Las preocupaciones de esta vida

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el I Domingo de Adviento

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

Estamos celebrando el inicio del Adviento, con un nuevo ciclo litúrgico, el “C”. Recordemos que la palabra adviento viene de “adventus” que significa venida, expectativa, preparación, deseo, esperanza de la llegada al mundo, de Aquel hacia quien por siglos se ha orientado el ansia de salvación.

La liturgia de Adviento, se mueve entre dos coordenadas: La segunda venida del Señor y el nacimiento de Jesús; dos momentos que se nos invita precisamente a estar alertas, vigilantes, preparados para la manifestación del Mesías. Los dos primeros domingos de Adviento, hacen alusión principalmente a la segunda venida de Jesús y los dos últimos a la primera venida: Jesús que entra a formar parte de nuestra historia. El color litúrgico que caracteriza el tiempo de Adviento es el morado, a excepción de los días festivos.

Hoy Lucas nos regala este pasaje, en el que, con lenguaje apocalíptico, el Maestro prepara a quienes le aman y le siguen, para su segunda venida. En este contexto, Jesús habla de signos en el cosmos, en el sol, la luna y las estrellas, que marcan el momento de su llegada. En la tierra la gente será presa de pánico; pero el centro no está en los acontecimientos cósmicos, ni en el temor de la gente, el centro es Jesús que viene con todo poder; ya no viene en la debilidad de la carne, viene en la gloria de su exaltación. Ante estos acontecimientos, Jesús nos invita: “Estén alertas, velen pues y hagan oración continuamente.

Lo que acontecerá no depende de nosotros, eso sucederá, a nosotros nos toca tener una mente clara, vigilante, atenta y el Señor nos dice qué es lo que entorpece nuestra mente: “Los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida”. Recordemos que “vicio” es el hábito de hacer mal algo, hace alusión al libertinaje. Todos comprendemos que existen diferentes tipos de vicios, de allí que debemos estar alertas para descubrir si estamos inmersos en algún vicio o estar atentos para no caer. “La embriaguez” hace alusión al trastorno temporal de las capacidades físicas y mentales causado por algún exceso de alcohol o de algún narcótico. Analicemos nuestra vida si no está afectada por algún trastorno de cualquier tipo que impide la claridad de mente y de visión. “Las preocupaciones de esta vida” pueden ser muchas y variadas; dichas preocupaciones empañan nuestra visión o podemos tener una visión distorsionada de las cosas.

Quizá podamos decir que no tenemos vicios, adicciones, y qué bueno, pero creo que nadie puede negar que cuenta con preocupaciones en la vida. Por ejemplo, veo en este pueblo fiel, que Dios ha confiado a mi cuidado, angustias, miedos, preocupaciones, no causadas por las señales del sol, la luna y las estrellas, sino más bien, causadas por las crisis económicas, por la falta de seguridad, por la falta de pan y de trabajo, por tantas estructuras injustas que nos mantienen con la cabeza mirando al suelo y que sólo podrán ser removidas por el paso del amor de Dios y su justicia en el corazón del ser humano. Pensemos: ¿Cuáles otras preocupaciones tenemos, las que nos quitan la paz y el sueño? Papás: ¿qué les preocupa de sus hijos? Hijos: ¿qué les preocupa de sus padres? La segunda venida de Jesús rodeado de gloria: ¿nos preocupa?

Analicemos: ¿Qué significa estar alertas y estar vigilantes?:

  • Vivir alertas significa, que no caigamos en el escepticismo y la indiferencia ante las situaciones de dolor por las que pasa la sociedad. Que no permitamos que nuestro corazón se endurezca y perdamos la sensibilidad.
  • Vivir alertas significa, no encerrarnos en nosotros mismos y buscar el bien para todos.
  • Vivir alertas significa, que todos los días los vivamos con alegría. Que no ignoremos al que nos necesita; que sigamos haciendo esos gestos de caridad que sirven de mucho a los demás. Esos gestos que hacen la vida más agradable.
  • Vivir vigilantes es, estar en búsqueda de Dios en medio de tanto sufrimiento de las personas.
  • Vivir vigilantes significa, que no vivamos con el temor a la muerte, a la enfermedad; que sepamos que tenemos un tiempo limitado que Dios nos permite para el bien nuestro y de los demás.

La vigilancia a la que nos invita el Evangelio de Lucas, no es vivir a la defensiva, como si estuviéramos en espera de una tragedia. Vigilar es no perder un solo momento de vida porque es único e irrepetible.

Hermanos, qué gran llamada a la esperanza nos hace también el Señor: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”. Sea cual sea el momento y las modalidades de nuestro final terreno, no será un momento caótico, ni de desconcierto, pues allí estará esperando el Señor con gran poder y gloria. Un poder salvífico, liberador. La venida del Hijo del hombre no ha de provocarnos miedo, sino que ha de trasmitirnos esperanza y seguridad, ya que Cristo vendrá a premiar la fidelidad de sus seguidores y a celebrar la victoria sobre las fuerzas del mal. Tenemos así la seguridad de que bajo el señorío de Cristo reinará la justicia, la paz y el amor. Oremos diciendo: ¡Ven Señor Jesús!

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan