Los abuelos

2Reyes 4,42-44 | Salmo 144 | Efesios 4,1-6 | Juan 6,1-15

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Con motivo de la memoria, el viernes día veintiséis, de san Joaquín y santa Ana, la Iglesia quiere tener un recuerdo especial hacia los abuelos. En la tercera generación hacia atrás encontramos a los abuelos, y desde hace algún tiempo es muy fácil contar con los bisabuelos en unas condiciones físicas muy aceptables. Como bien sabemos, el Nuevo Testamento no da noticias sobre los padres de la VIRGEN MARÍA y tenemos que acercarnos a los textos apócrifos para saber de san Joaquín y santa Ana, que serían los abuelos de JESÚS por línea materna. En la genealogía de san Mateo tenemos los antecesores de José, que se remontan cuarenta y dos generaciones en tres bloques de catorce. El último eslabón de la cadena es “Jacob del que nace José, el esposo de MARÍA, de quien nación CRISTO” (Cf. Mt 1,16). La historia patriarcal establece a Jacob como el tercer patriarca de quien nacen los representantes de las Doce Tribus. José es el undécimo, que nace de Raquel en edad avanzada. Todavía nacerá Benjamín de Raquel, que morirá en el parto (Cf. Gen 35,18-16). Benjamín vino a ocupar el lugar que había dejado su hijo José, que lo había dado por muerto, al ver ensangrentados los restos de la túnica de anchas magas, que Jacob, su padre, le había regalado. Años más tarde Jacob comprobaría que su hijo José vivía y era la persona más importante de Egipto después del Faraón. José remedia en Egipto el hambre a su familia, y los representantes de las Doce Tribus se pudieron acoger a la hospitalidad del Faraón, que por intermediación de José les concedió los territorios de Gosén para que cuidaran y multiplicaran sus rebaños. Dos mil años después de estos episodios, un nuevo Jacob y un nuevo José van a contribuir a remediar el hambre espiritual a la tierra. Suponemos que este último Jacob tuviese más hijos que a José. También se puede suponer que JESÚS conociese tanto a sus abuelos maternos como paternos, aunque la media de edad en aquel tiempo era muy baja, pero también encontramos personas que alcanzaban una larga ancianidad, como lo ejemplifica el anciano Simeón y la profetisa Ana de Fanuel con ochenta y siete años de edad (Cf. Lc 2,37). En principio, la proximidad familiar a JESÚS establece prerrogativas especiales en orden a la Sabiduría y conocimiento de DIOS. La proximidad física es un grado que aparece significado en los evangelios. La proximidad o relación directa con lo sagrado ejerce su influencia y condiciona favorablemente. Recordamos el caso del niño Samuel, a quien su madre Ana, esposa de Elcaná, había pedido al SEÑOR con verdadera necesidad un hijo con la promesa de ofrecerlo al SEÑOR. Así sucedió cuando el niño Samuel cumplió los tres años: “y lo hubo destetado, entonces, lo llevó a Silo, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino” (Cf. 1Sm 1,23-24).Todavía no estaba constituido el Templo de Jerusalén y el Arca de la Alianza precisamente se encontraba en el santuario de Silo, en el que oficiaba el sacerdote Elí con la ayuda de sus hijos. Samuel dormía muy cerca del Arca de la Alianza, que era el ámbito más santo, pues en aquel relicario se encontraban las tablas en piedra, en las que el SEÑOR había escrito el Decálogo, la vara de Aarón y un gómer -recipiente- que contenía el maná que alimentó al Pueblo durante cuarenta años por el desierto (Cf. Hb 9,4). Además el Arca de la Alianza contaba con el Propiciatorio, que era una plancha de oro en la parte superior, cerrando el relicario, presidido por dos querubines también de oro macizo. Durante la travesía por el desierto el Propiciatorio del Arca de la Alianza fue el lugar físico donde Moisés hablaba con DIOS cara a cara y recibía sus oráculos. El niño Samuel se encontraba dentro del radio de acción de la Presencia Santa de YAHVEH y como niño estaba en condiciones de recibir la Palabra del SEÑOR, y así sucedió (1Sm 3,4-11). Los múltiples ejemplos del Antiguo Testamento se corroboran en la “plenitud de los tiempos”  (Cf. Mc 1,15; Gal 4,4). Es una gran anomalía estar próximo a los ámbitos propios de la Santidad y no ser afectados positivamente. Percibimos serenidad de forma distinta al lado de unas personas o de otras. Cada persona es receptora y emisora también en lo espiritual. Quienes perciben con más intensidad estos campos espirituales son los niños, lo mismo que el niño Samuel. Normalmente los abuelos por muchas razones están en condiciones de acompañar a sus nietos, y su misma presencia es inspiradora. El nieto para arraigarse en la vida debe conocer las historias familiares hacia atrás de la tercera y cuarta generación si fuera posible. Muy mal cuando los niños y los jóvenes consideran que las cosas han sido siempre como ellos las están viviendo en el presente. Puede ser complicado hacerle entender a un niño de diez años, que hace treinta años o cincuenta no había teléfonos móviles. Quedamos todavía personas de generaciones anteriores que recordamos los olores intensos y genuinos de los distintos árboles frutales en huertos plantados de diversas clases de manzanos, distintos tipos de ciruelas o peras de diferentes tipos. No es ocioso que los niños caigan en la cuenta, que las frutas o cualquier producto que se compra para comer, no nace en las estanterías del supermercado. Los abuelos tienen que disponer de tiempo para contar historias familiares. Las historias de entrega, esfuerzo y lucha tienen que ser conocidas por las nuevas generaciones contadas con el mínimo victimismo posible, pero señalando el nivel de esfuerzo y responsabilidad. Los propios hijos normalmente han sido testigos directos del papel desempeñado por los padres para sacar adelante a todos los miembros de la familia, pero queda en la penumbra el papel jugado por los abuelos, que está insertado en otro momento histórico con sus acontecimientos importantes. El propio testimonio se puede completar para las nuevas generaciones, si se crea la suficiente motivación para que los que vienen se interesen por contrastar mediante la lectura, todo aquello que deba ser contextualizado. Los españoles y el conjunto de los hispanos tenemos una Fe fundante que es el Catolicismo, y lo que somos hoy está en relación con estas raíces. El Catolicismo promovido por España creó civilización y transformó formas religiosas y de vida social, que en nada dignificaban al hombre. Hace pocos días falleció Pablo Victoria, historiador colombiano, que en los últimos años puso de relieve el papel desempeñado en América por Blas de Lezo, o Simón Bolivar, revolucionario independentista. Uno y otro deben ser conocidos, a modo de ejemplo, para saber algo de lo que paso e hicieron los españoles en América; y poco a poco hacernos una idea cabal de nuestros antepasados tan deformada por la leyenda negra promovida por los enemigos de España y de los países hispanos.

