Pedro y los sucesores

Isaías 22,19-23 | Salmo 137 | Romanos 11,33-36 | Mateo 16,13-20

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

La Iglesia Católica es una, santa, católica y apostólica (Catecismo de la Iglesia Católica n.811). En otros tiempos se anotaba también el atributo de “romana”, que presenta alguna vertiente discutible; pero sigue siendo romana, la iglesia, por la continuidad que le ofrece el Obispo de Roma. Salvo en algunos paréntesis históricos como el tiempo de los papas en Aviñón, el Cisma de Occidente (1378-1417), y algunos papas que residieron en Rávena, siempre hubo una coincidencia en la misma persona del papado universal y la competencia como Obispo de Roma. El simbolismo de los lugares se acrecienta con el tiempo, y la permanencia del Papa en Roma es un valor que sería insensato despreciar. Es verdad que las raíces profundas de la Iglesia no está en las piedras o los monumentos; pero la historia deja una trayectoria, que señala en parte los pasos siguientes hacia el futuro. De la misma forma que la mayoría de los incendios de montes y sierras son intencionados con el ánimo de arruinar a las gentes, muchos pirómanos quieren reducir a cenizas los cimientos de la Cristiandad, que caracterizó la Civilización occidental. Occidente ha llegado donde alcanzó la presencia de la Iglesia Católica por su expansión natural o en tensión con otras confesiones cristianas. Los tiempos actuales plantean un modo nuevo de erradicar los valores de la Cristiandad, que van a la raíz misma de sus fundamentos. La contienda no es del todo nueva, pues los brotes e intentos se han venido produciendo en distintos momentos, pues la lucha es eterna como decían los líderes políticos que abolieron todos los derechos religiosos en Méjico, dando lugar a la Rebelión Cristera (1926-1929). La lucha comenzó hace dos mil años, y con distintas intensidades sigue su marcha. La Iglesia Católica sigue en el punto de mira de las fuerzas destructivas, y la estrategia principal en estos momentos se dirige a desnaturalizar a la Iglesia desde dentro, y un objetivo prioritario está en vulnerar a la jerarquía, subordinándola al consenso de un grupo más amplio que decida por mayoría. Esto último forma parte de las conclusiones del Sínodo Alemán. El paso siguiente estará en determinar un estado de cosas similar para el Sumo Pontífice, Obispo de Roma y sucesor de Pedro. El Papa por decisión del propio JESÚS es una figura clave en la identidad de la Iglesia Católica, independientemente de los papas mediocres habidos a lo largo de los siglos. El Papa es vínculo de unidad entre los creyentes, y recibe gracias por parte del SEÑOR para santificar, regir y enseñar al Pueblo de DIOS a él encomendado. El Papa no está solo, sino en comunión con todos los obispos, de los que él primero con un carisma especial dado por JESÚS. Simón pasó a llamarse Pedro, que significa roca o canto rodado. El canto rodado sufre muchos golpes y parece inestable; y esa es una vertiente que encontramos en Simón e Hijo de Jonás -o Juan-; pero por Gracia, Simón, para la Iglesia va a ser la Roca prevista por JESÚS.

El giro de la Iglesia en los inicios

El Concilio de Jerusalén es el primer Concilio de la Iglesia, y en esta reunión de los Apóstoles, responsables de la Iglesia de Jerusalén, presbíteros y otros discípulos, Pedro pronuncia de forma solemne las conclusiones que ya no se abandonarían hasta el día de hoy. El discurso breve de Pedro da la entrada a los gentiles de forma oficial, sin otras condiciones que la Fe en JESUCRISTO. La prudencia pastoral propone de forma circunstancial algunas recomendaciones, que serán dadas por Santiago quien preside la Iglesia de Jerusalén. “Levantándose Pedro en medio de los hermanos, les dijo: hermanos sabéis que en los primeros días me eligió DIOS entre vosotros, para que por mi boca oyeran los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. DIOS conocedor de los corazones dio testimonio en su favor, comunicándoles el ESPÍRITU SANTO como a nosotros, y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros” (Cf. Hch 15,7-9). El discurso de Pedro es más largo, pero este es el punto mollar de su magisterio, que parte de la experiencia y los hechos verificados por él en el campo de la evangelización. Lo que pedían algunos conversos, que antes practicaban la religión judía, era el sometimiento de los nuevos cristianos gentiles al cumplimiento inicial de la Ley en todos sus detalles incluida la circuncisión. Por tanto, no se llegaba a ser cristiano por la Fe en JESUCRISTO, sino por el cumplimiento de la Ley.  Por la carta a los Gálatas, sabemos que san Pablo tuvo que ver notablemente en esta conclusión final, pero el libro de los Hechos de los Apóstoles da carta oficial a la doctrina de la Gracia poniéndola bajo la autoridad de Pedro. Este criterio es normativo y permanente a lo largo de los siglos.

Mar adentro

En la llamada de JESÚS a los discípulos, Pedro aparece el primero o entre los primeros. Marcos y Mateo recogen la llamada a los cuatro discípulos iniciales, de dos en dos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan (Cf. Mc 1,16-20; Mt 4,18-22). San Lucas dispone a JESÚS predicando a la orilla del Lago de Galilea, y sentado en la barca de Pedro, al que le dice, terminada la enseñanza: “boga mar adentro y echa las redes” (Cf. Lc 5,4). A Pedro le dice: “serás pescador de hombres” (Cf. Lc 5,10). A orillas del lago después de la Resurrección, Pedro revalidará su amor y entrega al MAESTRO (Cf. Jn 21,15-17). Habían pasado tres años entre la promesa inicial y la formación adecuada para “apacentar” las ovejas que el SEÑOR pondría bajo su responsabilidad. La Iglesia a lo largo de los siglos tendrá  el carácter del Pescador de Galilea, que se vio necesitado siempre de remar mar adentro, donde las corrientes de agua podían llevar los peces. La experiencia de vida de Simón como pescador estaba siendo una preparación para otras tareas bien distintas, que necesitaban de las actitudes humanas cultivadas en aquella profesión de pescador. En ningún momento de la historia la Iglesia puede quedarse en la orilla de los acontecimientos. No nos queda más remedio que al hablar de Pedro mencionemos a la Iglesia, porque la realidad espiritual de la misma no está en el éter inapreciable, sino en la jerarquización dada por el mismo JESÚS: Pedro y los Apóstoles, el resto de los discípulos, que mediante la acción sacramental vamos ocupando un lugar dentro de la Iglesia, de la que formamos su cara visible.

