No todos se salvarán…

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

En el evangelio de este domingo, vemos cómo se le acerca a Jesús un hombre para hacerle una pregunta fundamental, una de esas interrogantes que ninguna persona creyente, si es que se considera tal, puede dejar de hacer en la vida: ¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contesta con toda claridad y sencillez: “Ya conoces los mandamientos, no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no calumniadoras, no cometerás fraude, honrarás a tu padre y a tu madre”, en pocas palabras, se trata de cumplir eso que conocemos como los Diez mandamientos, ellos son el principio, el fundamento de una vida buena y cristiana, no son el culmen, sino que son la base de la justicia, la honestidad, la ética sin la cual nadie puede decir que vive una vida conforme a la voluntad de Dios que nos manda a cumplir los mandamientos.

¿Qué has hecho? La pregunta ¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? La vida que vives aquí es pasajera, tan sólo unas cuantas décadas que se nos van como agua entre las manos. No puedes hacer nada para prolongar tu vida terrena, es efímera, pero lo que hagas en esta vida que es corta, será fundamental para tu salvación o tu condenación que esa, sí será eterna.

Así pues te has preguntado: ¿Me salvaré? Ciertamente no te salvan tus propios méritos y obras, te salva Cristo con su gran misericordia que ha entregado tu vida por ti en la cruz por el perdón de tus pecados, pero tu conducta es ya un indicador de tu salvación o de tu perdición eterna.

Hoy, hay una creencia equivocada. Se piensa que la persona, por el simple hecho de morir, se va de manera automática al cielo y no es así, sólo los santos, los que han vivido heroicamente su vida de fe, una vez que termina su vida mortal, van directo a Dios, pero lo más seguro es que la inmensa mayoría de las personas que mueren, con grandes defectos e imperfecciones van, no directamente al cielo, sino a un lugar de purificación que se llama purgatorio y, sólo después de ser purificados y perfeccionados, van a gozar de Dios.

Por eso se vuelve muy importante rezar por nuestros difuntos, pedir por ellos el perdón de sus pecados y que entren al descanso eterno, por eso es muy hermosa la costumbre de los fieles de ofrecer la santa misa, el sacrificio mismo de Cristo en la cruz, por la salvación eterna de sus fieles difuntos.

¿Qué debo hacer para salvarme? Jesús te dice: “Cumple con los mandamientos”, pero si quieres ser perfecto, despégate de todo, bienes, personas, ideas y haz la voluntad de Dios, sigue a Jesús, no olvides que cada día de tu vida que tienes es una oportunidad que Dios te da para convertirte, para cambiar tu vida,  para vivir como Dios pide y puedas alcanzar así la vida eterna.“Señor Jesús, yo quiero salvar mi alma, tanto es mi miedo a la condenación eterna que ni siquiera quiero pensar en ello, es más, me llego a decir a mí mismo que el infierno no existe y, al final, tu misericordia es tan grande que, hagamos lo que hagamos, nos perdonarás y nos salvaremos, pero al fondo sé que eso no es verdad, pues cuando yo muera, tú, el juez misericordioso y justo, me harás un juicio y, dependiendo de mi vida, me dirás: “Vas a gozar del reino de Dios o ¡Apártate de mi, maldito! Ve al fuego eterno preparado para Satanás y sus ángeles”. Señor, dame la fuerza de cumplir tus mandamientos para que pueda alcanzar la vida eterna, para que pueda salvarme”.  Feliz domingo. ¡Dios te bendiga!

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