«Tucho»: ¿es apto para ser nuevo Prefecto para la Doctrina de la Fe del Vaticano?

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* Mons. Fernández muestra una concepción del pensamiento evolucionista e historicista. Por lo tanto, es poco probable que entonces pueda pronunciarse sobre cuestiones de verdad y error, del bien y del mal.

La revista jesuita italiana La Civiltà Cattolica publica en su último número una entrevista al obispo Víctor Manuel Fernández realizada por el padre Antonio Spadaro quien, según informaciones muy recientes, dejará la dirección de la revista y pasará a ser subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

La actualidad de la entrevista se debe al tenor de los temas tratados en ella y, sobre todo, al hecho de que el entrevistado pronto será creado cardenal y ocupará el puesto que perteneció a Joseph Ratzinger en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que debe confirmar a los fieles en las verdades de la fe católica. También esta entrevista – como muchas otras que ha concedido – es útil para comprender su pensamiento filosófico y teológico y predecir el enfoque que dará a su importante papel vaticano. Nos centraremos aquí en tres aspectos de la larga entrevista.

El primero se refiere a la relación de la fe con la razón . 

Fernández deja claro que a su juicio es perjudicial creer que la fe católica tiene pretensiones de verdad que le impiden abrirse indiferentemente a todas las filosofías. No cree que exista una filosofía más verdadera que las demás y cree que quienes la afirman lo hacen para ejercer su propio poder y corregir incluso al Papa utilizando su concepción «fuerte» de la razón. Monseñor Fernández está por el pluralismo filosófico, no hay ningún uso de razón superior a otros por ser más adecuado que otros para el diálogo con la fe. Esta visión aquí expresada confirma lo dicho en otras entrevistas. Se trata de una posición problemática, contrariamente a lo afirmado en Fides et ratiode Juan Pablo II y lo enseñado por Benedicto XVI

La fe católica tiene pretensiones sobre la razón, se dirige a ella como religión verdadera – como enseñó el Papa Benedicto – y como religio vera le envía un llamamiento para que también sea verdadera y en esto la sostiene, la impulsa y la corrige

La Fides et ratio de Juan Pablo II no sólo afirma que la fe pensada -y la fe no puede dejar de ser pensada- no puede prescindir de la filosofía y si piensa prescindir de ella es porque ya ha abrazado una filosofía, sino que también dice que hay una filosofía inherente al ser humano a la que expresamente llama «filosofía del ser». Mons. Fernández, sin embargo, parece creer que la fe pone en duda una razón que se articula de diversas maneras y es de diferente verdad.   

El segundo eje es la posibilidad de conocer verdades estables y permanentes, de razón y de fe, a pesar del flujo de experiencia e historia. 

En la entrevista, el futuro prefecto enumera sus «maestros«. De San Buenaventura dice haber tomado la importancia de la «relación entre conocimiento y vida»; de Blondel la necesidad de «hacer dialogar la filosofía con las necesidades de la existencia cotidiana» frente a la «filosofía de escritorio»; de Rahner, Von Balthasar, Congar, Garrigou-Lagrange y Gilson la necesidad de la «relación entre pensamiento y experiencia espiritual»; de Gutiėrrez, Gera y Tello la necesidad de «conectar la teología con las angustias, los sueños y las esperanzas del pueblo que sufre». Muchas de estas combinaciones que hace Tucho Fernández son teóricamente imposibles: Garrigou-Lagrange y Gilson trabajaron toda su vida para evitar lo que luego lograron Rahner y Congar. Fernández es espigador aquí, toma este aspecto de uno y éste del otro pero parece perder de vista la naturaleza sistemática. Sin embargo, detrás de todas estas referencias percibimos la idea de que conocer y pensar siempre están esencialmente «situadas». Dice que «pensamos en el contexto de una praxis, y esta praxis comprometida abre nuevos horizontes», que «la sensibilidad pastoral abre nuevos caminos teológicos en el diálogo con el mundo», que «la cultura popular es humus que da una perspectiva diferente conocer las verdades”, incluidas las perspectivas de los pobres y los agnósticos. Para él la teología debe partir «de la cultura de los oyentes para comunicar la verdad». La idea que emerge es la de un pensamiento filosófico y teológico de Fernándrez siempre condicionado, dependiente y relativo, estructuralmente influenciado por la práctica y la existencia. Así que siempre evolucionando.

La tercera observación se refiere a la teología moral . 

Según monseñor Fernández no se trata en absoluto de aplicar los Mandamientos, sino de implementar el «discernimiento» personal y comunitario. Incluso en el ámbito moral la situación prevalece y según Tucho Fernández ya no hay norma moral que no dependa de un contexto que la condicione. El agente siempre está influenciado por atenuantes y no es posible saber con certeza en qué consiste el bien de la acción moral. Resulta de un discernimiento progresivo realizado en la existencia concreta, como ocurre, después de Amoris laetitia , con los divorciados vueltos a casar, para quienes incluso el acceso a los sacramentos debe ser repensado según esta gradualidad.

Leer a Fernández es como leer a Bergoglio, o quizás leer a Bergoglio es como leer a Fernández . Sólo cabe una pregunta: con esta visión de las cuestiones filosóficas y teológicas, ¿es apto para cubrir el papel de Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe? 

Con una concepción evolucionista, historicista y existencialista del conocer y del pensar, resulta difícil y contradictorio pronunciar luego algunas palabras definitivas sobre cuestiones de verdad y error, del bien y del mal.

Stefano Fontana

Stefano Fontana.

SÁBADO 16 DE SEPTIEMBRE DE 2023.

CIUDAD DEL VATICANO.

LANUOVABQ.

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