La Sabiduría y el anciano

Entre nosotros los ancianos son aquellos que por la edad se encuentran muy deteriorados, decrépitos y con muy pocas fuerzas; pero en la Biblia el anciano es una categoría de persona que acumula experiencia y Sabiduría. Es necesario escuchar el consejo de los ancianos, porque han vivido y tienen experiencia. Se vive una sola vez, se es niño una sola vez, lo mismo ocurre cuando se llega a la juventud, en la que es fácil sufrir un espejismo, pues al descubrirse a uno mismo con nuevas capacidades con facilidad se cae en el engaño de creer que se saben muchas cosas y no se encuentran barreras a las propias capacidades. Esta fue la actitud del hijo menor de la parábola de “El hijo pródigo”, (Cf. Lc 15,12ss), que conmina a su padre a darle la parte de la herencia que le corresponde para gastarla a su manera, pues se siente con fuerzas inagotables para el disfrute permanente. Las cosas no resultaron según las previsiones anteriores y más pronto que tarde los recursos se desvanecieron como perdidos en caída libre por un largo desfiladero. Aquel joven no escuchó la máxima del Eclesiástico: “hijo, desde tu juventud haz acopio de doctrina, y hasta tu vejez encontrarás Sabiduría” (Cf. Eclo 6,18). La doctrina alcanza un nivel más alto cuando procede de alguien que es testigo de la misma en un grado suficiente. No se puede exigir una coherencia perfecta entre el testimonio personal y las verdades doctrinales reconocidas, salvo en casos muy excepcionales. En buena tinta, solo JESÚS y la VIRGEN MARÍA pueden ser asumidos como modelos perfectos. Otros, en cambio, vienen a representar un alto grado de proximidad a DIOS, que los hace fiables en cualquier caso: Abraham, Jacob o Moisés son figuras indiscutibles, cuyas trayectorias son ejemplo de vida y fuente de doctrina. Los autores sagrados del Nuevo Testamento, san Pablo, san Pedro o san Juan en sus cartas, ratifican con su vida y doctrina el seguimiento a JESÚS, a pesar de los fallos que se pudiera encontrar en su trayectoria. La grandeza de estos últimos santos como modelos a seguir está también en la superación de los errores o pecados. Decíamos antes, que se es joven una sola vez, y esa etapa de la vida aporta unas posibilidades que no se volverán a repetir. El joven está inacabado en su biología, formación religiosa, moral e intelectual. El joven y anteriormente el niño, es susceptible de hacer acopio de muchas cosas buenas, que serán potencialidades a desarrollar en un plazo medio. No habrá una etapa de la vida más adecuada para aprender, si ante él aparecen los modelos que inspiren verdad, bondad y belleza. Ninguno de estos tres trascendentales se puede desligar de los otros dos. La verdadera belleza es buena por naturaleza; y la bondad es verdadera y bella en todas sus manifestaciones. El joven tiene que encontrar fuentes de verdad, bondad y belleza, en las que pueda armar su mundo interior en formación. Todas las personas somos manipulables y los manipuladores lo saben, pero los jóvenes lo son de forma especial, precisamente por esa condición inacabada que presentan, mostrándose abiertos con mucha facilidad a todo tipo de novedades aceptándolas con nulo discernimiento. Son verdaderos criminales aquellos que ostentan instituciones y permiten la destrucción física y psíquica de los jóvenes, incitándolos al ejercicio de una falsa libertad. A estos que desde lugares distintos de la sociedad incitan a los jóvenes a destruirse mediante la droga, la promiscuidad que falsea la sexualidad, la pornografía haciéndolos dependientes de la misma, las falsas percepciones de su individualidad que acaban en hormonación irreversible o amputaciones genitales castrándolos para toda la vida, quienes estas cosas promueven entre niños y jóvenes tienen la más dura sentencia de JESÚS: “más les valdría que les encajasen una rueda de molino al cuello y los arrojasen en el mar” (Cf. Lc 17,2) La comprensión hacia los jóvenes no puede faltar, pues se mueven por las arenas movedizas que ellos mismos desconocen. Por caminos de responsabilidad y exigencia se deben promover todas las iniciativas para rescatar a los individuos en el estado en que se encuentren. Puede ser que muchos lleguen al estado descrito del hijo menor de la parábola antes señalada, que terminó cuidando cerdos y del todo famélico deseaba comer las algarrobas de los cerdos y nadie se las daba (Cf. Lc 15,16). La responsabilidad moral del joven puede verse disminuida por la manipulación social antes mencionada, pero en ningún caso se le puede eximir totalmente. Los actos tienen consecuencias, y estas se convierten en nuevos condicionantes que favorecen o perjudican en la dirección de los actos iniciales. Es cierto que se produce el efecto racimo y un solo acto y consecuencia aparece insertado o rodeado de otros con los que no se contaba. Dada la complejidad en la que nos encontramos, DIOS tiene que intervenir a nuestro favor y hacer viable la propia existencia en la que nos toca vivir y no controlamos. En el sentido del proverbio anterior, no se puede perder la juventud mientras caminemos por esta vida. El acopio de doctrina no ha de cesar, pues su fondo es inagotable. La verdadera doctrina encierra Sabiduría, y ésta nos hace volver continuamente sobre las fuentes de la doctrina encerrada en la Revelación.

Eliseo

Es el sucesor del profeta Elías en el Reino del Norte (850-800). El nombre de Eliseo significa “DIOS es mi salvación”, y su actividad viene recogida en el segundo libro de Reyes (Cf. 1Re 19,19-2Re 5,27). La actividad profética desplegada por los distintos enviados de DIOS, al Reino del Norte, pone de relieve que las tribus separadas del reino davídico siguen importando al SEÑOR. Ahora es Eliseo al que se le inviste con el profetismo de Elías. Eliseo es un profeta en el que resaltan las acciones taumatúrgicas. El profeta Eliseo destaca por sus prodigios y milagros: Eliseo profetiza a favor de la victoria de Judá y Samaría sobre Moab (Cf. 2Re 3,15). Multiplicación del aceite de la mujer viuda, que evitó con su venta la esclavitud suya y de sus hijos (Cf. 1Re 4,2ss). La sunamita concibe un hijo de su marido ya anciano, el niño crece pero un día se muere de insolación y Eliseo lo recupera para este mundo de nuevo (Cf. Re 4,17-36). Hizo comestible una olla de comida envenenada (Cf. 2Re 4,38-42). Con veinte panes de cebada comen cien personas (Cf. 2Re 4,42-44). El sirio Naamán afectado de lepra queda curado al bañarse siete veces en el Jordán bajo la indicación de Eliseo (Cf. 2Re 5,1ss). JESÚS hace mención de este último milagro cuando es rechazado por su gente en la sinagoga de Nazaret: “muchos leprosos había  en Israel, en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno fue curado más que Naamán el sirio” (Cf. Lc 4,24-30).

Los panes presentados

Quedaba establecido desde el Código de la Alianza la ofrenda permanente de panes ante el SEÑOR, aún en el tiempo que Israel iba por el desierto y se reunía en torno a la Tienda del Encuentro (Cf. Ex 25,30). Un pan por cada tribu debía tener presencia permanente ante el SEÑOR que moraba tras la cortina del Sancta Sanctorum, en el Arca de la Alianza. Los panes ázimos, sin levadura, tenían su tiempo especial en el inicio de la fiesta de Pascua, que recordaba el Paso del SEÑOR y la salida de Egipto. Durante siete días los israelitas, cada año, tenían que consumir panes ázimos, pues recordaba la liberación de Egipto, cuando con toda celeridad tuvieron que salir de la esclavitud y encaminarse hacia la liberación. Los panes presentados en sus distintas modalidades también mantienen el significado de la acción de gracias por las cosechas recibidas. Así mismo en la fiesta de las tiendas que se inicia con el Yom kipur. En este mes de septiembre las cosechas se han recogido y los israelitas dan gracias al SEÑOR por los frutos de la tierra. Otras ofrendas realizadas en el Templo de animales sacrificados eran acompañadas de varias medidas de flor de harina y de panes elaborados dentro de los sacrificios de comunión en los que participaban los sacerdotes y los oferentes. El pan aparece en la Biblia como el alimento básico y al mismo tiempo compendia cualquier otro alimento. Ganar el pan es trabajar por el alimento diario. Pedir el pan en la oración del Padrenuestro es lo mismo que presentar ante el SEÑOR el conjunto de todas nuestras necesidades básicas tanto materiales como espirituales. DIOS no necesita nuestros panes para alimentarse, pero nosotros sí la tenemos de mostrarle agradecimiento. El alimento es una bendición muy especial que DIOS nos concede para existir en este mundo y darle gracias responde a un acto elemental de justicia. DIOS nos bendice proporcionándonos alimento, protección y seguridad. Lo que nos corresponde es mantener una actitud de permanente acción de gracias. La ofrenda al SEÑOR necesita para nosotros un lugar y alguien que la reciba como intermediario entro DIOS mismo y nosotros. La religión no se queda  en el ámbito de las intenciones subjetivas, y dispone de liturgias y sacerdotes que hacen real y objetiva la relación con DIOS dentro de un espacio sagrado.

