Sobre la Santísima Trinidad

Pbro. Crispín Hernández Mateos
Pbro. Crispín Hernández Mateos

La liturgia de este domingo nos invita a celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad, para ello, es importante hablar de tres principios básicos: La unidad en el amor, la igualdad en dignidad y la distinción en la misión.[1] Veamos

 

  1. La UNIDAD en el AMOR: comunión

La íntima comunión de las tres divinas personas se basa en el amor. Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia. A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo. Sólo los que pueden comunicarse y amarse pueden vivir en comunión.

 

  1. La IGUALDAD en DIGNIDAD: naturaleza

Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios. Todos tienen la misma dignidad: el Padre es igual en dignidad que el Hijo y el Espíritu; el Hijo es igual en dignidad que el Padre y el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo es igual en dignidad que el Padre y el Hijo. Todo viene del Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo; y todo va al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.

 

  1. La DISTINCIÓN en la MISIÓN: relación

Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede de ambos. Cada persona divina realiza la obra común según su propiedad personal: paternidad (Padre), filiación (Hijo) y procesión (Espíritu Santo). El Padre crea, el Hijo redime y el Espíritu santifica. Crear es un acto propio de la sabiduría del Padre. Redimir es un acto propio del amor del Hijo. Santificar es un acto propio de la justicia del Espíritu Santo.

La familia es reflejo de la comunión y el amor de la Santísima Trinidad, por ello, debemos mantenernos unidos para cumplir el proyecto de Dios: la comunión «que todos sean uno, como Tú, oh Padre, en mí, y Yo en ti» Jn 17,21. También debemos continuar la obra de Dios: cuidar el medio ambiente (creación), ayudar a levantar al caído (redención) y guiar por el buen camino a las personas (santificación). ¿Mi familia es reflejo de la Santísima Trinidad? ¿Vivimos la unidad en el amor? ¿Cuáles son los signos de Comunión que muestra la Iglesia?

[1] Tapia Bahena, Toribio; La buena nueva de Jesucristo es para todos. Itinerarios de encuentro con la Palabra, p. 149, 3ª ed. México 2014.

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