Dios camina con su pueblo. Homilía dominical del arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

HOMILÍA
XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
110ª JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO
Ciclo B
Num 11, 25-29; Sant 5, 1-6; Mc 9, 38-43. 45. 47-48.

“Dios camina con su pueblo”.

In lake’ex ka t’ane’ex ich maaya, kin tsikike’ex yéetel kimak óolal. Bejlae’ taan k’imbesik u noj k’inil tulakal máak bija’an tanxel lu’um kuxtal. Papa Franciscoe’ ku k’a’asik ti to’on: bix jajal Dios ku xíimbal yeetel u kajal. Je bix u kajil Israel xiimbanaj te x-tokoy lu’umo’, bey le migrantes taan u ximbalo’ob tanxel kajo’obo’. Bey xan taan u ximbal yeetel to’on kalikil xiimbal ti le kuxtal jela’.

Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo con el afecto de siempre y les deseo todo bien en el Señor en este domingo vigésimo sexto del tiempo ordinario. Hoy celebramos la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado; el lema que escogió el Papa Francisco para esta Jornada es: “Dios camina con su pueblo”. Dice el Papa en su mensaje: “Es posible ver en los emigrantes de nuestro tiempo, como en los de todas las épocas, una imagen viva del pueblo de Dios en camino hacia la patria eterna. Sus viajes de esperanza nos recuerdan que «nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo» (Flp 3,20)”.

Dice también el Romano Pontífice en su mensaje: “Muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino. A Él, en la oración, confían sus esperanzas. Imaginemos cuántas biblias, evangelios, libros de oraciones y rosarios acompañan a los emigrantes en sus viajes a través de desiertos, ríos y mares, y de las fronteras de todos los continentes”.

Añade luego: “Por eso, el encuentro con el migrante, como con cada hermano y hermana necesitados, es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo Él mismo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos”. (Mensaje del Papa Francisco, por la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado).
https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/20240524-world-migrants-day-2024.html

Que la celebración de esta jornada nos ayude a entendernos como pueblo de Dios que peregrina por este mundo hacia su reino, teniendo en cuenta que Dios camina con nosotros, en medio de nosotros. Que todos tengamos una actitud y comportamiento verdaderamente cristianos hacia los migrantes.

El evangelio de hoy, según san Marcos, comienza hablando de la expulsión de los demonios que practicaban otros que no eran discípulos de Jesús. Tal vez esos otros que expulsaban demonios habían sido discípulos de Juan el Bautista, de algún otro predicador o simplemente habían sido del grupo de Jesús y luego se separaron. El caso es que los discípulos no tenían intención de abrirse a los otros, por eso Jesús les llama la atención.

Al igual que el apóstol san Juan en el evangelio de hoy, quien quería prohibir a los que expulsaban demonios sin ser de su grupo que lo siguieran haciendo; algo semejante pasa en la primera lectura, tomada del Libro de los Números. Yahvé Dios tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos que habían sido convocados, los cuales se pusieron a profetizar; sin embargo, dos hombres que se habían quedado en el campamento recibieron también el espíritu que se posó sobre ellos y se pusieron igualmente a profetizar. Josué le pidió a Moisés que les prohibiera a estos dos profetizar, a lo que Moisés respondió: “¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el Pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor” (Num 11, 29).

Los muros que hoy se construyen, materiales, morales o legales, significa no reconocer al Dios que camina con los migrantes ¿Cómo vamos a compartir las cosas espirituales o a estar en comunión unos con otros, si excluimos a algunos, por ser pobres o por no tener toda la documentación? Ojalá descendiera sobre todos el Espíritu del Señor.

Hoy Jesús dice en el evangelio: “Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa” (Mc 9, 41). Así como tenemos fe en que el Señor se hace presente en sus ministros y les ofrecemos un vaso de agua, o tratamos de resolverles todas sus necesidades, recordemos que los pobres son también sacramento vivo de Jesús, quien nos dice: “Tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui migrante y alojaron en sus casas…” (Mt 25, 35).

Jesús nos amonesta y señala la gravedad que hay en escandalizar a una de estas personas, y dice en el evangelio de hoy: “Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valiera que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar” (Mc 9, 42).

¡Ah, porque casi todos los migrantes son creyentes en Cristo!, aunque pertenezcan a distintas iglesias. Los miles de migrantes atorados en la frontera sur o norte de México son en general gente sencilla que se siente escandalizada por el rechazo, el odio y la indiferencia del común de la gente y, por supuesto, de los gobiernos de los pueblos por donde van pasando. Con esas actitudes podemos llevarlos a alimentar resentimientos o incluso inducirlos hasta el robo en su desesperación por tener el pan de cada día.

Bendito sea Dios, que la caridad cristiana que los migrantes encuentran en nuestra Iglesia y en otras iglesias, no es la única muestra de fraternidad que ellos reciben en su camino, porque existen muchos buenos samaritanos y samaritanas (como las matronas), que a su paso les ofrecen tan siquiera un vaso de agua. Si todos hiciéramos lo mismo, no sería tan difícil la tarea de servir a Cristo en los migrantes y refugiados.

En la segunda lectura el apóstol Santiago habla con mucha dureza contra los ricos diciéndoles: “Lloren y laméntense, ustedes los ricos, por las desgracias que les esperan” (Sant 5, 1). Por supuesto que todos sabemos que hay riquezas fundadas sólo en el trabajo y la bendición de Dios, al igual que hay gente rica que es muy justa en el trabajo de sus empleados, así como también muy generosa con los necesitados.

En este caso, Santiago se refiere a los ricos sin escrúpulos ni ética, que han amasado sus fortunas defraudando a otros y haciendo toda clase de negocios sucios. Por eso dice: “El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes; sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos” (Sant 5, 4). Los ricos que son así, son causantes de la migración.

La responsabilidad personal de los ricos para con los pobres, también debe considerarse como la responsabilidad de las grandes potencias económicas, sobre todo en este mundo globalizado, en el cual, en muchas formas, el enriquecimiento de una nación se funda en el empobrecimiento de otras naciones ya de por sí pobres.

Por eso, en lo que se refiere al tema de los migrantes y refugiados, las naciones ricas tienen una gran responsabilidad para evitar que tantos miles y miles de seres humanos estén siendo materialmente expulsados por la miseria y la inseguridad. Es muy bueno que los países de Latinoamérica y el Caribe busquen enfrentar juntos sus problemas. Es importante, además, que las naciones poderosas sean parte de la solución de los problemas.

Oración del Papa Francisco para la
Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2024

Dios, Padre todopoderoso,
somos tu Iglesia peregrina
que camina hacia el Reino de los Cielos.

Cada uno de nosotros habita en su propia patria,
pero como si fuéramos extranjeros.

Toda región extranjera es nuestra patria,
sin embargo, toda patria es para nosotros tierra extranjera.
Vivimos aquí en la tierra,
pero tenemos nuestra ciudadanía en el cielo.
No permitas que nos constituyamos en amos
de la porción del mundo
que nos has dado como hogar temporal.

Ayúdanos a no dejar nunca de caminar
junto con nuestros hermanos y hermanas migrantes
hacia la morada eterna que tú nos has preparado.

Abre nuestros ojos y nuestro corazón
para que cada encuentro con los necesitados
se convierta también en un encuentro con Jesús,
Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.

Que tengan todos una feliz semana. ¡Sea alabado Jesucristo!

+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán

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