El  hombre de DIOS

Eliseo es considerado como el hombre de DIOS (Cf. 2Re 4,9.21). El prestigio espiritual de Eliseo era reconocido por los extraños. “Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de DIOS primicias de pan: veinte panes de cebada y grano con espiga” (Cf. 2Re 4,42). El Reino del Norte, donde ejerció Eliseo su ministerio no presentó nunca una estabilidad religiosa y el prestigio de la clase sacerdotal estaba muy cuestionado. La clase sacerdotal residía en Samaria, y Eliseo vivía habitualmente en el Monte Carmelo. Eliseo continuaba la línea de su maestro Elías y era reconocido. En estos versículos, que dan contenido a la primera lectura de este domingo,  asistimos a una escena que mantiene una cierta similitud con la protagonizada por Abraham y el sacerdote Melquisedec. Los oferentes se encuentran con una persona que es el intermediario ante DIOS de la ofrenda presentada. Abraham le entrega a Melquisedec el diezmo de lo arrebatado a los enemigos (Cf. Gen 14,20); y este hombre de Baal Salisa hace una ofrenda relacionada con los frutos de la tierra, a la que el hombre de DIOS le da el sentido adecuado.

Entre el rito y la Caridad

“Eliseo le dijo al hombre: dáselo a la gente para que coman. Su servidor dijo: ¿cómo voy a dar esto a cien  hombres? Eliseo dijo: dáselo a la gente para que coman, porque así dice YAHVEH, comerán y sobrará. Se lo dio, comieron y todavía quedaron sobras según la palabra de YAHVEH” (Cf. 2Re 4,43-44). El texto nos había avisado que en aquellos momentos se extendía el hambre por el país (Cf. 2Re 4,38). Santiago dice en su carta: “la verdadera religión es atender a los huérfanos y a las viudas en su necesidades” (Cf. St 1,27). Eliseo entendía lo mismo que Santiago y consideró que una ofrenda ritual no aprovechaba a nadie cuando el hombre creado por DIOS estaba en extremo necesitado de alimento. Además Eliseo contaba con el precedente de David y sus hombres, con hambre y agotados, pidieron alimento al sacerdote Ajimélek, que les dio de los panes de la proposición -sagrados-, que sólo podían comer los sacerdotes (Cf. 1Sm 21,1-7). Eliseo hace lo correcto indicando al hombre de Baal Salisa y a su propio criado, que lo dieran a la gente que en aquel momento estaban pasando necesidad. Aquel signo de multiplicación del pan de cebada hasta saciar de sobra corroboraba la Palabra del SEÑOR dirigida al profeta Eliseo. La lección es para todos los tiempos: el ser humano está en el centro de las obras de DIOS. DIOS es siempre el primero, pero donde DIOS se encuentra con prioridad es en el hombre. Esta verdad es un faro ante las desviaciones presentes, que pretenden igualar, cuando no superar, en dignidad a cualquier animal con el hombre creado a imagen y semejanza de DIOS.

Signo mesiánico

Los domingos de todo el mes de agosto y el primero de septiembre recorrerán el capítulo seis del evangelio de san Juan, que se intercala dentro del Ciclo-B perteneciente al evangelista san Marcos. La multiplicación de los panes y los peces introduce el importante y largo discurso sobre el PAN de VIDA. El Cristianismo es la religión del LOGOS, que traducimos por PALABRA y CONOCIMIENTO -LUZ-. ”En el principio existía la PALABRA -LOGOS-; y la PALABRA -LOGOS-  estaba con DIOS;  y la PALABRA -LOGOS- era DIOS” (Cf. Jn 1,1). “El principio” del que aquí se habla es atemporal, no ubicable en el tiempo o antes del tiempo, porque en realidad se refiere al principio como origen permanente de todas las cosas, siendo ÉL coeterno con el PADRE. Al asomarnos a este Misterio lo estamos haciendo al acto mismo de la EUCARISTÍA en la Santa Misa, que en el instante de la consagración da origen como PALABRA -LOGOS- a su Presencia de modo irrepetible. El pan multiplicado que los acompañantes de JESÚS y los  Apóstoles van a consumir es un signo externo para despertar la Fe en la mesianidad de JESÚS, que no viene a proponer un arreglo de la fachada de las cosas, sino a realizar transformaciones en profundidad. Los reunidos en el gran descampado eran unos cinco mil, sin contar mujeres y niños (Cf. Mc 6,44; Jn 6,10), y su admiración no superó la satisfacción momentánea del hambre física. La intención de JESÚS estaba en despertar la Fe de los presentes: “si no veis signos no creéis” (Cf. Jn 4,48). Pero tampoco el signo es suficiente y se hace necesaria la comprensión de la Escritura: “vosotros investigáis las Escrituras, ya que creéis tener en ellas Vida Eterna, ellas son las que dan testimonio de MÍ” (Cf. Jn 5,39). El conocimiento del VERBO eterno hay que buscarlo e identificarlo en la Escritura y considerar su condición divina que lo hace partícipe de la omnipotencia de DIOS. Probablemente sea pedir un imposible a la condición humana, por lo que una gracia especial debe acompañar para encontrar al LOGOS que se revela en JESÚS y da un paso más para manifestarse en la EUCARISTÍA. JESÚS les dice a los judíos, probablemente en Cafarnaum: “pero vosotros no queréis venir a MÍ para tener Vida” (Cf. Jn 5,40). JESÚS insiste en la importancia del conocimiento de los escritos antiguos: ”si creyerais a Moisés, me creeríais a MÍ, porque él escribió de MÍ. Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?” (Cf. Jn 5,46-47). Toda la Sagrada Escritura es el gran mosaico con piezas aisladas de lo más diverso, pero enhebradas por los misteriosos hilos del VERBO que late en cada secuencia de la Revelación. Pronto los judíos oirán unas palabras para las que debían estar preparados, pero los encontró desguarnecidos: “si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros” (Cf. Jn 6,53). El preámbulo de todo lo anterior se desarrolla con el signo mesiánico de “La multiplicación de los panes y los peces”.

Cruzando el Mar de Galilea

El evangelista comienza el capítulo seis dando por hecho que JESÚS y sus discípulos se encontraban en Cafarnaum o alguna localidad del lado oeste del Mar de Galilea: “después de esto se fue JESÚS a la otra ribera del Mar de Galilea o de Tiberiades” (v.1). Se había construido una ciudad en honor de Tiberio, entre el año catorce y el treinta y siete. Se menciona a Augusto para referir el nacimiento de JESÚS y a Tiberio para precisar su muerte. El texto paralelo de san Marcos dispone que JESÚS cruza el Mar de Galilea con su discípulos buscando un lugar para “descansar un poco” (Cf. Mc 6,31).

El seguimiento de JESÚS

“Mucha gente lo seguía, porque veían las señales que realizaba en los enfermos” (v.2) Hasta este momento, el evangelista san Juan nos ha relatado dos curaciones, y el signo extraordinario de la conversión del agua en vino en la Boda de Caná (Cf. Jn 2,1ss). El evangelista concluye diciendo: “JESÚS manifestó su Gloria y aumento la Fe de sus discípulos en ÉL” (Cf. Jn 2,11). Había comenzado el signo mesiánico de la Nueva Alianza, que evocaba la sangre del REDENTOR, y la Fe de sus seguidores más próximos empieza a tomar cuerpo. En Galilea, y para conocimiento de todos en general, JESÚS realiza el segundo signo según san Juan: la curación del hijo del funcionario real (Cf. Jn 4,46-54). San Marcos nos habla de numerosas curaciones de JESÚS y de los propios discípulos que motivan a las gentes a preguntarse por la identidad y condición, hasta el punto de anticiparse por tierra al lugar donde ÉL con sus discípulos iban en su barca (Cf. Mc 6,30-34). El evangelista san Juan no está interesado en la descripción pormenorizada de los milagros, sino que si tiene por objetivo revelar las características esenciales de JESÚS, “a quien el PADRE ha entregado toda capacidad de Juicio con Poder y dar la Vida incluso a los muertos” (Cf. Jn 5,21). El signo visible para todos de este Poder sobre la vida y la muerte, quedará patente con la revivificación de Lázaro (Cf. Jn 11,1), que llevaba cuatro días muerto. Distintos signos en relación completan el conocimiento sobre JESÚS. En Jerusalén se detalla la curación del hombre con una cierta parálisis en la piscina de Betesda (Cf. Jn 5,1ss); pero en el capítulo dos se nos había informado, que en Jerusalén, JESÚS había realizado distintos signos y prodigios (Cf. Jn 2,23).

JESÚS es el MAESTRO

“Subió JESÚS al  monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos” (v.3). La montaña es un icono de aislamiento y elevación que predispone para el encuentro con DIOS en la oración. En este caso, JESÚS se encuentra rodeado de sus discípulos que reciben una enseñanza por parte de su MAESTRO. San Marcos nos había dicho que después de haber tenido una actividad evangelizadora convenía un tiempo de retiro. Tanto san Mateo como san Marcos refieren que a los discípulos JESÚS les aclaraba sus dudas y preguntas en privado (Cf. Mt 13,36; 15,15; Mc 4,34  ), con objeto de proclamar desde las azoteas todo lo que escucharon en privado (Cf. Mt 10,27).

