1. San Alfonso escribe en su Regla de Vida (II, I):
Ganarás más aceptando pacíficamente el desprecio que si ayunaras diez días a pan y agua. Las humillaciones que nos infligimos son buenas, pero es mucho mejor aceptar las humillaciones que nos infligen los demás, porque en ellas hay menos de lo nuestro y más de Dios; (…) ».
2. Ciertamente cuando la Verdad es ofendida debemos reaccionar y defenderla. Los derechos de Dios nunca deben ser pisoteados. Pero esto no se aplica a nosotros.
A menos que la legítima defensa esté directamente ligada a la defensa de la Verdad y del propio papel en el servicio de Dios (y por tanto debe evitarse el riesgo del escándalo), las humillaciones deben aceptarse con espíritu de resignación.
3. Los santos incluso dan gracias si el Señor les permite sufrir humillaciones.
Es la oportunidad de asimilarse al Jesús burlado de la Pasión. Esto -como bien dice San Alfonso- vale mucho más que muchos sacrificios y mortificaciones voluntarias, donde muchas veces sólo hay el propio esfuerzo. Aceptar lo inesperado y lo impuesto vale mucho más.

Por CORRADO GNERRE.
ITRESENTIERI.