«Rezaré por ti». El ácido fénico ya empezaba a correr por sus venas cuando el carmelita Tito Brandsma pronunció estas tres palabras, las últimas de su vida, a la enfermera que, por orden de las SS en el lager de Dachau, le aplicó una inyección letal. Un perdón, invocado por el religioso, profesor y periodista, en medio de sus últimos suspiros, al final de una vida de santidad, traducida en coraje y determinación durante los oscuros años de la invasión nazi.
Su santidad es ahora reconocida por la Iglesia universal, que lo canonizará el próximo 15 de mayo junto a dos hermanas, la francesa María Rivier y la italiana María de Jesús, en una gran ceremonia en San Pedro en la que también participarán los siete beatos cuya canonización fue decretada por el Papa en el Consistorio del 3 de mayo de 2021, sin fijar fecha por la pandemia. La ceremonia se programó entonces para mayo. Carlos de Foucauld, explorador religioso francés del Sahara y de la cultura tuareg, puente de diálogo entre religiones, se encuentra también entre los beatos en cuestión.
Diez nuevos santos el 15 de mayo
El 15 de mayo habrá, por tanto, diez nuevos santos proclamados por el Papa Francisco. Al comienzo de la ceremonia de hoy, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, leyó los nombres y presentó un breve perfil de los tres beatos, «hermanos y hermanas que acogieron la luz de Dios en sus corazones y la transmitieron al mundo, cada uno según su propio matiz». Los milagros que se les atribuyen y que han sido reconocidos por el Papa, añadió el cardenal, «son un signo de que el pueblo de Dios no sólo admiraba su martirio o su ejercicio heroico de las virtudes, sino que reconocía tal cercanía a Dios que confiaba en su intercesión».
Brandsma, profesor y periodista durante los años del nazismo
«Hombre manso pero decidido», Brandsma, originario de los Países Bajos, donde la devoción por él es profunda y generalizada, en virtud de su función de asistente eclesiástico de los periodistas católicos, así designado por los obispos holandeses en 1935, utilizó la red de periódicos católicos para defender la libertad de información y la dignidad de toda persona y para estigmatizar las ideologías nazis, cuyo enfoque antihumano criticó duramente. Sus valientes escritos se convirtieron en un punto de referencia para la resistencia moral y cultural del pueblo holandés, pero molestaron al Reich, que temía a «ese malvado profesor» -como decía un titular del diario berlinés Fridericus- y por ello decidió silenciarlo.
El pretexto fue la carta circular que Brandsma envió el 31 de diciembre de 1941 a todos los periódicos católicos, a instancias del episcopado local, en la que se les instaba a no publicar anuncios del Movimiento Nacional Socialista en los que se alabara la «raza». De lo contrario, escribió, «ya no deberán ser considerados católicos y no deberán ni podrán contar con lectores y suscriptores católicos». El padre Tito fue detenido en enero de 1942 como subversivo peligroso y llevado a Amersfoort, un «campo de tránsito» a la espera de ser deportado. Los detalles de sus días de encarcelamiento se conocen gracias a un diario y a algunas cartas enviadas a superiores, hermanos, familiares y amigos. En ellas, el carmelita describió las condiciones de hacinamiento en su celda y los malos tratos, pero nunca expresó tristeza o quejas. Aunque no pudo comulgar, dijo que se sentía en casa en la cárcel porque Dios estaba a su lado.
Muerte en Dachau
Mantuvo la misma serenidad hasta su muerte en Dachau por una inyección de veneno. Fue la enfermera que le inyectó el ácido fénico quien relató los últimos momentos de su vida, durante el interrogatorio para el proceso de canonización: «Me cogió la mano y me dijo: ‘¡Pobre muchacha que es usted, rezaré por usted! El camino terrenal de Brandsma terminó el 26 de julio de 1942, a la edad de 61 años. El 3 de septiembre de 1985, Juan Pablo II lo proclamó beato y mártir de la fe. Ahora, con Francisco se convierte en un santo. El milagro que se le atribuye es la curación de un padre carmelita de un «melanoma metastásico de los ganglios linfáticos», ocurrida en 2004 en Palm Beach (EEUU).
María Rivier, una vida dedicada a la educación
La francesa María Rivier será canonizada con Brandsma. Su santidad se cultiva desde que, siendo una niña, enferma de una dolencia que le impedía caminar, prometió a la Virgen María que, si se curaba, dedicaría su vida a educar a los niños. Se curó y a los 18 años abrió una escuela para niños en su ciudad natal. Durante el período de la Revolución Francesa, tan hostil a la religión católica y a sus instituciones, su carisma fundacional floreció: la joven dio vida a la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María. Las hermanas se dedicaron no sólo a la formación religiosa y a la educación de las jóvenes, sino también a un verdadero apostolado para el despertar de la fe y la práctica religiosa en las parroquias, donde reunían a la gente cada domingo, explicando la doctrina e invitando a la oración. María Rivier murió el 3 de febrero de 1738 y fue beatificada por Juan Pablo II en 1982. El milagro atribuido a su intercesión se refiere a la recuperación de la vida en 2013 de un niño de Meru (Kenia), nacido con «ausencia prolongada de actividad cardíaca, respiratoria y neurológica».
María de Jesús, la «señora» al servicio de los pobres y de los pequeños
María de Jesús, fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes, nació en Palermo con el nombre de Carolina Santocanale en el seno de una familia acomodada. Al asistir a la casa de sus abuelos en Monreale, vio la necesidad de asistencia y educación de su pueblo. Abandonó la idea de una vida de clausura, que había cultivado desde niña, y se puso al servicio de la población, que la llamaba » señora «, pero que admiraba su humildad. Abrazó la espiritualidad franciscana y se convirtió en terciaria; reunió a otras chicas que querían pasar su vida ayudando al prójimo. Se instaló en la ciudad de Cinisi, donde, en el oratorio, abrió un jardín de infancia, un instituto educativo y un taller de costura. Trabajó hasta el último de sus días y murió al final de una agotadora jornada en 1923. El milagro para su canonización se refiere a dos embarazos llevados a término, entre 2016 y 2017, de una mujer siciliana que sufría una grave patología que le había causado infertilidad.
Nueve cardenales elevados a la Orden de los Presbíteros
Al final del Consistorio, siguió la Optatio de nueve cardenales de la Orden de Diáconos a la Orden de Presbíteros. Son los cardenales Manuel Monteiro de Castro, (Diaconía de Domingo de Guzmán); Santos Abril y Castelló, (San Ponciano); Antonio Maria Vegliò, (San Cesáreo en Palatio); Giuseppe Bertello, (Santos Vito, Modesto y Crescencia); Francesco Coccopalmerio, (San José de los Carpinteros); João Braz de Aviz, (Santa Elena fuera de la Porta Prenestina); Edwin Frederick O’Brien, (San Sebastián en Palatino); Domenico Calcagno, (Anunciación de la Bienaventurada Virgen María en Via Ardeatina); Giuseppe Versaldi, (Sagrado Corazón de Jesús en Castro Pretorio).
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano.