Las terribles consecuencias del Covid.

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

El mundo no se ha terminado de recuperar de la primera ola del Covid, y ha empezado una nueva etapa de la enfermedad que da la impresión que es más agresiva y contagiosa que la primera. Nuevamente, Europa cierra sus fronteras y decreta duros confinamientos que vuelven a ser una limitación a las libertades individuales y un nuevo freno a una economía y, a pesar de que en ella están situados los países más ricos, saben que no se puede estirar más la liga y puede traer consigo un verdadero desastre económico.

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud afirma que si los gobiernos no hubieran hecho nada para frenar la propagación del virus, pudieron haber muerto unos 40 millones de personas en el mundo, y si bien una sola vida humana tiene un valor inconmensurable, lo cierto es que a cambio, son cientos de millones de personas que verán sus vidas y aspiraciones perdidas por las consecuencias económicas, sicológicas y sociales a causa del confinamiento y el aislamiento.

Según las Naciones Unidas, el confinamiento forzoso y el freno a la economía llevará a la pobreza a 450 millones de personas, y según cifras del Banco Mundial, en este año se tendrán entre 70 y 100 millones de personas más viviendo en extrema pobreza. Aún más apocalípticos son los datos de la FAO que prevé que debido a la interrupción de las cadenas de producción, unas 265 millones de personas podrían estar en riesgo de morir por inanición.

Las personas más afectadas por esta crisis son las que emigraron del campo a la ciudad, huyendo de la pobreza; millones de ellos han perdido sus trabajos y se han visto obligados a regresar a sus lugares de origen, pues, aunque hay menos oportunidades de progreso, es menor el costo de la vida.

No cabe duda que entre los más afectados están los niños que se han visto obligados a estar recluidos en casa, sin poder asistir presencialmente a las escuelas, perdiendo contacto y la posibilidad de convivir con sus compañeros, con el consecuente estrés, ansiedad y depresión. Lo mismo los jóvenes que han visto desplomarse su futuro profesional y laboral y que viven la angustia de un futuro incierto y desolador.

El mundo de consumo que era el motor de la economía mundial prácticamente se ha desplomado, grandes sectores de la economía global están agonizando, como el turismo, la aeronáutica, la industria automotriz y los servicios, y con esta debacle, penden de un hilo millones de empleos y las familias que de ellos dependen.

Ante la segunda ola de esta pandemia los gobiernos tienen la grave responsabilidad de preguntarse si el modo como han manejado la crisis ha sido el más adecuado, si los confinamientos generalizados causantes de la paralización de las economías y de la pobreza de millones de personas ha sido la decisión correcta. O es urgente cambiar el manejo de esta segunda ola antes que sea demasiado tarde.

Con información de Contra Replica/P Hugo Valdemar
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