de la Curia. Uno sobre la vida de Charles de Foucauld, “un maestro de la crisis, que nos ha dejado un regalo, un hermoso legado”. El otro se llama “Olotropia: i verbi della familiarità cristiana”. “Son para ayudarnos a vivir nuestra vida. Es un libro que se ha publicado en estos días, escrito por un biblista, discípulo del cardenal Martini”, explicó Su Santidad.

Con información de InfoVaticana

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