Ayudar y acompañar a las personas que experimentan disforia de género, pero sin ceder ante la ideología trans y sus falsas soluciones que dañan a la persona y la sociedad…
Así se resume una reciente catequesis del obispo de la diócesis de Arlington, Michael F. Burbidge, que ha querido trasladar a los fieles las enseñanzas de la Iglesia sobre la ideología trans, con motivo de “tremendos trastornos” que ya son visibles “en nuestros sistemas sociales, legales y médicos”.
El documento, que se puede consultar íntegramente en español en la web de la diócesis, muestra los aspectos más relevantes de “una visión de la persona humana contraria a la verdad” y ofrece nueve consejos para resistir su influencia desde la caridad y la firmeza cristianas.
1º) La sexualidad es buena y nos habla de Dios
“El cuerpo de cada persona, dado por Dios desde el momento de la concepción ni es ajeno ni una carga, sino parte integral de la persona”, afirma Burbidge, ya que, además, “revela el diseño de Dios para todos los seres humanos”.
Al mismo tiempo, añade, “es importante tener en cuenta que puede haber una variedad de formas en las que una persona puede expresar su identidad sexual. Una persona puede tener intereses atípicos”, pero eso “no cambia la identidad sexual de la persona como hombre o mujer: estas diferencias están ordenadas hacia su unión complementaria”.
2º) La sexualidad existe para unir a los hombres con las mujeres
“La relación entre hombre y mujer tiene un significado trascendente. Su unión complementaria sirve como icono del matrimonio entre Cristo y la Iglesia. A través de la procreación, los cónyuges dan la bienvenida a una nueva vida en el mundo, y se convierten en imagen de la Trinidad”.
3º) Respeto, caridad y justicia para los que sufren disforia de género
El obispo Burbidge continúa afirmando que uno de los legados del pecado original es la falta de armonía entre el cuerpo y alma. «Esta falta, sin embargo, no niega la profundidad del cuerpo y alma de la persona. La restauración de esa armonía originaria realiza su cumplimiento en la resurrección del cuerpo en el último día», explica.
Burbidge también destaca el ejemplo que debemos dar los cristianos en el buen trato hacia quienes sufren disforia.
Refiriéndose a la disforia de género, destaca que «la experiencia de este conflicto interior no es pecaminosa en sí misma, sino que debe entenderse como un desorden que refleja la falta de armonía más amplia, causada por el pecado original». Por ello, «todo individuo con esa condición debe ser tratado con respeto, justicia y caridad«.
4º) Escuchar a la ciencia: ni hormonas ni cirugías cambian de verdad el sexo
«Sabemos por la biología que el sexo de una persona está determinado genéticamente desde el momento de la concepción, y está presente en cada célula del cuerpo». Por lo tanto, «la llamada transición podría cambiar la apariencia de una persona y sus rasgos, pero de hecho no cambia la verdad de la identidad de la persona como hombre o mujer: ninguna hormona o cirugía puede convertir a una mujer en un hombre, o a un hombre en una mujer».
5º) Buscar el bien de quien padece disforia desde la verdad y caridad
«Un discípulo de Cristo desea amar a todas las personas y buscar activamente su bien. Sin embargo, existe un gran peligro de una caridad desviada y una falsa compasión. Los cristianos deben hablar y actuar siempre tanto con caridad como con la verdad. Afirmar a alguien en una identidad en desacuerdo con su sexo biológico o afirmar la transición deseada por una persona es engañar a esa persona«, declara el obispo.
«En ninguna circunstancia podemos confirmar erróneamente a una persona«. Esta confirmación es para el obispo «particularmente peligrosa en el caso de los niños: engaña gravemente y confunde al niño acerca de quién es él o ella».
Igual de críticas son las «intervenciones médicas o quirúrgicas que afirman el género», que implican graves mutilaciones del cuerpo humano y son moralmente inaceptables.
6º) Cuidado con el lenguaje: no decir cosas contrarias a la verdad
El obispo Burbidge advirtió también de que «aquellos que declaran una identidad transgénero y buscan una transición, a menudo adoptan nuevos nombres y pronombres que reflejan su identidad deseada. Tal uso puede parecer inofensivo», pero en realidad «presenta una profunda crisis: nunca podemos decir algo contrario a lo que sabemos que es verdadero. Usar nombres y pronombres que contradicen la identidad dada por Dios a la persona es hablar falsamente».
«En ningún caso se debe obligar a nadie a utilizar un lenguaje contrario a la verdad». Y en caso de obligación, «los fieles deben evitar el uso de términos que afirmen el género o que transmitan la aprobación o refuercen el rechazo de la persona a la verdad».
7º) Sacerdotes: «Escuchad y comprender sus vivencias»
Para Burbidge, uno de los mayores desafíos de la ideología transgénero es que «el rechazo de las verdades fundamentales sobre nuestra humanidad perjudica el modelo que Dios utiliza para revelarse a nosotros y manifestar su plan salvífico».
Por ello, destaca que para hacer frente a esta concepción es fundamental para el clero, catequistas y maestros comprender que «la Iglesia enseña que una persona es creada hombre o mujer, no que las personas que experimentan disforia o confusión de género son malas». Dirigiéndose a ellos, les recomienda que «al hablar con quienes experimentan disforia de género, es fundamental escuchar y comprender sus vivencias. Necesitan saber que son amados y valorados«.
8º) Padres, «vigilad»: internet, redes sociales, televisión… y también la escuela
Dirigiéndose a los padres, se refirió a ellos como «los primeros y mejores maestros: los hijos creerán, rezarán y amarán según lo que ven, oyen y experimentan en su hogar». Por ello, «además de su buen ejemplo», Burbidge destaca que «criar a los hijos también requiere vigilancia contra ideas peligrosas. Esto significa el seguimiento cercano de lo que reciben a través de internet y redes sociales«, así como «la programación infantil» o «el sistema de educación«.
Uno de los peligros sobre los que alerta el obispo Burbidge es la gran influencia que estas corrientes tienen sobre los menores en redes sociales e internet.
A los padres que ya se les presenta el caso de uno de sus hijos con disforia, les anima a «encontrar la fuerza y sabiduría a través de la gracia de los sacramentos de la Comunión y Confesión».
Burbidge dijo que «deben esforzarse por encontrar las verdaderas razones del dolor y la infelicidad de sus hijos, buscar médicos fiables y reunirse con otros padres que han pasado pruebas similares», pero «en ninguna circunstancia buscar terapias de afirmación de género». «Confiando en Dios, los padres deben estar seguros y confiados de que la máxima felicidad en un niño radica en aceptar el cuerpo como un regalo de Dios y descubrir su identidad como hijo de Dios».
9º) A los que sufren disforia: «La Iglesia está aquí para acompañarte»
«Cada uno de nosotros tiene una lucha que es única», expresa el obispo, «pero ninguno de nosotros debería sentirse solo». Dirigiéndose «a los que luchan», advirtió de que «aunque puedas tener dificultades con tu cuerpo o tu imagen, Dios te ama en la totalidad de tu cuerpo«.
Por ello, aconseja «estar atentos» a las «soluciones simplistas» entre las que destaca «el cambio de nombre, pronombres o incluso la apariencia de tu cuerpo. Hay muchos que han recorrido ese camino antes que tú para lamentarlo. El camino difícil -pero más prometedor- hacia la alegría y la paz es tomar conciencia de la bondad de tu cuerpo y de tu identidad».
«La Iglesia está aquí para asistirte y acompañarte, para que conozcas la belleza del cuerpo y alma que Dios te ha dado, y llegar a disfrutar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios».
J. M. Carrera / ReL
20 septiembre 2021
Puede consultar aquí la catequesis completa en español.