La Pascua

“Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos” (v.4). El signo y la enseñanza que vienen a continuación tiene relación directa con la Nueva Pascua, pero ésta no borra la Historia de la Salvación, que registra los signos extraordinarios realizados por DIOS a favor de su Pueblo. La primera Pascua supuso el “Paso del SEÑOR”, haciendo Justicia y liberando al Pueblo de la esclavitud egipcia, que evoca para siempre la esclavitud del pecado. Sólo el Poder de YAHVEH hizo posible la liberación. La identidad de los judíos como Pueblo de DIOS tiene en este Paso del SEÑOR el acontecimiento fundacional, por eso es la Fiesta de los judíos sobre todas las otras fiestas, que sin la Pascua no tendrían sentido. Otro tanto acontece para los cristianos con la Pascua de JESÚS, que señala su Cruz y Resurrección: nada de lo que da contenido al Cristianismo tendría valor sin este hecho inicial.

Los panes para la multitud

“Al levantar JESÚS los ojos y ver que venía hacia ÉL mucha gente, dice a Felipe: ¿dónde vamos a comprar panes para que coman estos? (v.5). En el evangelio de san Marcos, la multitud se había anticipado, pues conocían el lugar donde JESÚS, parece que acostumbraba retirarse con sus discípulos. Tampoco da muestras JESÚS, en la forma empleada por san Juan, de gran sorpresa. Pareciera que JESÚS los estuviera esperando y levantó la mirada para comprobar que ya estaban allí, y después de aquella caminata de varias horas para algunos, lo que procedía era darles de comer, y dejar la predicación o la enseñanza para más tarde, si aquello fuese posible. JESÚS entra en diálogo distendido con Felipe, haciendo un comentario sin gran importancia, como lo podríamos formular cualquiera de nosotros. Como en otras ocasiones, el evangelista san Juan aporta rasgos de la sencilla humanidad de JESÚS que contrastan con su elevadísima dimensión espiritual. Parece que el Hombre-DIOS es capaz de una conversación intrascendente y entretenida. Sigue diciendo el evangelista: “se lo decía para probarle, pues ÉL bien sabía lo que iba a hacer” (v.6) JESÚS en estos instantes se comporta como cualquiera de nosotros dentro del grupo familiar o de confianza, y Felipe añade: “doscientos denarios de pan no bastan, para que cada uno tome un poco” (v.7). Era Judas quien llevaba la economía del grupo, Mateo de cuentas sabía todo lo que había que saber para aquellos tiempos, pues Roma le hacía examen y balance cada año como recaudador de impuestos. Mateo era algo más que un inspector de hacienda, o sea que el hombre estaba puesto. Pero aparece otro discípulo suficientemente despierto para hacer un cálculo de las personas reunidas, del dinero disponible y de los panes que se podrían comprar con aquellos denarios. La buena voluntad podía terminar en ridículo, pues a cada uno se le daría un mendrugo de pan, con lo que se podría caer en el mayor de los ridículos. Felipe sabía calcular y hacer cuentas cabales, lo que indica una cierta cualificación de los discípulos con la que se trivializa muchos comentarios sobre la capacitación de  los discípulos de JESÚS.

La ingenuidad de Andrés

“Le dice Andrés, el hermano de Simón Pedro: aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero que es eso para tantos” (v.8-9). Seguimos en el nivel de los comentarios que se hacen por el hecho de hacerlos, cuando no se sabe qué decisión tomar, y Andrés declara su descubrimiento, que reconoce del todo inútil: cinco panes y dos peces para una multitud que podría llegar a los doce o quince mil, porque nos van a decir que eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños (Cf. Mt 14,21; Mc 6,44). De nuevo se comprueba que los cálculos del SEÑOR no son los nuestros (Cf. Is 55,8-11). Doscientos denarios era una cantidad irrisoria para proveer de pan a la multitud, y los panes reales que se podían aportar tenían carácter simbólico, pero fue a partir de estos cinco panes que comió la multitud.

La hora de comer

“Dice JESÚS: haced que se recueste la gente, pues había en el lugar mucha hierba. Se recostaron los hombres en número de unos cinco mil” (v.10). La escena tiene un específico carácter mesiánico. Los hombres podrán vivir y expresarse en libertad, porque el MESÍAS es el libertador. El hombre recostado para comer adopta la posición del hombre libre. Ya no se está en el desierto, sino en un medio fértil, casi idílico, que recuerda la promesa “la tierra que mana leche y miel” (Cf. Ex 3,17). Todavía más: aquella multitud distribuida en grupos de cien o de cincuenta (Cf. Mt 14,19-21; Mc 6,39-44). Recuerda al Pueblo elegido organizado y liderado por Moisés para ser conducido a la Tierra Prometida. Aquella multitud espontáneamente reunida estaba viviendo acontecimientos de gran valor espiritual, dando en parte cumplimiento a lo predicho por los profetas (Cf. Is 66,1ss).

