Monseñor Santiago Olivera, obispo castrense de Argentina, de 65 años, «prohibió» el 13 de septiembre el uso de casullas y manípulos barrocos en las eucaristías.
Caminante-Wanderer (19 de septiembre) califica esta prohibición de «sorprendente y absurda» y «poco sinodal» respecto a los sacerdotes y sus legítimas preferencias litúrgicas.
«¿Con qué autoridad puede un obispo determinar el estilo de los ornamentos que pueden o no llevar sus sacerdotes?» – se pregunta.
A la objeción de que Benedicto XVI llevaba a menudo casullas barrocas, Olivera ya ha respondido:
El Papa Benedicto ya no existe».
Pregunta Caminante: ¿Tratará a Francisco de la misma manera una vez que «ya no esté»?
Las rúbricas del Novus Ordo [que a nadie importan] dicen que el sacerdote debe llevar casulla cuando preside la Eucaristía, señala Caminante, y las casullas barrocas son casullas.
Caminante señala que a monseñor Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, se le ve a menudo celebrando misa vistiendo sólo alba, estola y palio, pero sin casulla (algunos dicen que ni siquiera se quita el palio para ir al baño). El palio es un símbolo de poder.
«Nos atrevemos a sugerir que la razón es el terror que siente cuando sus «hermanos en el episcopado» le reprochan el estilo de sus sacerdotes y le cuentan historias al jefe de Roma», concluye Caminante-Wanderer.
Lo que dijo Benedicto XVI sobre la casulla:
La casulla que lleva el sacerdote durante la celebración de la Eucaristía tiene que manifestar con toda claridad que en el altar él no es una persona privada como cualquier otra, sino que actúa en virtud de otro que es Cristo.
Su ser privado e individual debe desaparecer para que se dé espacio a Cristo. ‘No vivo yo, sino que es Cristo el que vive en mi’.
No es el sacerdote el importante, lo es Cristo. No es él el que se da a los hombres, sino Cristo. El sacerdote es hecho un instrumento de Cristo. No actúa desde las propias potencialidades, sino que es mensajero, más aún, presencializador de otro. Obra’ in persona Christi’, como repite la tradición litúrgica.»
(Benedicto XVI, ‘Introducción al Espíritu de la liturgia’)