La verdad ha sido destronada por el sentimentalismo, advirtió a tiempo Dietrich von Hildebrand.

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Dietrich von Hildebrand, uno de los grandes filósofos católicos del siglo XX en la opinión de Joseph Ratzinger, captó muy bien cómo la verdad era víctima del impacto emocional buscado con las palabras por regímenes como el nazi y el comunista… pero también en las modernas democracias. Lo explica Rodolfo Casadei en Tempi:

La verdad ha sido destronada por el sentimentalismo

En el prólogo a la biografía de Dietrich von Hildebrand escrita por su viuda Alice, el entonces cardenal Joseph Ratzinger escribía: «Cuando, en un futuro, se escriba la historia intelectual de la Iglesia católica del siglo XX, el nombre de Dietrich von Hildebrand será el más importante entre las figuras de nuestro tiempo. (…) Su amplia producción sobre la filosofía cristiana, su teología espiritual y su defensa de la Iglesia lo sitúan entre los grandes pensadores de este siglo«.

Una Ética anclada en la verdad

También Pío XII y Juan Pablo II sintieron gran estima por este filósofo y teólogo alemán nacido en Florencia, hijo de una familia protestante, que se convirtió al catolicismo a los 25 años. Sin embargo, escasas son sus obras traducidas al italiano. De hecho, aún espera ser publicada una de las más importantes: Ética. [Que sí ha sido publicada en español, por ediciones Encuentro.]

Ética de Dietrich von Hildebrand.

La «Ética» de Dietrich von Hildebrand es una de las obras cumbres de la filosofía moral del siglo XX. Pincha aquí para adquirirla ahora.

Mientras tanto, colma esta laguna el libro Epistemología de la moral en el pensamiento de Dietrich Von Hildebrand de Elisa Grimi, directora ejecutiva de la Sociedad Europea de Filosofía Moral y jefa de redacción de la revista internacional Philosophical News.

Este libro tiene dos méritos: el primero, es que es un magnífico compendio de Ética en siete capítulos y una conclusión que resumen con gran claridad los conceptos centrales de la filosofía moral de Von Hildebrand (los conceptos de importancia, respuesta al valor, libertad y virtud, y la polémica con el relativismo); y, el segundo, es que propone, por primera vez en italiano, su ensayo El destronamiento de la verdad, escrito en 1943 después de mudarse a Estados Unidos.

Entre 1921 y 1940, la vida del pensador alemán fue particularmente agitada y estuvo caracterizada por su militancia intelectual antinazi que lo obligó a huir, primero, de Alemania, después de Austria y, por último, de Francia para salvar su vida. En Estados Unidos fue profesor durante veinte años en la universidad jesuita Fordham de Nueva York.

La verdad destronada

Escrito en plena Segunda Guerra Mundial, el ensayo es sorprendentemente actual. Su idea central es que, al contrario de lo que sucedía en el pasado, en que la verdad objetiva era negada por teorías como el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, que se proponían como teorías verdaderas que apelaban, implícita y contradictoriamente, a la verdad, ahora es negada por el sentimentalismo, indiferente a la cuestión de la verdad.

La verdad objetiva ya no es negada; es destronada. Y los protagonistas de este regicidio son el nazismo y el comunismo: «Fue el improbable privilegio del comunismo y el nazismo el que destronó la verdad por primera vez, mostrando una indiferencia total hacia la cuestión de si algo era verdadero o no lo era, y sustituyendo esta pregunta con medidas subjetivas, como la mentalidad proletaria en el primer caso, y los sentimientos de la raza nórdica en el segundo. La revuelta contra el espíritu que se respiraba en el nazismo testimonia la excomunión de la verdad de todos los ámbitos de la vida. La conformidad a los sentimientos de la raza nórdica o del pueblo alemán cuestiona cualquier principio objetivo de verdad, bondad, belleza y derecho. (…) Lo mismo se aplica al bolchevismo o comunismo. Cada una de las propuestas de la propaganda soviética tiene carácter de  mero eslogan, de arma propagandística; el significado de las palabras ha sido sustituido por el efecto emotivo que crean en la mente del público«.

Von Hildebrand observa también que, «por desgracia, muchos síntomas de esta enfermedad del espíritu están presentes en los países democráticos», en los que el concepto de igualdad se ha extendido de la política a la filosofía, por lo que la gente se ha acostumbrado a decir: «‘¿Por qué su opinión debería ser más válida que la mía? Somos iguales y tenemos los mismos derechos. No es democrático fingir que es preferible tu opinión’. Esta actitud es sumamente significativa, porque reafirma la ausencia total de la noción de verdad, la eliminación tácita de la verdad como norma para el valor de una opinión«.

Dietrich von Hildebrand.

Dietrich von Hildebrand (1889-1977) se convirtió al catolicismo en 1914.

El otro enemigo de la verdad en los países democráticos es la idea -¡quién lo diría!- de que con el paso del tiempo, lo que era verdadero ayer ya no lo es hoy, porque los tiempos han cambiado. Por consiguiente, «el hecho de que algo corresponda a la mentalidad de una época ya no es decisivo para su verdad o valor, porque corresponderá a la mentalidad de tiempos pasados. (…) Convertir la progresividad en fuente de superioridad consciente y en la medida última para la aceptación o el rechazo de algo es, por tanto, un síntoma ulterior del destronamiento de la verdad. Convertir el hecho de seguir la corriente, de actualizarse, en un fetiche, está vinculado a un subjetivismo que sustituye la conformidad de una teoría, de una tesis o de una propuesta a la realidad, por un conformarse al ‘espíritu’ de una determinada época«.

Para Von Hildebrand, estos fenómenos son el resultado último del relativismo que, poco a poco, se ha adueñado de las universidades y la cultura y que ha vertido sobre las «masas» su error. La objetividad de la verdad debe ser ratificada con el razonamiento y la palabra pero, especialmente, con la «verdad vivida», con su fuerza testimonial: «Teóricamente se puede negar la existencia del bien y del mal moral objetivo, pero en cuanto uno se encuentra ante una acción moral noble o una actitud mezquina y salvaje, se olvida de su teoría artificial y capta la realidad elemental de los valores morales objetivos».

El valor, sustituido por la emoción

Los capítulos del libro de Grimi que abordan los conceptos centrales de la filosofía moral de Von Hildebrand están llenos de ideas válidas para hacer una comparación con la realidad contemporánea. Los que abordan temas como la «importancia» y la «respuesta al valor» son un acicate para quienes, por seguir afirmando los derechos de la verdad en la sociedad actual, han pagado el precio de ser aislados por las organizaciones de las que formaban parte, que han elegido caminos más acomodaticios.

Una cita tomada de Ética suena así: «El rango de las respuestas afectivas al valor es incomparablemente superior, desde el punto de vista de su estructura intencional, espiritual y formal, al de las respuestas motivadas por algo subjetivamente satisfactorio» (p. 257).

 

ReL.

Traducido por Elena Faccia Serrano.

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