Valiente obispo se negó a lavar la imagen de la dictadura nicaragüense; se queda a sufrir y exhibir la realidad de su país

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En la lista de doscientas prisioneros políticos que expulsó a Estados Unidos Daniel Ortega, amo de Nicaragua, figuró también el obispo de Matagalpa y administrador postólico de Estelí, monseñor. Rolando Álvarez, bajo arresto domiciliario desde hace muchos meses y horas en juicio, cuya sentencia -ya escrita- será de prisión preventiva de al menos 10 años por presuntos delitos contra la democracia y la estabilidad del país. 

Acusaciones a las que se suman otras del tipo: espionaje, sometimiento a la voluntad de los Estados Unidos, propaganda contra la nación.

En los últimos meses el Vaticano, que no tiene un Nuncio en Managua desde marzo de 2022 por la expulsión de Waldemar Stanislaw Sommertag, ha buscado intensamente una «salida» al caso del obispo Rolando Álvarez, apegada al “modelo Báez”: es decir, someterse a las decisiones del gobierno nicaragüense, aceptando la expulsión del sacerdote en forma de liberación-promociópn-exilio y con ello presentando el comportamiento de Daniel Ortega como «un gesto generoso», mientras que por otro lado se hace aparecer al prelado exiliado-expulsado como si hubiera sido simplemente «transferido» o «promovido» por la Santa Sede a otra posición en un país diferente.

Eso fue lo que sucedió con el obispo auxiliar de Managua, Monseñor Silvo Báez, quien se dijo que su salida de Nicaragua se debía a que tenía la encoimienda de trabajar en el Vaticano, en una importante misión, cosa que no fue así, no era cierto. 

En realidad, la llamada «Misión Báez» nunca existió, nunca el Vaticano le ofreció una promoción, y mejor Báez salió de Roma y, sin respaldo, está cumpliendo su actividad pastoral en Miami. 

Con tal antecedente, ahora el obispo Álvarez, actualmente detenido y sometido a juicio por el régimen sanidinista, temiendo un futuro idéntico al de Báez, con gran valentía, dijo ‘no’ a Ortega que lo incluyó en la lista de 200 enviada a E.U.

Entonces ha quedado en claro que no hubo ninguna solución consensuada -Vaticano/Ortega- y si el obispo juzgado no recibe una orden perentoria de la Santa Sede para subir al país (usted puede tener mil pretextos), tenderá a ir a la cárcel a cumplir su sentencia a pesar ser inocente.

Mientras tanto, como viene surgiendo el caso desde el inicio de la triste asunción, el Papa mira en silencio, y también otros. que debieron decir algunas palabras.

Para la iglesia latinoamericana, que en este supuesto se limita a declaraciones generales de solidaridad y oración, es una conducta sin precedentesEn las últimas décadas era diferente

Por LUIS BADILLA.

CIUDADDEL VATICANO.

VIERNES 10 DE FEBRERO DE 2023.

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