Nadie es profeta en su tierra

Pbro. Crispín Hernández Mateos
Pbro. Crispín Hernández Mateos

El profetismo es una institución del pueblo de Israel, por medio de la cual Dios suscita mensajeros para comunicar su Palabra, sus mandatos, sus disposiciones. El profeta no habla en nombre propio sino en nombre de Dios. Podemos encontrar en el Antiguo testamento falsos profetas y verdaderos profetas.

 

  1. Desde el seno materno te llamé

Dios nos llamó a la existencia, nos dio la vida por amor, nos llamó a ser sus hijos por medio del bautismo. La vocación nace de Dios, Él es quien nos llama a vivir en comunidad, en santidad y en el amor. Dios nos escogió para estar con Él, para ser de Él, para vivir con Él. La vida plena consiste en estar en gracia de Dios, vivir en comunión con Él y estar en paz con los hermanos. Dios nos llamó para ser mensajeros de su Palabra, nos envía a comunicar su obra divina y nos convoca para ser felices. ¿Has respondido a este llamado de amor?

 

  1. Señor tu eres mi esperanza

En las situaciones de desesperanza, de miedo, angustia, dolor y sufrimiento que vivimos por causa de la pobreza, la enfermedad, las injusticias, la inseguridad y la violencia, Dios se presenta como nuestra esperanza, nuestra salvación y redención, Él es nuestra Luz, nuestro Pan de vida, nuestro vino nuevo, nuestro camino y nuestro Pastor, que da la vida por nosotros. El salmista nos invita a disponernos a escuchar la Palabra de Dios, para que nos guíe hacia los pastos verdes y el agua cristalina, para que nos lleve al puerto de salvación. Vivir sin Dios es vivir sin esperanza, sin paz y sin luz. Esperar es tener siempre el anhelo de poseer un bien futuro, un deseo de cambio, una certeza de un mundo mejor. ¿Esperas siempre en Dios? ¿Confías en su promesa de amor?

 

  1. El amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo da

Dios nos creó por amor y para amar. El amor nos hace crecer como personas, nos hace estar en paz con los demás, fortalece la armonía social, nos hace estar y vivir felices. El amor implica confianza, seguridad y certeza. El amor se basa en una promesa y se concretiza con un compromiso objetivo. El amor es generoso, solidario y atento. Amar es cumplir nuestra vocación de hijos de Dios. ¿Amas a tu familia, tu trabajo, tu vida, tu cuerpo, a tú prójimo? Ser profeta es anunciar el bien y denunciar el mal. ¿Anuncias el amor de Dios? ¿Denuncias las injusticias sociales? ¿Caminamos juntos Iglesia y sociedad?

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