Un pan bendecido

“Tomó JESÚS, entonces, los panes y después de bendecirlos los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo de los peces, todo lo que quisieron” (v.10). JESÚS realiza un verdadero acto litúrgico con carácter multitudinario a muchos kilómetros del Templo de Jerusalén. El significado del mismo pasará inadvertido para las autoridades religiosas, pues ni entendieron quién era JESÚS ni el fondo de su misión. JESÚS bendice el pan que se multiplica, porque la Palabra que recae sobre este alimento es permanentemente creadora: está en el origen y da origen a todas las cosas. La indicación del evangelista diciendo que JESÚS repartió a todos los hombres recostados en la hierba no contradice la precisión de san Marcos que señala la colaboración de los discípulos a la hora de repartir el pan entre todos los reunidos (Cf. Mc 6,41). Esta secuencia anticipa lo que la Iglesia realizará a lo largo de los siglos, a través de los ministros ordenados y de todos los bautizados, en la distribución de la Gracia que cada cual se le dio con destino a los hermanos. Los padres tienen que repartir el pan de la Verdad y del Bien para sus hijos. Los catequistas reparten el pan de la enseñanza y doctrina de la Iglesia a los que les son confiados. Los ministros ordenados dan el Perdón de JESÚS a los que se arrepienten y parten el Pan de la EUCARISTÍA con los que están en comunión.

Que nada se pierda

“Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: recoged los trozos sobrantes, para que nada se pierda. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los restos de los cinco panes de cebada a los que habían comido” (v.11-12). DIOS no escatima nada para los suyos: “he venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Cf. Jn 10,10); La Gracia se muestra abundante, pero no superflua. Los números o las cantidades sirven también de símbolos que aluden a realidades más hondas. Los doce cestos con las trozos que sobraron dan una idea de la Gracia destinada al Pueblo de las Doce tribus, siendo los propios Apóstoles representantes en el grupo cercano, que caminaba con JESÚS. Los doce cestos de sobras recogidos estaban reforzando el signo mesiánico de aquella comida multitudinaria con cinco panes de cebada y dos peces. ¿Era JESÚS el Nuevo Moisés, profetizado en las Escrituras? (Cf. Dt 18,18). Moisés guió al Pueblo mientras fue alimentado con el maná, que cesó al entrar en la Tierra Prometida, y coincidió con la muerte de Moisés. “Al ver la gente la señal que había realizado, decían: este es el profeta que había de venir al mundo” (v.14). La lectura que la muchedumbre en general estaba sacando del milagro realizado por JESÚS no estaba del todo descaminada, pero aún faltaban elementos de juicio para precisar la identidad de JESÚS y el verdadero Plan de DIOS. Era un paso muy importante caer en la cuenta que JESÚS no era un hombre cualquiera y su condición de profeta quedaba escasa.

Solo en la montaña

“Dándose cuenta, JESÚS, que venían para intentar tomarlo por la fuerza para hacerle rey, se retiró a la montaña ÉL solo” (v.15). Como sabemos, san Juan no relata las tentaciones en el desierto, pero aquí tenemos la versión en la realidad de una de ellas:”te daré todos los reinos de este mundo, porque a mí me los han dado, si postrado me adoras” (Cf. Mt 4,9; Lc 4,5-8). De muchas formas el tentador procuró acabar con la obra de JESÚS, en ocasiones con apariencias amables. De nuevo los pensamientos de JESÚS no son los nuestros, y ÉL entiende, que dadas las condiciones presentadas por la humanidad, para reinar debe pasar por la “vía sacra” del sufrimiento y para vivir tiene que destruir a la muerte por dentro, aceptando la Cruz. Una extraña manera de ver las cosas con la que DIOS nos sigue hablando. El título de REY lo aceptará JESÚS cuando esté en la Cruz y clavado en ella pueda declarar: “todo está cumplido” (Cf. Jn 19,30).

San Pablo, carta a los Efesios 4,1-6

San Pablo intenta persuadir a los de Éfeso y gentiles en general de la sublimidad del Plan de DIOS para con ellos, y tales promesas bien merecen un cambio de vida que perdure en el tiempo. El objetivo es llevar a término el Plan de DIOS y la propia salvación. Dice el Apóstol” conocéis la misión de la Gracia, que DIOS me concedió en orden a vosotros. Cómo me fue comunicado por una revelación el Misterio, tal y como acabo de exponeros, leyéndolo podéis entender mi conocimiento del Misterio de CRISTO. Misterio que en generaciones pasadas no fue comunicado a los hombres…, que los gentiles sois coherederos y partícipes de un misma promesa en CRISTO por medio del Evangelio” (Cf. Ef 3,2-6).

