Una guía para votar en conciencia

Alejandra Yañez
Alejandra Yañez

Muchos cristianos argumentan que debemos votar por el candidato que defiende la vida, la familia y la patria potestad. Tienen toda la razón. ¿Qué sucede entonces cuando ninguno de los candidatos abraza nuestros valores? La respuesta no es sencilla, ya que nuestra actitud no debe cerrarse al abstencionismo; al final, con nuestro voto o sin él, un candidato resultará ganador. Algunos textos y algunos teólogos nos dicen que nuestro deber debe centrarse en la búsqueda del bien común a pesar del complicado panorama. Es decir, debemos analizar y discernir en conciencia, para elegir al candidato que permita de alguna manera poner límites a leyes injustas.

Muchas personas declaran que no votarán por ningún candidato progresista. ¿Pero si todos los candidatos están confundidos en el progresismo, será que debamos abstenernos de votar? La arquidiócesis de San Pablo y Minneapolis redactó hace unos años, un manual denominado “Un breve catecismo para los católicos votantes”. En este manual vienen escritas varias preguntas con respuestas, con la intención de dar una guía al votante para emitir un voto en conciencia. 

¿Es válido escribir el nombre de un candidato no registrado que sí representa mis valores? Responderé la segunda pregunta primero: de acuerdo con los artículos 15, 288 (numeral 2 inciso a) y 291 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, los votos emitidos para candidatos no registrados se considerarán NULOS. Estos votos se contarán, pero no serán válidos. La intención del legislador fue permitir que los ciudadanos expresemos nuestras intenciones, pero los candidatos que no cubren los requisitos legales para ser candidatos independientes no generan derecho alguno. Lo anterior tiene una razón de ser: evitar que personas con financiamiento y poderes “ocultos” accedan a los puestos públicos. La norma pone requisitos a quienes quieren ser candidatos independientes, entre varias razones, para dar certeza jurídica sobre el origen de su financiamiento, su independencia y autonomía de otros poderes gubernamentales, así como la exigencia de no estar registrado como un agresor de mujeres.

¿Cómo debemos votar entonces? Debemos analizar todas y cada una de las candidaturas. Sin lugar a duda, debemos votar por quienes defienden y promueven nuestros valores. Sin en algún puesto en particular, ninguno de los candidatos defiende la vida, la familia y la patria potestad, debemos analizar las propuestas y votar por quien permita disminuir o limitar los efectos negativos de leyes e ideologías injustas. Nuestra obligación es buscar el bien posible en las circunstancias complicadas que nos tocó vivir.

Quisiera citar una parte del numeral 73 del Evangelium Vitae de Juan Pablo II: “cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos”.

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