Silencio papal ante la condena del obispo Álvarez por parte del régimen nicaragüense

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* Es posible el «autoexilio» de monseñor Rolando Alvarez, si interviene el Vaticano. 

* Sería la tercera expulsión de un obispo por parte de Daniel Ortega dal 1986. El prelado nicaragüense ya ha dicho que prefiere la prisión.

 En teoría, el juicio de la dictadura nicaragüense, encabezada por el matrimonio Daniel Ortega-Rosario Murillo, contra monseñor Rolando Álvarez, aún está pendiente. ¨ero la verdad es conocida y difundida: el obispo, acusado de subversión y de atentar contra los principios democráticos, o accede «voluntariamente» al exilio o cumple su condena en prisión.

Mientras tanto, tras informes de la prensa centroamericana, se desató el jugo de la farsa con audiencias clandestinas. 

El defensor de los derechos humanos, Pablo Cuevas, refiriéndose al proceso penal iniciado por el régimen, subraya:

«Jamás en la historia de Nicaragua ni en la de Centroamérica, que yo sepa, se había juzgado a un obispo en ejercicio, además con un procedimiento lleno de fechorías para condenarlo por delitos que, por cierto, no se pueden probar». 

“La suerte de monseñor Álvarez está ensillada”, añade el abogado, “y ya hay una sentencia condentoria de la que ya se han dado para conocer algunos detalles. Sabemos lo que sucederá. En ese supuesto es bien sabido que Ortega ha decidido.  El acusado tiene dos alternativas: o ir a prisión por varios años para cumplir una dura pena por ser culpable -según la acusación- de «asociación delictiva encaminada a atentar contra la integridad nacional y difundir noticias falsas en perjuicio del Estado y la sociedad… o el obispo sale del país y acepta así un exilio voluntario, castigo del que no se podría acusar a la dictadura orteguista. 

La farsa del autoexilio pretende evitar que el régimen saque de este hecho -grave y también planeado para intimidar- la larga lista de ataques a la libertad religiosa .

En ese contexto no nuevo en Nicaragua, no es posible -con toda la buena voluntad posible- entender en lo más mínimo por qué el Papa Francisco mira en silencio, y en general, por qué se llama a la diplomacia vaticana, humillada en marzo del año pasado con la expulsión en pocas horas del entonces representante papal en Managua Waldemar Stanislaw Sommertag, por cierto nuncio apostólico en Senegal, Cabo Verde, Guinea-Bissau y Mauritania desde el pasado 6 de septiembre.

Si al final el ‘caso Álvarez’ termina en autoexilio, quizás en negociaciones concertadas con el Vaticano para evitar la cárcel del prelado, será la tercera tarea que Daniel Ortega expulse del país a un sacerdote.

Ahora, sin embargo, incluso para el Vaticano, la pregunta principal es si se respetará la decisión e quedarse, de monseñor. Álvarez. 

Recientemente el obispo de Honduras, de la diócesis de Danlí, monseñor. José Antonio Canales, dijo saber por los autorizados que Mons. Álvarez decidió que no aceptaba el autoexilio y que prefería ir a la cárcel a confesar crímenes que nunca cometió y todo por voluntad de la dictadura.

En Nicaragua, en la iglesia local, pero también en el exterior, en numerosos gobiernos, especialmente en el continente americano, existe una sospecha fundamental de que Ortega ha sido capaz, como en el pasado, de continuar con su juego con la diplomacia vaticana utilizando cualquier medio como medio de cambio. Sucedió con Monseñor Vega y con Monseñor Báez, que fue recibido en Roma a ‘no hacer nada,’ hasta el punto de que huyó, por iniciativa propia, a Miami desde donde trabajaba en la pastoral de la comunidad nicaragüense.

Por Luis Badilla.

LUNES 16 DE ENERO DE 2023.

LB/RC,

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