Exhortación

“Os exhorto, yo, preso por el SEÑOR, a que viváis de una manera digna de la vocación a la que habéis sido llamados” (v.1). Como un padre orienta a sus hijos con toda gravedad y urgencia, así lo hace san Pablo con aquellos que le son confiados; pues está persuadido que el tiempo es breve, y “la figura de este mundo pasa” con gran celeridad (Cf. 1Cor 7,31), San Pablo parece que escribe esta carta estando en la cárcel, y su tono responde al estado personal en el que las circunstancias muestran lo vulnerables que somos, los riesgos que corremos, dando por finalizado el paso por este mundo en cualquier momento.

Llamados en CRISTO

“Con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor” (v.2). La vocación a la que somos llamados los cristianos es la que responde al seguimiento de CRISTO en la asimilación de su pensamientos y sentimientos: “tened entre vosotros los mismos sentimientos de CRISTO” (Cf. Flp 2,5). Valen estos rasgos fundamentales con los que el mismo JESÚS se define: “aprended de MÍ que SOY manso y humilde de corazón…” (Cf. Mt 11,29). De forma concreta, la humildad, mansedumbre y paciencia, las realizamos en la convivencia con los hermanos, y de modo especial con aquellas personas del círculo familiar. Si las virtudes vividas en la familia se traslucen en las relaciones laborales y sociales, se puede decir que dichas virtudes están consolidadas, de lo contrario sólo se aprecia un externo barniz para salir del paso. La vocación cristiana es un proceso de encarnación, que sigue los pasos del MAESTRO.

La unidad

“Poniendo empeño en conservar la unidad del ESPÍRITU con el vínculo de la Paz” (v.3). La unidad en el ESPÍRITU no exige de entrada una reunión de Ángeles, sino de seres humanos que se toman en serio la fraternidad cristiana y la actitud realista de perdonar y pedir perdón cuando sea necesario. La Gracia no suplanta la naturaleza humana, y este es un axioma que rige preferentemente para la vida comunitaria. La Comunión de los Santos en este mundo no es perfecta, ni está privada de conflictos, que deben ser resueltos con la ayuda renovadora de la Gracia: el vínculo de la Paz, que es siempre un don de DIOS ofrecido para ser recibido con agradecimiento.

Una Iglesia

“Un solo Cuerpo y un solo ESPÍRITU, como una es la Esperanza a la que habéis sido llamados” (v.7). La Iglesia Celestial es una. DIOS no tiene múltiples iglesias o varias comuniones de los santos con carácter alternativo. El único REDENTOR ofrece la integración para todos en la única Esperanza de Salvación existente. Ahora, después de dos mil años, los hombres hemos fracturado el Cuerpo de CRISTO y aparece el espejismo de iglesias distintas. Este gran error no se ha resuelto y la acción de la Gracia está gravemente debilitada entre los hombres. Tal y como se presentan hoy las religiones se aprecia una fragmentación en las conciencias, haciendo suyas posiciones opuestas que enfrentan y deshumanizan. Hay una falsa unidad cuyo prototipo es la Torre de Babel (Cf Gen 11,1ss). Nada tiene que ver con la unidad en CRISTO lo que pretenden los globalistas o mundialistas, que propugnan un gobierno mundial, una ética universal basada en la Carta de la Tierra y unas instituciones o una religión única de carácter mundial. El mundialismo o globalismo pretende eliminar las diferencias de razas, culturas y tradiciones, sometiéndolo todo en unos modelos estándar bien definidos por unas élites autodesignadas por su poder económico financiero. La unidad que persigue el globalismo es la antítesis de la unidad que DIOS ofrece a los hombres.

Un solo DIOS, un solo Bautismo

“Un solo SEÑOR, una sola Fe, un solo Bautismo. Un solo DIOS, PADRE de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (v.5-6). Poco a poco la Iglesia fue haciendo acopio de doctrina para dar la forma racional conveniente al depósito de la Fe. Las cartas de san Pablo, y en general el Nuevo Testamento constituyeron la fuente principal para realizar la sistematización doctrinal. Llamamos Padres Apostólicos algunos autores que pudieron conocer a los Apóstoles y vivieron entre los años ochenta y ciento ochenta, como san Ignacio de Antioquia, san Clemente de Alejandría, san Policarpo, Papias, el autor del Pastor de hermas, el autor de la Didajé o el autor de la carta a Diogneto. Después estos autores que ratificaron la doctrina del Nuevo Testamento aparecen los Padres de la Iglesia que actúan en los primeros Concilios y se fragua el contenido fundamental de nuestra Fe. Las cosas en los comienzos tampoco discurrieron sin alteraciones, discusiones o enfrentamientos, que los hubo y muy agrios por momentos; pero fue superior el peso de la Verdad y la búsqueda del bien para las generaciones siguientes. Aquellos hombres de DIOS sintieron la responsabilidad de mantener auténtico y fiable el depósito de la Fe. Había que esclarecer de manera firme la identidad de JESUCRISTO, el SEÑOR, y sobre esta Verdad edificar la Iglesia. Todavía se mantiene la vía que promueve una sola Fe y un solo Bautismo, porque solo hay un DIOS que es PADRE de JESUCRISTO.

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