La sierva de Dios Floripes de Jesús, más conocida como Lola, fue una laica brasileña que vivió solo de la Eucaristía durante 60 años.
Lola nació en 1913 en el estado de Minas Gerais, Brasil. A los 16 años se cayó de un árbol. El accidente cambió su vida. Quedó parapléjica y «su cuerpo cambió, ya no sentía hambre, sed ni sueño. Ningún remedio fue efectivo», dijo el sacerdote brasileño Gabriel Vila Verde, quien recientemente compartió la historia de Lola en las redes sociales.
Lola comenzó a alimentarse con una sola Hostia consagrada al día. Vivió así durante 60 años, dijo Vila Verde. Además, «durante mucho tiempo estuvo en una cama sin colchón, como forma de penitencia».
La fe en la santidad de la laica creció y miles de peregrinos vinieron a verla a su casa, continuó el sacerdote. De hecho, «un libro de firmas de visitantes de la década de 1950 registró que 32,980 personas la visitaron en solo un mes».
Vila Verde dijo que Lola daría el mismo pedido a todos los que vinieran a verla: ir a la confesión, recibir la comunión y completar la devoción del primer viernes en honor al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando el arzobispo Helvécio Gomes de Oliveira de Mariana le pidió a Lola que dejara de recibir visitas y que «viviera una vida de silencio y privacidad», ella obedeció.
«El obispo permitió que el Santísimo Sacramento fuera expuesto en la habitación de Lola, donde también se celebraban misas una vez por semana. La Comunión diaria fue proporcionada por ministros laicos», dijo Vila Verde.
El sacerdote destacó que Lola dedicó su vida a rezar por los sacerdotes y difundir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Era conocida por decir: «Quien quiera buscarme, me encuentra en el Corazón de Jesús».
Lola falleció en abril de 1999. A su funeral asistieron 22 sacerdotes y unos 12.000 fieles. Fue declarada Sierva de Dios por la Santa Sede en 2005.
Con información de InfoCatólica