¿Quién se ha creído Parolin que es? El Secretario de Estado protagoniza una ceremonia que no le corresponde.
En el día de ayer, tras el fallecimiento del Papa Francisco, ha tenido lugar el anuncio oficial de su muerte y el tradicional sellado de sus habitaciones. Lo que debería haber sido una sobria ceremonia conforme a la normativa canónica ha terminado por convertirse en un acto más de la campaña de visibilidad del cardenal Pietro Parolin, que no ha dudado en aparecer —junto al arzobispo Edgar Peña Parra— en un rol que no le corresponde.
Según la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II en 1996 y vigente hasta el día de hoy, la autoridad ordinaria durante la sede vacante recae exclusivamente en el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana.
Es él quien, una vez verificada la muerte del Papa, debe proceder al sellado del apartamento papal y de cualquier otro lugar que el Pontífice haya ocupado.
Su función es custodiar los bienes y documentos del difunto Papa hasta que se elija a su sucesor.
Es más: todos los prefectos de dicasterios, incluyendo al Secretario de Estado, cesan en sus funciones ipso iure con la muerte del Papa, quedando en funciones únicamente para asuntos ordinarios y bajo la supervisión del Colegio de Cardenales.
Esto implica que el cardenal Parolin no tenía absolutamente nada que hacer en la ceremonia del sellado, ni tampoco en el anuncio oficial de la muerte, donde ha vuelto a hacer gala de un protagonismo que bordea la ilegalidad canónica.
La única excepción a esta norma la constituyen el Vicario General para la diócesis de Roma y el Penitenciario Mayor, que permanecen en sus cargos para garantizar la atención espiritual de los fieles. Parolin no entra dentro de estas excepciones.
Qué hacía entonces, junto a Peña Parra, ocupando el centro del escenario como si la Sede vacante le otorgara más poder que con el Papa vivo?
Se trata, a todas luces, de una maniobra política en plena víspera de cónclave.
El entorno más cercano al difunto Pontífice —ese que en vida bloqueaba el acceso al Papa y dominaba los pasillos del poder vaticano— parece decidido a perpetuarse, aun a costa del ceremonial romano y del derecho canónico.
La prueba está en el propio documento oficial difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede esta misma mañana, titulado Constatazione della morte e deposizione nella bara della salma del Romano Pontífice Francesco. En él se detalla que el rito será presidido exclusivamente por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, y menciona entre los convocados al decano del Colegio Cardenalicio, a los familiares del difunto Pontífice y al personal médico del Estado de la Ciudad del Vaticano. Ni rastro de Parolin ni de Edgar Peña Parra. Su presencia, por tanto, no solo no estaba prevista, sino que fue una aparición fuera de protocolo, injustificada y escandalosa.
Pero conviene recordarlo: la Iglesia no es una monarquía hereditaria, ni un partido político donde se disputan sucesiones por imagen y protagonismo. La Sede está vacante. Y quien no es camarlengo, debe callar, arrodillarse y esperar.
Afortunadamente, durante las congregaciones habrá cardenales que le afearán su obscena campaña.
Por JAIME GURPEGUI.
MARTES 22 DE ABRIL DE 2025.
INFOVATICANA.