143 beatos en Paracuellos + 63 en el Valle de los Caídos.

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Cuando completemos con las beatificaciones que deben completarse en 2021 y alcancemos la cifre de 2.096 Santos y Beatos de la persecución religiosa, sumaremos cinco mártires más cuyos cuerpos yacen en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos (sobre estas líneas la capilla de Ntra. Sra. del Pilar en el Valle, donde yace sepultado el popular padre Gafo o las religiosas de la Visitación que fueron beatificados en 2007, durante el pontificado de Benedicto XVI).

De los primeros 58 ya hemos dado cuenta en entradas anteriores:

El Valle de los Caídos: la Basílica de los Mártires.1 – ReL (religionenlibertad.com)

El Valle de los Caídos: la Basílica de los Mártires.2 – ReL (religionenlibertad.com)

El Valle de los Caídos: la Basílica de los Mártires.3 – ReL (religionenlibertad.com)

El Valle de los Caídos: la Basílica de los Mártires.4 – ReL (religionenlibertad.com)

Cuando sean beatificados el grupo de sacerdotes de la Archidiócesis de Granada sumaremos dos mártires más en el Valle:

59.- FRANCISCO MORALES VALENZUELA. Nació en Alhama de Granada el 22 de noviembre de 1877. Fue ordenado presbítero el 6 de junio de 1900. Fue párroco de Beas de Granada, coadjutor de Alhama de Granada, párroco de Quéntar y, finalmente, sacerdote adjunto a la parroquia de su pueblo, sirviendo algún tiempo a Santa Cruz del Comercio. Celebraba habitualmente en la Iglesia del Carmen. Fue detenido el 27 de julio y encarcelado con los demás sacerdotes del pueblo, pero no salió con ellos el día 30 para ser asesinado. Murió el 1 de agosto. El Siervo de Dios, nacido en Alhama dio su vida en la misma ciudad, entre los suyos, por defender su fe y su sacerdocio.

Estas fueron las circunstancias de su martirio. Unos aviones atacaron a una columna que salía de Alhama hacia Granada, como represalia algunos se dirigieron a la cárcel con la intención de fusilar a los presos que quedaban. Pero antes el carcelero abrió las puertas y los presos huyeron e intentaron buscar un refugio, pero poco a poco fueron descubiertos y muertos. Fueron unos quince. El sacerdote junto con otros tres busca amparo en la sacristía de la Iglesia Mayor. Allí le buscan. Abre el Siervo de Dios la puerta y se encuentra cara a los que los buscan. Todos fueron muertos allí. El Siervo de Dios, al parecer, quedó con alguna vida sufriendo vejaciones por parte de los transeúntes durante unas horas. Finalmente, su cadáver fue arrojado por el pretil existente cerca de la puerta de la sacristía. Estuvo sepultado en el cementerio de Alhama y posteriormente fueron trasladados sus restos al Valle de los Caídos.

60.- JOSÉ MUÑOZ CALVO. Nació el 16 de abril de 1913 en Alhama de Granada, hijo de una familia profundamente cristiana. En 1936 era un joven jovial y alegre, titulado en bachillerato. Al concluir el servicio militar se inscribió en la Acción Católica. Se sentía orgulloso de llevar la insignia prendida en la solapa de su chaqueta. El joven piadoso se convirtió en apóstol: daba catequesis a los pequeños y sesiones de formación a los jóvenes. Fue nombrado presidente de los Jóvenes de Acción Católica.

Ayudó la Santa Misa a su párroco, Pedro Ruiz de Valdivia, en la festividad de Santiago Apóstol y se sintió fortalecido espiritualmente frente a la situación antirreligiosa que se respiraba en el pueblo. El 27 lo buscaron en su casa y cuando preguntó qué querían de él, le contestaron: ¿no eres tú el presidente de Acción Católica?; sí, lo soy –respondió él- si es por eso, vámonos. Permaneció en la cárcel hasta el día 30, día en que murió en la carretera de Alhama a Loja, junto con los compañeros a los que animó con estas palabras: Muramos tranquilos, somos católicos y nuestro único delito es serlo. Vamos a ser mártires de Cristo. Viva Cristo Rey. Tenía 23 años.

Tenemos un mártir en el cielo, es la noticia que la madre del Siervo de Dios recibe de sus hijas. Así presentan a la madre la más terrible noticia con palabras iluminadas por la fe y la esperanza cristianas. Y esta es la reacción de la madre: Que la sangre de mi hijo, tan inocente, sirva para la conversión de los que le han matado. También hay en esta familia una admirable muestra de amor cristiano. María y Virginia, hermanas del Siervo de Dios, habían llevado la comida a su hermano durante los días que estuvo en la cárcel. Seis meses después cambió la situación en Alhama. Una mujer que estuvo de acuerdo con la muerte de los mártires está ahora en la misma prisión. Se entera la madre del Siervo de Dios y envía a su hija María a la cárcel con comida para ella. Cuando la reclusa ve quién es la que la socorre exclama: Ahora sí creo que existe Dios.

Los restos del Siervo de Dios fueron trasladados al Valle de los Caídos.

