Este 3 de noviembre, la Iglesia de México llama de nuevo a la paz. Una Jornada de Oración que es, además, un llamado urgente e inaplazable para salvar a México, mismo que parece deshacerse en las manos de quienes pretenden gobernarnos.
“La Iglesia abraza a Chiapas sin olvidar el clamor que se eleva desde Culiacán, las poblaciones de Guerrero y Michoacán, como de cualquier rincón de nuestra patria donde la violencia desfigura la sagrada dignidad de la vida humana. #ChiapasNoEstaSolo”, dice el comunicado dirigido a todas las comunidades católicas y a los hombres y mujeres de buena voluntad incluso animando a fieles de otras religiones y confesiones a tomar esta misma causa.
Sin lugar a duda, el asesinato del padre Marcelo Pérez advierte que las cosas empeoran. Desde el inicio de la presente administración, la desestabilización de comunidades, el crimen y la guerra no declarada han puesto en tela de juicio si el llamado “segundo piso” valió la pena ser votado el 2 de junio. Y todo indica que el rumbo tomado no ha sido lo mejor. Desde luego, las cosas llevan su tiempo, pero millones de ciudadanos no pueden esperar seis años para ver que sus vidas o sus patrimonios estén a salvo gracias a un robusto Estado de derecho donde las instituciones estén fortalecidas.
Por el contrario, se asoma una crisis legal y de la Constitución México no está un punto de transformación positiva y más bien en un quiebre que puede ser pauta de un destino de incertidumbre. A lo anterior, se suma la inestabilidad de la seguridad mientras miles de familias no tienen un presente en paz .
Por eso, hombres y mujeres de buena voluntad, ahora son convocados. La Iglesia sabe que sólo la fe y la oración, como instrumentos que propician el diálogo, son la mejor manera de construir el México que anhelamos como piden los obispos: Construir puentes de diálogo en medio del conflicto, defender la dignidad humana donde es amenazada, promover la reconciliación en contextos de división, elevar la voz por quienes han sido silenciados y acompañar y consolar a todas las víctimas de la violencia.
Sin embargo, hay responsables y esos juraron guardar y hacer guardar la Constitución. Esos deberán responder por el clima que ahora perturba a esta nación. ¿Podremos salir adelante? Sin duda es una pregunta que merece una respuesta que implique certidumbre. Más que detonar las instituciones, los mexicanos merecemos un gobierno que garantice la paz y el derecho. Y esto no es menor… porque ahora el futuro se muestra muy incierto.