Defensor de la Verdad

El Papa no es la Verdad, pero se le pide que defienda la Verdad con el don de la infalibilidad que se le concede a tal efecto. A cualquier persona le puede estremecer una responsabilidad de ese tenor. El Papa como primera voz en la Iglesia tiene que mantener la Verdad sobre DIOS, pues no todos los hombres, en las distintas religiones, rezamos al mismo DIOS. La voz del Papa tiene que oírse con claridad sobre la verdad del hombre cuya polaridad, hombre y mujer, no ofrece dudas en la revelación bíblica, la tradición de la Iglesia y las ciencias biológicas. El Papa tiene que hacer oír su voz sobre un mundo que es creación de DIOS y está al servicio del hombre y su dignidad de hijo de DIOS. El Papa tiene que levantar la voz y proclamar la Verdad del hombre como hijo de DIOS, esencialmente por encima de cualquier otro ser creado en este planeta. El Papa tiene que dejar muy claro que el ecologismo no puede convertirse en la nueva religión que dicte los nuevos derechos humanos, subordinando al hombre a sus dictados. El ecologismo no puede ocupar el lugar de DIOS. La voz del Papa tiene que oírse con claridad frente a las propuestas transhumanistas, que pretenden dar por caducada la actual condición humana, superándola -dicen- por medio de la biología -hibridación- y la tecnología. La voz del Papa tiene que oírse en la Iglesia y en el mundo sobre el modelo de familia natural o tradicional; y la dignidad del ser humano no nacido, así como la vida de los más ancianos, que crearon las condiciones para que las generaciones actuales podamos ser protagonistas del momento presente. La lucha es eterna entre las huestes satánicas y la Verdad de JESUCRISTO. Los tintes apocalípticos de esa lucha no han cesado desde el primer instante en el que el HIJO de DIOS puso sus pies entre nosotros. Recién nacido, Herodes quiere matar a JESÚS y desata una campaña cruel para acabar con su vida (Cf. Mt 2,16). La Hora tan esperada por las fuerzas del Mal tendrán que esperar. Cualquiera estaría derrumbado, pero JESÚS le aclara a Pilato: “para esto he venido al mundo, para ser testigo de la Verdad” (Cf. Jn 18,37). En cierto sentido, la Iglesia se encuentra en ese punto, y al Papa le corresponde levantar la voz de la Verdad, aún cuando la ideología reinante la niegue, porque sus oídos no la soportan. La cobardía no se puede revestir de prudencia; y la diplomacia no puede enmendar el principio de contradicción: una cosa no puede ser ella misma y su contraria al mismo tiempo. Un ejemplo triste no los ofrecen los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Española cuando aprueban sus principales presentadores y comentaristas la rectificación pública del Partido Popular, sobre el recurso presentado al Tribunal Constitucional por la ley del aborto. El Tribunal Constitucional dice que lo planteado por el gobierno está dentro de la Constitución, y el líder del Partido Popular ve muy bien que se haya pronunciado contra el propio recurso presentado. Los presentadores y comentaristas de los medios de la Conferencia Episcopal argumentan que el gobierno tiene que gobernar para todos. Un contertulio que discrepó en aquel momento, Miguel Ángel Quintana Paz, fue despedido al poco tiempo. Los propios se pueden sentir desprotegidos y abandonados a su suerte por una mala diplomacia. Este fue el caso de aquellos cristeros que se levantaron en armas porque el gobierno prohibía todos los lugares de culto, bautizos, bodas, misas, enseñanza católica y cualquier manifestación pública de religiosidad. El levantamiento popular pronto recibió el aval moral de la jerarquía desde las más altas instancias: la del papa del momento, Pío XI. Pero poco dura la alegría en la casa del pobre. Los cristeros iban ganado la eterna lucha y las autoridades buscan una negociación falsa directamente con Roma, que se cree las palabras sin obras de las autoridades masónicas mejicanas, que no cumplen ni uno de sus compromisos verbales. A los cristeros se les obliga a entregar las armas, pues los que continuasen la lucha quedarían excomulgados. Lo que hacía pocos meses era una justa contra revolución, de la noche a la mañana se iba a tornar algo injustificable. La profunda religiosidad mejicana ha podido con todo aquello y sigue adelante, demostrando ser un pueblo curtido en muchas batallas.

Isaías 22,19-23

Finalizaba el siglo ocho (714 a.C.), reinaba en Judá Exequias y su reino sufría el asedio de Senaquerib, rey de Siria. El tesorero real era Sobná, que se consideraba la segunda autoridad en el reino, pues disponía de los tesoros reales que empleaba fundamentalmente en los pertrechos para la guerra. Sobná aparece como un administrador de las finanzas reales que no se adapta a los planes de DIOS y va a ser relevado en su puesto por alguien acepto los designios del SEÑOR.

El Valle de la Visión

El profeta Isaías se duele de la suerte de Jerusalén, que la llama en este caso “Valle de la Visión”.  La ciudad debía mantenerse vigilante para evitar el asalto de las fuerzas hostiles que la asedian, pero la conducta es la contraria. Se queja el profeta y rehusa el consuelo, porque Israel no tiene en cuenta al SEÑOR para establecer su defensa: “demolisteis casas para reforzar la muralla y un estanque hicisteis entre ambos muros, pero no os fijasteis en su HACEDOR” (v.10-11) La situación era crítica y el SEÑOR llamaba al  Pueblo a la penitencia a través del profeta, pero la respuesta fue la opuesta: “lo que hubo fue jolgorio, matanza de bueyes y ovejas, comer carne y beber vino. Comamos y bebamos que mañana moriremos” (v.12-13) El Pueblo no actúa exclusivamente por su cuenta de esa manera, pues depende de sus dirigentes, y sus disposiciones no siguen las palabras del profeta al que DIOS ha enviado y acreditado.

En beneficio propio

Sobná el ministro del tesoro real parece buscar su propia gloria y trabajar en el propio beneficio principalmente. A su forma, Sobná, busca perpetuar su memoria entre los suyos procurándose un mausoleo para el momento en el que le llegue la muerte; y el profeta Isaías le pone delante sus intenciones: “Sobná el encargado del palacio, el que labra en lo alto su tumba, el que se labra en la piedra una morada… He aquí que YAHVEH te hace rebotar y te vuelve agarrar como una pelota…, allí morirás e irán tus carrozas” (v.16-18). La trayectoria de Sobná sigue las miras humanas, sin considerar el papel protector que la monarquía de Israel se le exige como intermediaria del mismo YAHVEH. Sobná tenía que poner los recursos del reino al servicio de la causa de YAHVEH, pero lo estaba haciendo en función de su propia gloria y beneficio, y por este motivo será relegado de su puesto, y en su lugar vendrá Elyaquin, que actuará conforme a la voluntad de DIOS.

Sentencia dictada

“Te empujaré de tu peana, y de tu pedestal te apearé” (v.19). La humildad y la obediencia entran en la relación con DIOS de igual forma, tanto en el Antiguo Testamento como en la Nueva Alianza. “El SEÑOR derriba del trono, o del pedestal, a los poderosos o a los que se lo creen; y por otra parte el SEÑOR enaltece a los humildes, y abaja a los que se encaraman en los propios pedestales construidos a su medida” (Cf.  Lc 1,52). Lo proclamado por MARÍA en el Magnficat tiene validez permanente. Nos dirá el profeta: “hombre, lo que te pide el SEÑOR es que practiques la justicia y el derecho, y camines humilde con tu DIOS” (Cf. Miq 6,8). Los profetas nos transmiten que el SEÑOR tiene un interés máximo en ocuparse de la defensa de su Ciudad elegida, Jerusalén. Esta ciudad le pertenece: “aquí viviré porque la deseo” (Cf. Slm 132,13-14). Cuando la idolatría reina en Jerusalén y su Templo, o los encargados de su cuidad no realizan su función, entonces se cae en desgracia. Ese fue el caso de Sobná: la preocupación de este primer ministro fue el engrandecimiento personal, sin importarle el bien del Pueblo, que provenía de las pautas establecidas en la Alianza y la escucha de la voz del verdadero profeta.

DIOS elige a Elyaquin

”Aquel día llamaré a Elyaquim, hijo de Elcías. Lo revestiré con tu túnica, con tu fajín le sujetaré tu autoridad; pondré en su mano, y será él un padre para los habitantes de Jerusalén y para la Casa de Judá” (v.20-21). El propio nombre de Elyaquín puede significar DIOS hace prosperar, y se corresponde bien con el sentido de estos versículos, que el profeta matiza en un tono de cumplimiento inapelable: “en aquel día”. DIOS tiene sus tiempos, y resultan inescrutables para nuestros cálculos, pero una certeza se mantiene: esos plazos siempre se cumplen. El perfil de Elyaquim anuncia al MESÍAS, pues este buen administrador de la Casa Real no se va a dedicar a maltratar a la servidumbre, pensando que el SEÑOR tarda en llegar (Cf. Lc 12,45); sino que su comportamiento estará en la línea del buen gobierno, guiando y protegiendo a los que le son encomendados. Elyaquim será “un padre para Jerusalén y la Casa de Judá”.

Las llaves y el poder

“Pondré la llave de la Casa de David sobre su hombro: abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá.  Lo hincaré como clavo en lugar seguro, y será trono de gloria para la Casa de su padre” (v.22-23). La llave abre o cierra una puerta, y la puerta ofrece un gran simbolismo, que aparece en distintos pasajes del Nuevo Testamento. Una ciudad sitiada cierra sus puertas. En tiempos de paz, las puertas permanecen abiertas. Las puertas son vigiladas noche y día para establecer el control de los que salen y entran en la ciudad. Algunas puertas tienen una función de aduana, y también de tribunal en el que se ventilan juicios a particulares. El ministro de hacienda o del tesoro real cuenta con las puertas de la ciudad como lugares estratégicos para el cobro de tasas e impuestos. Observamos que las relaciones económicas ejercen un papel preponderante en la vida social de una ciudad, aunque sea en sus estadios más elementales. El establecimiento de un conjunto de normas que regulen la convivencia y las relaciones económicas es una necesidad básica para el funcionamiento del grupo humano, y todo ello ha de estar de acuerdo con la justicia y el derecho que DIOS quiere. El funcionamiento de las grandes o pequeñas naciones, en aquellos tiempos, no se entendía al margen de las divinidades protectoras. Israel ofrece algo único: sus leyes religiosas, económicas y sociales dependen de un único DIOS y SEÑOR. Elyaquim aplicará con justicia los mandamientos del SEÑOR y sus disposiciones serán acertadas, repercutiendo en los suyos. Este buen administrador de las cosas de DIOS se asemeja a un clavo bien fijado del que pueden verse sostenidos distintos objetos, que simbolizan las secciones de la casa real que van a depender de sus disposiciones.

Una señal en el cielo

La confesión de Fe realizada por los Apóstoles con Pedro a la cabeza, cuenta en los versículos anteriores del capítulo dieciséis, de san Mateo, con la petición de un signo de carácter mesiánico por parte de unos saduceos y fariseos (Cf. M 16,1) De nuevo aparecen las autoridades religiosas estrechando el cerco en torno a JESÚS. Aquellos hombres quieren una señal mesiánica, sin tener en cuenta los signos y prodigios extraordinarios, que JESÚS estaba realizando, pero estaban declarando que todo lo visto hasta ese momento carecía de valor. Si quería acreditarse tendría que mostrar una señal convincente para ellos. La respuesta de JESÚS corta el desafío: “a esta generación malvada y adúltera no se le dará otra señal que la señal de Jonás; y dejándolos se fue” (v.4). San Mateo se encarga de proponer distintas escenas, en las que JESÚS aparece como el MESÍAS esperado con signos a la altura de esta condición: “las multiplicaciones de los panes y los peces” (Cf. Mt 14,17-21); y la estampa de JESÚS en “La Montaña de las Curaciones” sanando toda enfermedad y dolencia, tan sólo con tocar la orla de su manto (Cf. Mt 15,29-32). Una perversa corriente interior recorre los corazones de aquellos fariseos y saduceos; y JESÚS quiere prevenir a sus discípulos frente al veneno espiritual que aquellos trataban de difundir. “abrid los ojos y guardaos de la levadura de los saduceos y de los fariseos” (Cf. Mt 16,6). El rechazo interior a JESÚS y su obra no obedece a razones: es la “lucha eterna”, que el Mal establece frente a DIOS y su obra. JESÚS se retira de nuevo fuera de la mirada de sus enemigos y adversarios; y al mismo tiempo tener la oportunidad de ordenar en el corazón de los discípulos los interrogantes fundamentales. Las señales externas que derivan de la actuación de JESÚS pueden revelar algo de su identidad, pero el SEÑOR quiere que la cuestión surja de la búsqueda en el conocimiento personal. Ellos, los Apóstoles, caminan con JESÚS en una posición de privilegio.

Cesarea de Filipo

JESÚS de nuevo sale con sus discípulos de los lugares habituales para encontrar un cierto aislamiento y ofrecer algún tipo de enseñanza importante. En este caso la materia gira en torno a la identidad del MAESTRO. JESÚS pregunta, “¿quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” (v.13) Según san Mateo, la pregunta lleva consigo gran parte de la respuesta, con lo que se pone fácil a los discípulos; además, lo primero que deben aportar los discípulos son las impresiones que recogen de las gentes con las que se encuentran. El Hijo del hombre de Daniel (Cf. Dn 7,13) ofrece alguna pista sobre la identidad y misión del Hijo del hombre, al que se le concede la facultad de juzgar a todo viviente en el Día del SEÑOR. JESÚS se apropia este título de Hijo del hombre, que adquiere en su persona un nuevo significado, pues el Juicio Divino recaerá sobre ÉL de modo expiatorio por toda la humanidad.

Aproximaciones

“Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas” (v.14). La opinión de Herodes Antipas que había dado muerte a Juan, era que el Bautista había vuelto a este mundo (Cf. Lc 9,7). El tiempo de Elías era para otros la reconciliación de los hijos con los padres  (Cf. Mlq 4,6), y el Mensaje de JESÚS abundaba en exhortaciones al perdón y la reconciliación entre todos los hombres. La versión de Jeremías provenía de aquellos que reconocían el rechazo continuo de los poderes religiosos al Mensaje de JESÚS, lo mismo que le ocurrió al profeta Jeremías en los años previos al destierro a Babilonia. Los judíos no creían en la reencarnación, pero podían admitir que un profeta anterior volviese para impartir enseñanzas necesarias para ese  momento (Cf. Ap 11,3). La gente en general no daba el paso a la visión superior de JESÚS como el HIJO de DIOS; y por otro lado ya era suficiente con atribuirle rasgos parciales de los grandes profetas anteriores. JESÚS tuvo fuertes enfrentamientos con las autoridades religiosas y de forma pública, como le ocurrió a Juan Bautista. El mensaje de JESÚS conciliador y revelador del rostro Misericordioso de DIOS, no ahorró momentos para mostrar una gran exigencia y determinación. Elías y Eliseo son los dos grandes profetas de los que se transmitieron milagros y prodigios. JESÚS supera sobradamente lo que recogen las Escrituras.

La pregunta al discípulo

“Y vosotros, ¿quién decís que SOY YO? (v.15). JESÚS fue preparando a los discípulos con la pregunta anterior para no pillarlos desprevenidos. En otros comentarios se ha expuesto lo crucial de la pregunta y la respuesta que demos sobre la identidad de JESÚS. La respuesta no es sólo doctrinal y teórica, sino la que ha de dar el discípulo que conoce y sigue al MAESTRO. La pregunta y la respuesta están abiertas de forma permanente sobre cada discípulo y la Iglesia en su conjunto. ¿Con que fuerza o ardor declara el discípulo que JESÚS es el HIJO de DIOS? Lo mismo sirve para medir la vitalidad de la Iglesia parroquial, diocesana o universal para medir su grado de vitalidad. No es cualquier cosa: el verdadero poder de la Iglesia está en la proclamación de JESUCRISTO como único SALVADOR. Esta proclamación no es llevar las cosas a ningún extremismo, sino hacer valer la Verdad. Devaluar o rebajar esta Verdad es letal para la Iglesia y la sociedad. El mantenimiento en alto de esta bandera le corresponde a la Iglesia, porque el SEÑOR ha decidido que esa predicación fuera la piedra angular de la misma. El cristero vencía cada vez que uno moría proclamando ¡Viva CRISTO REY! En distintos países donde actualmente los cristianos son perseguidos se sigue muriendo al grito de ¡Viva CRISTO REY! El fuego que JESÚS ha venido a traer a la tierra no se ha apagado, ni se apagará (Cf. Lc 12,49). En nuestras sociedades de consumo el enemigo de las almas no se enfrenta de modo directo, sino mediante el bloqueo de las conciencias, el relativismo moral, el dogma del consenso y el fundamentalismo democrático, en donde todo tiene la misma validez.

Responde Pedro

“TÚ eres el CRISTO, el HIJO de DIOS vivo” (v.16) Tenemos en esta breve frase la misión permanente de los sucesores de Pedro a lo largo de los siglos. El mundo recibe el mayor servicio de la Iglesia cuando esta proclama sin ceder un ápice, que JESÚS de Nazaret es el HIJO de DIOS y el SALVADOR de todos los hombres, que ha venido a llamar a los pecadores y a curar a los enfermos (Cf. Mt 9,12-13).

La asistencia del ESPÍRITU SANTO

“JESÚS le dice a Pedro: eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi PADRE que está en los cielos; y ahora te digo YO: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no la derrotarán” (v.17-18). Durante el tránsito por este mundo hemos de estar asistidos por la presencia continua del ESPÍRITU SANTO, que nos renueve la conciencia sobre los fundamentos espirituales. No es obra de un día alcanzar a ver que JESÚS es el HIJO de DIOS, y el único SALVADOR. Somos extremadamente vulnerables y la incertidumbre que acompaña a la condición humana, debiera ser un acicate permanente para la búsqueda. Cada día es una página en blanco en la que hemos de escribir la relación con JESUCRISTO de esa jornada. La promesa hecha por JESÚS a Pedro no es poca cosa: la garantía de la victoria final: “no tengáis miedo, YO he vencido al mundo” (Cf. Jn 16,33). No obstante los poderes del Hades, o del infierno, están operativos y en determinados tiempos con una fuerza especial. Pero siempre que podamos pasar por épocas críticas es necesario revivir con serenidad las páginas en las que la victoria del SEÑOR ya tuvo lugar, porque no fueron las meras fuerzas humanas, las que llevaron a buen puerto tantas gestas increíbles en el Nombre del SEÑOR.

El poder de las llaves

“A ti -Pedro- te daré las llaves del Reino de los Cielos. Lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo; y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los Cielos” (v.19). El poder de las llaves en san Mateo tiene dos momentos: el primero queda referido en esta cita y va dirigido directamente a Pedro; y el segundo testimonio complementa el poder de las llaves haciéndolo extensivo al resto de los Apóstoles:  … (Cf. Mt 18,18). Dos textos hemos de añadir para ver la singularidad de la figura de Pedro y comprender mejor su primado. El texto de san Lucas ofrece gran cantidad de aspectos a tener en cuenta: “Pedro, satanás ha pedido cribarte como trigo; y YO he pedido al PADRE para que tu Fe no desfallezca, y cuando seas rehabilitado confirma a tus hermanos en la Fe”  (Cf. Lc 22,31-32). Pedro es un elegido por parte del SEÑOR, pero eso no lo excluye de la prueba, que lo puede arruinar. Pedro va a confirmar a sus hermanos cuando la prueba lo haya molido como el grano por la piedra de molino; entonces, Pedro, confirmará a los hermanos en la Fe, porque DIOS es fiel y mantiene sus dones. Una gran lección para los tiempos de tribulación, en los que parece desaparecer todo asidero y firmeza. El segundo texto a considerar es la triple confesión de Pedro ante el resto de los compañeros, a orillas del Mar de Galilea, después de la Resurrección: “Pedro, ¿me amas más que estos? (Cf. Jn 21,15-17). Pareciera que las heridas dejadas por la infidelidad fuesen curadas exclusivamente por el Amor restaurador. A partir de ese momento, Pedro había alcanzado la categoría de verdadero discípulo, que sigue los pasos de su MAESTRO: “JESÚS le dice: sígueme” (Cf. Jn 21,19). Los Cielos quedarán abiertos a partir de la Resurrección, y los Ángeles traerán las gracias de los Cielos para que los hombres construyamos el Reino de DIOS en este mundo. Al mismo tiempo, los Ángeles llevarán de este mundo las oraciones de todos los fieles y las buenas acciones ungidas por la presencia del ESPÍRITU SANTO y los méritos de JESÚS. La comunión de gracias entre los Cielos y la tierra se moverá en orden a la infinita Misericordia a favor de todos los hombres. Pedro en la Iglesia de JESUCRISTO el SEÑOR recibe potestad especial para abrir los cielos a favor de los hombres, para que la Divina Misericordia alcance al mayor número de fieles. Pedro tiene la grave obligación de conservar el depósito de la Fe y en ese sentido tendrá que regular el modo adecuado de vivir el Mensaje del Evangelio. Pedro tiene que enseñar y confirmar la verdadera doctrina, disponer de los medios para santificar a los fieles, y regir con prudencia los destinos de la Iglesia que se le confía en comunión especialmente con sus hermanos obispos.

El secreto mesiánico

“Entonces mandó a sus discípulos, que no dijeran a nadie que ÉL era el MESÍAS” (v.20). Los versículos siguientes de este evangelio ofrecen la segunda parte de la enseñanza sobre la identidad de JESÚS que incluye la vertiente del Siervo de YAHVEH, más difícil de encajar cuando se tiende a consideraciones de aplauso generalizado. JESÚS tenía que empezar a manifestarles las facetas menos agradables de su misión entre los hombres. En los siguientes versículos darán muestras de no estar muy preparados para esas enseñanzas, porque el dolor, el sufrimiento y la muerte no gustan a nadie. Si los discípulos precisaban una preparación, con más motivo el resto de las personas. El RESUCITADO será quien dará Fe de la trayectoria seguida por el Siervo de YAHVEH para llevar a cabo la Redención. JESÚS es el CRISTO, pero en esos momentos no lo pueden aceptar sufriente y derrotado. Cuando ÉL resucite y se les manifieste, entonces podrán entender (Cf. Lc 24,45).

San Pablo, carta a los Romanos 11,33-36

El proceder de DIOS no está dentro de los cálculos humanos, y nos conviene tenerlo en cuenta para mirar con Esperanza cristiana los tiempos presentes y cualquier otra época que nos tocase vivir. San Pablo termina este capítulo once alabando al SEÑOR por sus designios inescrutables, pero a lo largo del mismo nos ofrece algunas claves de máximo interés. En aquella situación DIOS se había reservado “un resto”, que cuantifica en siete mil personas como una cantidad que no se puede tomar en sentido absoluto. “Un resto” elegido por Gracia, que no se debe a los propios méritos para resolver la encrucijada histórica por la que se estaba pasando. Si eso tuvo lugar en tiempos de Elías, cuánto más el SEÑOR no buscará el apoyo de “un resto” en los tiempos mesiánicos, que también son los nuestros. El fracaso de la Cruz aporta extraños resultados, dando frutos de Vida y Resurrección. El fracaso momentáneo del Pueblo elegido, se resuelve, según san Pablo, en beneficio para todos los gentiles. Pero las gracias serán mucho mayores para todos cuando Israel reconozca a JESÚS como el MESÍAS, aunque tal acontecimiento se haga esperar. Por un momento el SEÑOR nos puede ocultar su Rostro, pero san Pablo afirma rotundamente que los dones y la vocación que DIOS da son irrevocables” (v.29); de tal manera que por la Alianza establecida con los padres, DIOS mantiene sus promesas a la espera de la manifestación futura.

DIOS es insondable en su Misericordia

”!Oh, abismo de la riqueza, de la sabiduría, y de la ciencia de DIOS. Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos” (v.33). La Justicia de DIOS es previsible y los cálculos basados en ella animaron siempre las predicaciones más ardientes; sin embargo la Divina Misericordia causa gran perplejidad y en ocasiones no reaccionamos bien. La Misericordia del padre de la parábola molesta al hijo mayor (Cf. Lc 15,28). La  Misericordia del Dueño de la Viña que contrata jornaleros molesta a los que reciben el salario ajustado (Cf. Mt 20,9-16). El derroche de Misericordia por parte de JESÚS deja perplejos a Juan Bautista y sus discípulos (Cf. Lc 7,20ss). Resulta desconcertante, aún hoy, la canonización por JESÚS del primer santo: el ladrón arrepentido, supuestamente llamado Dimas, que recibe con toda certeza la promesa de estar con JESÚS en el Paraíso “hoy mismo” (Cf. Lc 23,42) Mientras JESÚS declaraba el perdón como testamento último daba la vida Eterna a uno de los compañeros de patíbulo. Lo que san Pablo expone en este versículo treinta y tres, parte de lo afirmado en el anterior: “DIOS encerró a todos en el pecado para tener Misericordia de todos” (v.32). En toda la historia de la humanidad sólo dos personas, como sabemos, se han librado del pecado: JESÚS de Nazaret, y la VIRGEN MARÍA por los méritos de JESÚS. DIOS sólo se puede acercar a los hombres perdonándonos una y otra vez, como de forma reiterada nos lo afirma la Biblia. La Divina Misericordia no es una licencia para pecar, sino el reconocimiento en libertad del infinito Amor de DIOS, que pide correspondencia.

DIOS es anterior a todo

“¿Quién conoció el pensamiento del SEÑOR? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio primero, para que tenga derecho a la recompensa? (v.34-35). Todo lo que existe y ha existido empezó a ser en algún momento; y antes de la primera realidad existente, sólo se daba “la nada”. Por principio, de la nada no sale nada; y sólo la existencia de DIOS que es CREADOR puede  hacer algo donde se da la nada. Retrospectivamente la ciencia llega a un punto inicial de las cosas hace trece mil ochocientos millones de años; paradójicamente con un alto nivel de organización en los elementos iniciales. El desenvolvimiento del núcleo original creado con las leyes impresas por el CREADOR vienen dando este cosmos, en el que los hombres aparecemos en este planeta con un encargo personal o vocacional dado por DIOS. Isaías (Cf. Is 40,13) y san Pablo en este texto no dudan en atribuir a la Divina Sabiduría todo lo existente, sin concurso de cualquier otra criatura alguna en el Plan inicial. Nadie fue el consejero del SEÑOR, ni entraron en competencia otras entidades espirituales para disputar el proyecto como ocurre en otras cosmogonías. San Pablo mantiene la íntima relación entre el Plan de DIOS en su Creación, y el Plan de la Redención llevada a cabo por su HIJO, JESUCRISTO.

Doxología

“ÉL es el origen, guía y meta del Universo. A ÉL la Gloria por los siglos, Amén” (v.36) Como si de una liturgia se tratase, el texto de la Escritura cierra la aproximación al misterio creador de DIOS con una alabanza agradecida. Nos recuerda este final del capítulo once al Prólogo del evangelio de san Juan en sus primeros versículos. Todavía una cita de Colosenses: “porque en ÉL fueron creadas todas las cosas, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados y Potestades; todo fue creado por ÉL y para ÉL” (Cf. Col 1,14-16).

Comparte: