¿Realmente las familias y los jóvenes nos importan y los conocemos?

Adriana Martínez Estebanes
Adriana Martínez Estebanes

A finales de febrero y principios de marzo; la arquidiócesis primada de México realizó, como parte de la asamblea arquidiocesana, los foros de jóvenes y familia con el fin de conocer y analizar las situaciones y desafíos que enfrentan estos grupos en la sociedad y, en consecuencia, en la Iglesia católica de la Ciudad de México.

En el caso de los jóvenes se expusieron varias situaciones en las que se ven involucrados o influenciados de manera negativa y, por tanto, se generan en ellos sentimientos de exclusión, abandono, desesperanza, falta de escucha, entre otros aspectos.

Varios jóvenes comentaron la distancia que a veces se genera dentro de sus parroquias con los párrocos y otros grupos de la parroquia donde la mayoría son personas mayores. Algunos de ellos comentaban lo siguiente:

  • Solo nos llaman para cargar cosas y ayudar cuando las personas mayores no pueden.
  • Proponemos actividades o cosas que se pueden hacer y el párroco nos dice que no.
  • Es verdad que varios vamos porque creemos en Dios y nos gustan las actividades de la Iglesia, pero otros, la verdad, solo van al relajo porque no quieren estar en su casa.

Más allá de esto me llamó mucho la atención los comentarios de algunos jóvenes cuando indicaban que ya pertenecían a algún grupo dentro de su parroquia, pero que, lamentablemente, los chicos que coordinaban estos grupos, e incluso a nivel decanal, eran siempre los mismos y no permitían la participación o cambio de líderes con otras ideas, por lo que, justamente, se cuestionaban continuar perteneciendo a este grupo. Esto me llevo al análisis de lo que también se comentó en el foro de alejados.

En otros casos se comentó que, si bien existen diversos grupos de jóvenes católicos, lamentablemente al interior de estos también se dan temas de violencia de algún tipo desde señalamientos, bullying, acoso, segregación; por tanto, algunos jóvenes deciden no continuar en estos grupos o, en el mejor de los casos, cambiarse a otro.

Se identificó que, el ingresar y pertenecer a estos grupos es muy bueno porque se conocen a otros jóvenes, pero también una preocupación expresada por algunos jóvenes y padres de familia fue el hecho de que estos grupos, si bien en ocasiones pertenecen a una parroquia o grupo religioso, estos no se encuentran formalmente registrados o avalados por alguien por tanto al momento de suscitarse algún hecho o acción inapropiada al interior de estos resulta difícil saber a quien recurrir o que hacer para denunciar algo.

Esto me recordó cuando hace unos años se dieron un par de denuncias sobre en aquel entonces seminarista Jesús Eleazar Gómez Cruz; ahora sacerdote de la arquidiócesis primada de México, sobre acciones inapropiadas llevadas a cabo por él al interior del grupo de jóvenes que en aquel tiempo acompañaba en la parroquia del Apóstol San Simón Ticumán de la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México. A pesar de existir cartas de estas denuncias entregadas al entonces párroco, Juan Carlos Ávila Reza, nunca se investigó de manera profunda, ni de dio seguimiento o atención a los denunciantes.

Por tanto, resulta muy válida la preocupación, sobre todo de los padres de familia en menores de edad, sobre cómo se trabaja en estos grupos, cómo se protege a los jóvenes, qué hacer en estos casos, pero, sobre todo, cómo estar seguros de que, si se presenta alguna situación al interior de estos grupos, la autoridad puede responder por esto, independientemente si se pueda recurrir a la oficina de protección de menores de la arquidiócesis donde no resulta claro si ellos realmente pueden actuar o lo sucedido pudiera considerarse fuera de su ámbito de acción y/o competencia.

Considero que la arquidiócesis primada de México tiene una tarea importante en el acompañamiento de los jóvenes, su involucramiento y crecimiento dentro de la religión y, también, normar el trabajo de los grupos de jóvenes y las reglas que se deban  tener e involucrar a sacerdotes con calidad ética y moral para el acompañamiento de dichos grupos, no como en el caso del encargado de la pastoral juvenil vocacional padre Carlos Rivas Gutiérrez, quien gusta de generar acciones de violencia no siendo el mejor ejemplo de una persona con valores católicos para los jóvenes.

Foro Familia

Con relación  a las familias, si bien de igual se expusieron situaciones, llama la atención que, por ejemplo, en una mesa redonda solo se haya conformado por matrimonios hombre-mujer cuando las familias de hoy se conforman de muy diversas maneras: padres con hijos, madres con hijos, madres solteras, matrimonios sin hijos, personas solteras con padres adultos mayores,  entre otras combinaciones, y todos conforman familias y familias católicas para quienes no hubo un tratamiento o reconocimiento de cuál es su situación y a qué estigmas o situaciones se enfrentan en la sociedad y al interior de la Iglesia: por tanto me pregunto: ¿Somos incluyentes o no como iglesia? ¿Por qué nos empeñamos en creer que el modelo de familia es papá, mamá e hijos? Que al momento de obtener la bonita foto para las redes con el Señor Cardenal estuvo acompañado de una familia conformada de esta manera cuando la foto no se apega a lo que vivimos en la actualidad.

Desde mi punto de vista la iglesia tiene una gran tarea para trabajar en la creación de actividades, grupos, foros con un enfoque cristiano y cristiano-católico que realmente permita la participación de estos nuevos modelos de familia ya que, de lo contrario, serían excluidas por no encajar en el modelo “tradicional”.

Oremos juntos para que los aires de cambio y entendimiento de estas nuevas realidades lleguen a la arquidiócesis primada de México, sus autoridades y las personas que se dicen trabajar para las familias.

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