El 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa Francisco presidió la Santa Misa a las 10 de la mañana hora local de Roma, en la Basílica de San Pedro.
En su homilía, el Pontífice reflexionó sobre el pasaje del Evangelio según san Mateo que narra el encuentro de los tres magos de Oriente que llegaron a Belén para adorar al Hijo de Dios, recién nacido: «Vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11).
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En este sentido, el Santo Padre señaló que adorar al Señor «no es fácil», ya que «no es un hecho inmediato»:
Asimismo, el Papa recordó que precisamente por esto resulta fundamental «que en nuestra época dediquemos más tiempo a la adoración», tanto individual como comunitariamente, «aprendiendo a contemplar al Señor cada vez mejor».
«Hoy, por lo tanto, pongámonos en la escuela de los magos, para aprender de ellos algunas enseñanzas útiles: como ellos, queremos ponernos de rodillas y adorar al Señor», añadió el Obispo de Roma.
Levantar la vista
Profundizando sobre la liturgia hodierna, Francisco destacó tres expresiones, que pueden ayudarnos a comprender mejor lo que significa ser adoradores del Señor: “levantar la vista”, “ponerse en camino” y “ver”.
Ponerse en camino
En cuanto a la segunda expresión que nos puede ayudar, «ponerse en camino», el Papa puntualizó que antes de poder adorar al Niño nacido en Belén, los magos tuvieron que hacer un largo viaje siguiendo la estrella en el firmamento. «Un viaje que implica siempre una transformación, un cambio», dijo.
Ver más allá de las apariencias
Finalmente, la tercera expresión, «ver»: El evangelista escribe «entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11).
En este contexto, el Papa explicó que la adoración «era el homenaje reservado a los soberanos, a los grandes dignatarios. Los magos, en efecto, adoraron a Aquel que sabían que era el rey de los judíos» (cf. Mt 2,2).
Pero, de hecho, ¿qué fue lo que vieron?
«Vieron a un niño pobre con su madre -continuó explicando el Santo Padre- y sin embargo estos sabios, llegados desde países lejanos, supieron trascender aquella escena tan humilde y corriente, reconociendo en aquel Niño la presencia de un soberano.
Igualmente, el Pontífice hizo hincapié en que los magos fueron capaces de «ver» más allá de la apariencia: «Arrodillándose ante el Niño nacido en Belén, expresaron una adoración que era sobre todo interior: abrir los cofres que llevaban como regalo fue signo del ofrecimiento de sus corazones».
Trascender lo visible para poder adorar a Dios
«Para adorar al Señor es necesario ver más allá del velo de lo visible, que frecuentemente se revela engañoso», manifestó Francisco.
Finalmente, el Santo Padre subrayó que este modo de “ver” que trasciende lo visible, «hace que nosotros adoremos al Señor, a menudo escondido en las situaciones sencillas, en las personas humildes y marginales. Se trata pues de una mirada que, sin dejarse deslumbrar por los fuegos artificiales del exhibicionismo, busca en cada ocasión lo que no es fugaz».
«Que el Señor Jesús nos haga verdaderos adoradores suyos, capaces de manifestar con la vida su designio de amor, que abraza a toda la humanidad», concluyó el Papa.
Con información de Vatican News