Los católicos franceses continúan en pie de guerra contra el Gobierno por lo que consideran un ataque fundamental a sus derechos por las restricciones del culto público. Debido al confinamiento decretado en el país no ha habido misas públicas desde el 2 de noviembre. Ante las quejas de los obispos y sobre todo la presión de miles de personas que se concentraron ante las iglesias finalmente decidieron abrir la mano, pero de una manera claramente insuficiente.
El Gobierno francés ha dictado un aforo máximo de 30 personas en las misas, sea cual sea la capacidad del templo, algo que no se tendrá en cuenta. Por ejemplo, en una misa en la catedral de Reims no podrá haber más de 30 personas, al igual que en una iglesia en un pequeño pueblo de la Bretaña.
Las reacciones ante esta decisión no se han hecho esperar. En un comunicado, la Conferencia Episcopal Francesa ha calificado de “inaceptable” que se limite a 30 personas para las misas públicas y han recurrido nuevamente al Consejo de Estado estas restricciones. Los obispos exigen que se permita un tercio del aforo total.
De hecho, los obispos se han mostrado en esta ocasión extremadamente duros. Michel Aupetit, arzobispo de París, declaraba a Le Figaro que “es una medida totalmente estúpida que contradice el sentido común”.
El Arzobispo de París, Michel Aupetit, con el Primer Ministro de Francia, Jean Castex
“Treinta personas en una pequeña iglesia de pueblo, entendemos, pero en la Iglesia de Saint-Sulpice (la segunda iglesia más grande de París) ¡es ridículo! Dos mil feligreses vienen a ciertas parroquias de París, y vamos a parar en el 31… Es ridículo”.
Igualmente indignado se manifestó Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, el prelado más activo en evangelización en toda Francia. “Deploro el desprecio del Estado por los católicos”, ha afirmado en un comunicado tras el anuncio que realizó el Gobierno.
Rey considera “insultante” la propuesta de las 30 personas en misa “negándose absurdamente a tomar en cuenta el tamaño y capacidad de las iglesias”.
“Muchos cristianos se han sentido indignados por esta medida discriminatoria, inaceptable y poco realista que nos obliga a clasificar selectivamente a los fieles. La inconsistencia y la injusticia de las últimas medidas están fracturando a la sociedad”, afirma el obispo ante la clasificación de actividades esenciales y no esenciales.
Por todo ello, de cara a este Adviento y la limitación de la capacidad impuesta por el Gobierno, monseñor Rey ha invitado a sus sacerdotes a aumentar el número de celebraciones y a permitir que “la observancia de precepto se traslade a los demás días de la semana para permitir que el mayor número posible de personas asista a misa”.
Sin embargo, este obispo francés anunció que “no habrá selección, segregación o limitación en el Pueblo de Dios que vendrá a la iglesia. Se requerirá el firme cumplimiento de las medidas sanitarias (distancia de 4 m2 por persona, gel, mascarilla y gestos de barrera) ya recomendadas y aplicadas. Como desde el comienzo de esta crisis, considero que los sacerdotes y los fieles son personas libres y responsables. Garantizo mi protección a quienes puedan estar en dificultades, seguro de que el Estado no puede perturbar los oficios divinos y quienes vienen allí a buscar alegría y esperanza”.
Con información de Religión en Libertad