Solemnidad de la Epifanía del Señor.

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  1. LOS MAGOS PREGUNTARON: ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS QUE ACABA DE NACER?

Los magos buscaban al Rey servidor del ser humano, al rey que ama la vida, al rey humilde; por eso Herodes se queda pasmado, mudo y sobresaltado, pues no es a él a quien buscan, por ser un rey autoritario, que destruye la vida y es soberbio.  Los magos representan a las naciones, a las diversas culturas y razas de la tierra.

El Rey acaba de nacer: ha tomado nuestra condición humana para redimirnos, ha entrado en el tiempo para eternizarlo, en la humanidad para divinizarla, en la carne para santificarla. ¿Dónde está el Rey? El rey Jesús está fuera o dentro de tu corazón, de tu familia, de nuestras culturas. Dejemos que entre y nos salve, que nos llene de amor y alegría, que nos llene de paz y de gozo. Démonos a la tarea de buscarlo, de encontrarlo y de amarlo.

  1. LOS MAGOS SE LLENARON DE INMENSA ALEGRÍA

Sólo un acontecimiento que trasciende el tiempo y el espacio humanos puede inundar y rebozar el corazón humano, de tal modo que el corazón no puede contener esa alegría, pues es inmensa y desbordante. Este acontecimiento ha sido esperado durante siglos: el nacimiento del Mesías, Redentor del ser humano. Es un acontecimiento cumplido por Dios, basado en una promesa hecha al ser humano, anunciado como una profecía: “He aquí que la Virgen dará a luz un hijo…”

La alegría no es una emoción pasajera sino una actitud permanente: es la alegría que brota de estar frente a Dios, de recibirlo en el corazón, de habitar en su casa. Juan el Bautista experimentó esta alegría desde seno de su madre, los pastores al encontrar al niño y los magos al adorarlo. Solo Dios es fuente de la alegría eterna. Esta alegría se manifiesta en gozo, júbilo, regocijo y algarabía. Debemos alegrarnos por haber visto al Salvador.

  1. LOS MAGOS, POSTRÁNDOSE, LO ADORARON

La adoración es un acto que solo le corresponde a Dios, cuando se le reconoce como tal. Adorarlo es un homenaje de fe, es un culto referido a Él como dueño absoluto de la creación, como dueño de nuestra vida, reconociéndolo como el Salvador. Sólo a Dios debemos a adorar, sólo a Él debemos rendirle culto. Dios reclama la unicidad y la exclusividad.

Postrarse es un gesto de reconocimiento de estar frente a un ser superior, de dignidad excelsa. Solo ante Dios debemos postrarnos. Los magos le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Nosotros debemos ofrecerle: obediencia, fidelidad y culto. También podemos regalarle nuestra vida, nuestro proyecto de trabajo, nuestra familia. Ofrezcamos, además: nuestro entendimiento, nuestra voluntad y nuestro corazón; todo nuestro ser.

Por P. Crispin 

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