Abogados y personalidades católicas destacadas de la sociedad civil han criticado el proyecto de ley del estado de Victoria que busca prohibir la terapia de conversión para homosexuales y transexuales. Consideran que el proyecto de ley, que también tipificaría como delito penal rezar por el cambio de orientación sexual de una persona, es una amenaza a la libertad religiosa.
El arzobispo de Melbourne, Mons. Peter Comensoli, a la vez que rechaza cualquier práctica coercitiva para cambiar la orientación sexual como una «afrenta a la dignidad humana», advirtió que no protege a nadie que el gobierno quiera determinar lo que las oraciones pueden incluir o lo que la fe razonablemente dicta. «A quién rezo, cómo rezo, por qué rezo, y sobre todo con quién rezo, no es asunto del gobierno», dijo Mons. Comensoli.
La mayoría de las iglesias cristianas rechazan las prácticas coercitivas (es decir, obligatorias) o las que dañan a las personas LGBT, explicó el arzobispo. «Estamos preparados para trabajar con el gobierno para encontrar formas de asegurar que la gente esté protegida.» Sin embargo, añadió, el proyecto de ley va mucho más allá de eso.
Ataque directo a las creencias religiosas
John Steenhoff, director de la Alianza de Leyes de Derechos Humanos, fue aún más franco, calificando el proyecto de ley del gobierno victoriano como un «ataque directo a las creencias religiosas y al cristianismo en particular». Dijo que el proyecto de ley se dirigía a aquellos que compartían creencias tradicionales sobre la orientación sexual y la identidad de género. «Es demasiado amplio y prescribirá la ideología extrema, especialmente en lo que se refiere a la ideología de género», dijo Steenhoff.
Michael Quinlan, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Notre Dame en Sydney, lo llamó «un enfoque muy draconiano y autoritario que ningún gobierno debería adoptar». Dijo que el proyecto de ley del gobierno de Victoria no sólo era «una afrenta a la libertad religiosa, sino también una afrenta a la libertad de elección». Rezar nunca debe ser visto como un crimen.
Con información de InfoCatólica