Muchos afirman, y no sin razón que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca no es realmente lo relevante, porque la protagonista de este mandato será su segunda, Kamala Harris, una extremista izquierdista y abortista declarada, es considerada como la gran vencedora de este proceso. Incluso se habla sin reparos de que más pronto que tarde será la nueva presidenta.
Para los católicos y las personas defensoras de la familia y la vida, la llegada de Kamala es una tragedia. Capitaneó el acoso contra el juez pro-vida Kavanaugh, lo continuó difamando a pesar de la ausencia de pruebas y de una investigación del FBI que lo exoneraba. Para Harris lo único importante era intentar frenar la llegada al Supremo de un juez que no comulgaba con su abortismo radical.
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Se opuso tenazmente a la nominación de otro juez pro-vida: Brian Buescher, por ser miembro de los Caballeros de Colón, una organización de la sociedad civil católica que cuenta con 2 millones de miembros en Estados Unidos, a los que llegó a tratar como un grupo de promoción del odio por su oposición al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pero lo peor de esta mujer diabólica fue cuando se desempeñó como fiscal general de California. Primero procesando a periodistas pro-vida del Center for Medical Progress que investigaron a la multinacional abortista Planned Parenthood en relación a la venta de partes de bebés abortados. Fue insistente en su persecución a David Daledein, el investigador que invirtió varios años para exponer el mercado macabro de compra y venta de partes de niños abortados. En vez de investigar a quienes realizan esas prácticas abominables, envió agentes del Departamento de Justicia de California a una redada en casa del periodista para requisarle las cintas, archivos y computadoras.
La malvada vicepresidenta ha participado en la redacción de proposiciones de ley que restringen las garantías a la libertad religiosa en Estados Unidos, limitando la extensión de la objeción por motivos religiosos. Como senadora, Kamala, apoyó un proyecto de ley que derogaría la Enmienda Hyde, que bloquea los fondos federales para el aborto.
Esta navidad Kamala, en vez de felicitar por el nacimiento de Jesús ha preferido felicitar una fiesta llamada Kwanzaa, celebrada por algunos afroamericanos en Estados Unidos y que incluye libaciones y el encendido de una vela por día de la kinara, un candelabro especial, al tiempo que se medita en torno a las tradiciones paganas africanas.
Ésta es Kamala Harris, una fanática abortista, una mujer cruel y satánica que no se detiene ante nada para imponer el aborto, incluso, hasta después del nacimiento y que considera que las creencias religiosas en general y el catolicismo en particular son generadores de odio al no defender y promover el aborto y el matrimonio homosexual.