Cuando sean beatificados el grupo de 123 mártires de la diócesis de Córdoba sumaremos tres mártires más en el Valle:

61.- JOSÉ LÓPEZ CÁCERES. Nació en Torrecampo (Córdoba) 22 abril 1904. Fue bautizado en la Parroquia de San Sebastián de su pueblo a los dos días de nacer. Sus padres eran Francisco López Campos, un humilde propietario, y Manuela Cáceres Fernández, camarera perpetua de la Virgen de las Veredas, Patrona de su pueblo. Era una familia numerosa, con otros diez hermanos (él era el mayor), y una de las más piadosas y ejemplares de su localidad.

En 1917 pide entrar en el Seminario de San Pelagio. Por su aplicación y capacidad intelectual consiguió las más altas calificaciones en sus estudios eclesiásticos. Un compañero de curso lo recuerda como una persona trabajadora, de carácter recio y alentador con ejemplo y buena conducta ante sus condiscípulos. Recibió el presbiterado con 23 años, el 11 de junio de 1927. Una semana más tarde toma posesión de una coadjutoría de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Purificación de Puente Genil, y es capellán de las Religiosas de la Compañía de María. Informa su párroco que, en su ministerio, “se atiene a todos los preceptos y cánones en el cumplimiento de sus deberes”.

Es destinado a la Parroquia de San Bartolomé de Espejo y el 1 de julio de 1932 pasa a ella, que será su último destino. Con tan sólo 28 años es nombrado cura ecónomo, prueba de la alta estima y aprecio de su Obispo, contando con la ayuda de un coadjutor. Además en dicho pueblo quedó probado su trato afable y humano, y su gran generosidad y cariño hacia los pobres.

Espejo vive una religiosidad tradicional, con las carencias propias de la época, sobre todo una catequesis raquítica y escasa asistencia a Misa. El asociacionismo católico es escaso, contrastando vivamente con los movimientos políticos que agitan profundamente a la localidad, de marcado signo antirreligioso. La revolución, proclamada en Espejo el 22 de julio de 1936, tiene un carácter comunista.

Cuenta don Rabel María Espinosa, párroco de Espejo tras la toma del pueblo por los nacionales, que don José, “el párroco, después de estallada la revolución, marchó al comité y solicitó permiso para ir a la parroquia, a la que efectivamente se encaminó entre dos fusileros a recoger el Santísimo. Desde este momento quedó en su casa, hasta que un día, el 31 de Julio, fueron por él diez fusileros que lo condujeron hasta el Comité, y, desde este, pasó en calidad de prisionero al castillo de esta villa hasta la noche del cuatro de agosto (…). En la noche del cuatro de agosto le sacaron con otros presos en un camión y le condujeron al cementerio en donde fue fusilado sin dejar antes de dar pruebas de serenidad y entereza, sacando, al bajar del camión el rosario, a la vez, que exhortaba a sus compañeros a prepararse para la muerte, oyéndosele decir con frecuencia: ‘Dios mío perdónalos y perdónanos’, sus restos, inhumados primero en el cementerio de Espejo, fueron trasladados en 1973 a la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos (M. Nieto Cumplido y L. E. Sánchez, o. c., pág. 522).

Sus restos fueron primeramente sepultados en el Cementerio de Espejo el 6 de noviembre de 1936, y el 28 de mayo de 1973 se trasladaron a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, en el columbario nº. 10.985, piso 1º, Cripta de la Virgen del Carmen, nº 33.483 del libro de inhumaciones.

62.- ANTONIO GAITÁN PERABAD nació en El Carpio (Córdoba), 27 agosto 1920. Hijo de Manuel Gaitán Solís, propietario de un comercio de comestibles, y Araceli Perabad Alpuentes, que se ocupaba de las tareas del hogar. Le bautizaron en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de El Carpio el 4 de octubre de 1920. No consta que fuera confirmado. Vivían en la Plaza de Wilson, número 10, piso bajo, formando un matrimonio sencillo y normal. Tuvieron siete hijos pero sólo vivieron cuatro, tres niños y una niña, Araceli (miembro de la Institución Teresiana), siendo don Antonio el segundo. Recibieron una buena educación moral y cristiana, enseñándoles a rezar y estudiando en el Colegio de las Hijas del Patrocinio de María. Ayudaba a su padre en la tienda, y le gustaba pintar y montar a caballo.

Tras sus estudios primarios, don Antonio los continuó en la Escuela Pública, con buen provecho: era estudioso, inteligente y buen compañero. No perteneció a ningún partido político, pero muchos de sus amigos eran de derechas. Tuvo amistades femeninas, pero fueron simples relaciones de amistad. Fue miembro de una cofradía de Semana Santa. Pudo ampliar estudios de Bachiller en Córdoba, pero eligió quedarse en el pueblo y ayudar a su padre en el comercio.

El Carpio se sumó a la sublevación de las fuerzas nacionales a los pocos días de la misma, por la acción de la Guardia Civil y las personas de derechas del pueblo. La localidad fue retomada por las fuerzas republicanas mediante unas acciones armadas desde el día 21 de julio, que culminaron con su conquista completa el día 24. Desde entonces, las detenciones fueron frecuentes entre las personas que se creían afectas a las derechas. Entre ellos fueron detenidos don Antonio, su padre y dos primos, y les condujeron a prisión.

