La urgencia de reconocer la dignidad de cada persona y mejorar la calidad de vida individual y familiar supone, en primer lugar, definir cómo se entiende el concepto de “dignidad” y saber exactamente qué papel puedo jugar en la sociedad para que esta se logre. Definamos la dignidad desde la perspectiva de cada ser humano, bajo el supuesto de que todos la poseemos.
La dignidad hace referencia al valor inherente de cada ser humano, sin importar su raza, género, religión, edad, nacionalidad o cualquier otra característica. Por el simple hecho de ser hombres de buena voluntad, hay que trabajar por una sociedad en la que la dignidad de cada ser humano sea respetada. Esta no se refiere sólo al alma, sino a la persona también como unidad inseparable. En el seno de la antropología, esto tiene implicaciones a nivel personal y social.
Este principio, plenamente reconocido, fundamenta la primacía de la persona en sus derechos, pero también en sus responsabilidades. El reconocimiento de la dignidad está por encima de todo interés económico, ya que las finanzas no existen por sí mismas. No son solo un instrumento, pues su finalidad es la persona humana y su realización plena en la dignidad. El papa Francisco invitaba a la Iglesia a confesar a un padre que ama definitivamente a cada ser humano, con ello, descubría que se refiere a la dignidad de la persona. Hay que respetar en toda situación la dignidad ajena, porque ella supone mi dignidad y la de los demás.
Es importante lograr una conciencia progresiva sobre la centralidad de la dignidad humana. Si así lo hiciéramos, la sociedad cambiaría y daríamos un salto de trascendencia. Pensemos lo siguiente: cada ser humano se reviste de una dignidad particular, según su rango y dentro de un orden determinado. Los seres poseen su “propia dignidad”, pero aun así estamos lejos de un pensamiento capaz de fundamentar el respeto por toda persona humana. Como decían nuestros padres, abuelos y bisabuelos: “a las personas se les respeta, independientemente de sus condiciones humildes, sus necesidades o sus trabajos”. Por ello, afirmo que la importancia del valor y la dignidad de toda persona es independiente de su condición social o de circunstancias extremas. Las mujeres, los niños, los enfermos, los extranjeros… hay que identificarse con todos ellos. Respetar los derechos de todos los seres humanos es fundamental. Todo reconocimiento de la dignidad no puede depender de mis intereses o estados de ánimo al tratar con los demás.
En efecto, sería prudente ser garantes de la dignidad humana para determinar y garantizar el cumplimiento del respeto a toda persona, con el cual cada quien sepa que es honorable por sí mismo, que es valorado y, al mismo tiempo, respetado en todos sus derechos y cumplidor de sus deberes como ser humano. Para mí, el trato que debe darse a todo ser humano debe ser digno, tanto como individuo como parte de la sociedad. Sin embargo, no puedo concebir las posturas naturalistas o animalistas que, en aras de buscar un respeto, postulan una equiparación entre los seres humanos y los seres vivos. Hay que hacer valer nuestra dignidad con una vida decorosa, de acuerdo con nuestros principios.
El respeto al derecho ajeno es la paz …. Decía Don Benito Juárez 👍😉
Mis maestros me decían tus derechos terminan donde empiezan los del otro ….
Dios me dice que debo de amar a mi prójimo como el me ha amado 😊 entonces debo respetar la dignidad del otro y hacer que respeten la Mía 👍🙏