Después de veinte días preso, durante los cuales sufrió vejaciones y privaciones, don Antonio fue asesinado junto a su padre mediante varios disparos en la cabeza en la noche del 21 de agosto. Murió a las puertas del Cementerio de su localidad natal, siendo posteriormente arrojado a una fosa común allí mismo, junto con otros de los asesinados.

Antonio, con sus 15 años cumplidos y restándole seis días para los 16, es el segundo más joven del grupo de los 127 mártires de la Persecución Religiosa en la Diócesis de Córdoba.

Sus restos fueron primeramente sepultados en el Cementerio de El Carpio el 5 de marzo de 1937, y el 24 de marzo de 1959 se trasladaron a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, en el columbario nº. 314, piso 1º, cripta derecha, nº. 726 del libro de inhumaciones.

63.- ANDRÉS RUEDA ROJAS nació en Pedro Abad (Córdoba) 8 julio 1895. Era hijo de Andrés Rueda Castilla y Juana Rojas Gómez, que le bautizaron en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Pedro Abad el día 14 de julio de 1895. Se desconoce si fue confirmado.

Contrajo matrimonio canónico con doña María del Carmen Román García, natural de Córdoba, en la citada Parroquia, el día 26 de abril de 1926. Tuvieron ocho hijos (la más pequeña, Carmen de los Dolores, nacida poco antes del asesinato de su padre y muerta durante la segunda estancia de éste en la cárcel). Se trataba de un matrimonio con profundas raíces católicas, que educaron en esta misma fe a sus hijos (uno de ellos se ordenaría como sacerdote en la Diócesis de Córdoba: don Francisco Rueda Román).

Don Andrés era el Presidente de la Acción Católica de Pedro Abad, en la Rama de Hombres, y dirigía la cocina económica que la Acción Católica creó, en unión de la parroquia, para ayudar a los pobres de la localidad. También era el Secretario de Acción Popular. Asistía frecuentemente a Misa, acompañado de su familia. Todas estas circunstancias de vida y religiosidad de don Andrés eran notorias y bien conocidas.

Don Andrés fue detenido en su propia casa el 20 de julio de 1936, siendo encarcelado en la “Casa Olaya” junto con dos hermanos suyos, el párroco de Ntra. Sra. de la Asunción de Pedro Abad, don Alfonso Canales Rojas (coadjutor de la misma, también mártir) y otros vecinos. El párroco confesó a todos y les dio la absolución. El día 22 de julio los milicianos advirtieron la próxima llegada a Pedro Abad de las tropas franquistas, y decidieron disparar por las ventanas de la cárcel sobre los detenidos; murieron varios hombres, otros quedaron ilesos (como le sucedió al párroco), y otros fueron heridos, entre ellos don Andrés.

Tras realizarles unas curas de urgencia, el médico don Eduardo Tello envió a todos los heridos al Hospital de Córdoba. Pero don Andrés, en contra de los consejos médicos, decidió quedarse en el pueblo ante la inminencia del parto de su esposa y también para cuidar a sus otros hijos. Pocos días después, el pueblo fue reconquistado por las tropas de la II República y los milicianos. Inmediatamente detuvieron por segunda vez a don Andrés, además de a otros hombres.

A las cuatro de la tarde del día 10 de agosto, en un descampado en la afueras del pueblo, en la carretera hacia el vecino pueblo de El Carpio (el llamado “Cruce de Bujalance”), fue fusilado en compañía de otros cinco compañeros. Se sabe que don Andrés murió perdonando a sus asesinos, pidiendo que sus hijos fuesen educados en la clemencia y el perdón, y al grito de “¡Viva Cristo Rey!”, porque así lo contaron los asesinos a su esposa e hijos.

Al día siguiente fueron recogidos los cadáveres e inhumados en una fosa común del Cementerio de Pedro Abad y cubiertos con cal viva. Cinco meses más tarde las respectivas familias los extrajeron e identificaron; don Andrés lo fue por las iniciales bordadas en su camisa. El 24 de marzo de 1959, por expreso deseo de sus familiares, sus restos fueron trasladados a uno de los columbarios de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, donde reposan en la actualidad.

Respecto a Paracuellos de Jarama:

Los 143 Beatos de Paracuellos – ReL (religionenlibertad.com)

Obispado de Alcalá de Henares: Noticias (obispadoalcala.org)

De entre estos religiosos ya han sido beatificados por el papa San Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI y ahora el papa Francisco, 143 mártires: 63 religiosos Agustinos, 22 Hospitalarios de San Juan de Dios, 13 Dominicos, 6 Salesianos, 15 Misioneros Oblatos, 3 Hermanos Maristas, 1 sacerdote de la Orden de San Jerónimo, 1 Capuchino, 1 religioso de la Orden del Carmen, 9 Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) y 9 miembros de la Familia Vicenciana.

Con información de Religión en Libertad/Victor in vínculis

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