La división es muy palpable en nuestra sociedad

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el X Domingo del Tiempo Ordinario

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

El Evangelista Marcos hoy nos presenta tres escenas orientadas a la relación de Jesús y a las personas que pasan junto a Él. Sabemos que la relación puede ser de aceptación, de rechazo, de indiferencia, de confrontación.

Jesús se encuentra en casa de Simón y de Andrés, en Cafarnaúm. Se hospedaba en aquella casa y desde allí salía a predicar a los pueblos; nos dice Marcos que un día “se juntó tanta gente que no lo dejaban ni comer”. Allí compartiendo con aquellos que lo seguían, se dan tres escenas o reacciones de personas distintas:

1ª- Los parientes de Jesús. La fama de Jesús se está extendiendo y ellos consideran que lo que está haciendo no es normal y quieren responsabilizarse de él; por tanto quieren detenerlo, ya que el rumor era que se había vuelto loco; les importaba la fama de su familia o de su pueblo, porque sabemos que la familia de Jesús era descendiente de David, lo cual era un gran honor para sus miembros; eso les hacía ser un importante referente religioso para los judíos, por ello debían cuidar su imagen pública.

2ª- Los escribas. Son la autoridad religiosa que se ha trasladado desde Jerusalén, ya que la fama de Jesús había llegado hasta el corazón del poder religioso y político; no pueden ocultar los milagros que hace, no pueden desconocer a las multitudes que lo buscan, de allí que encuentran un pretexto para justificar su actitud negativa. Quieren desprestigiarlo: es verdad que Jesús hace exorcismos, pero no proceden de Dios, sino de Satanás. Al no poder negar sus obras, lo acusan de que las hace con el poder de Beelzebu. Jesús para aclararles, con qué poder expulsa a los demonios, les habla en parábolas: Si un reino está dividido en bandos, no puede subsistir”. Les deja claro que la división destruye todo reino; si está realizando expulsiones de demonios, no puede estar a favor del demonio; es Dios el que actúa en Él. Ni el demonio puede vivir en la división.

3ª- Su Madre y sus parientes. Sin duda alguna su Madre y los parientes más cercanos acuden a ver a Jesús, quizá les causa extrañeza todo lo que se dice de Él. Jesús al escuchar que lo andan buscando expresa: El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

No sólo rechaza someterse a sus pretensiones, sino que dirige sus ojos hacia la multitud que lo rodea y declara que su Madre, sus hermanos y sus hermanas, son ellos porque cumplen su voluntad. Los incorporó a su familia porque ellos demostraron con creces que hacían la voluntad de Dios Padre, no dejándose llevar por las habladurías ni por los ataques de los escribas.

Parecería una expresión dura para la Virgen, pero no es así, sabemos que desde la Anunciación hasta el calvario, la vida de María se resume en: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi tu voluntad. Ella es pariente de Jesús no sólo de sangre, sino porque ha cumplido la voluntad de Dios. Es un halago a María, ya que es una cumplidora fiel de la voluntad de Dios.

A la luz de este Evangelio quisiera que reflexionemos en:

1°- La división que destruye y de la cual es acusado Jesús. El Maestro nos deja claro que no es posible que Satanás esté dividido, Satanás sí divide a los demás, pero él no está dividido, ya que la división lleva al aniquilamiento de un reino; conduce al no progreso, nos deja en un atascamiento; sólo sirve para culpar a la parte distinta de nosotros. Hasta el mismo Satanás tiene unidos a todos sus secuaces para destruir el bien que Dios quiere para sus hijos.

La división es muy palpable en nuestra sociedad; el domingo pasado hemos tenido votaciones para presidente de la República, para gobernadores de algunos Estados, para presidentes municipales, diputados o senadores. Durante las campañas, todos nos dimos cuenta de la división marcada entre los partidos políticos. Sus discursos de propaganda estaban marcados por una demagogia al bien de la Nación. Somos testigos de las descalificaciones y divisiones que se generaron y también somos testigos de cómo la realidad vino aportando otros datos a los anunciados por el INE; surge no el fantasma de otros datos, sino la luz de la realidad, que es la verdad.

Jesús nos deja claro que un reino dividido no puede subsistir. En nuestra Nación se deja ver la división: por la polarización como nunca, por los partidos políticos, por los cárteles, por ideologías, por las creencias religiosas incluso, etc. Como Obispo deseo la unidad y sé, que sólo desde la unidad, pero unidos en la verdad, no en la mentira, podremos mejorar nuestra Nación; que las diferencias nos enriquezcan para encontrar soluciones y mejorar cada día el tejido social.

Es momento que reflexionemos, ya que nos encontramos ante grandes desafíos, que nos presenta esta nuestra sociedad dividida: ¿Qué entendemos por unidad? ¿Cómo lograr la unidad a nivel político? ¿Cómo

luchar unidos por el bien común? Creo que hace falta que todos tengamos el concepto exacto de lo que es el bien común.

2°- El vínculo de parentesco con Jesús. El pertenecer a la familia de Jesús, rompe los protocolos de pertenencia que hacen alusión a la sangre, al pueblo, a la raza. Para pertenecer a la familia de Jesús es clara la invitación: “El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. No es difícil entender que la voluntad de Dios es la misma para todos: vivir en la verdad que es Jesús, hacer el bien donde nos encontremos, que nos veamos como hermanos. Hablar de la voluntad de Dios puede parecer fácil, luchar por cumplirla es algo más complicado.

A Jesús lo buscaba su familia porque “decían que se había vuelto loco”. Quizá tenían razón, ya que se necesita de cierta locura para hacer lo que Él hacía, para preocuparse y ocuparse de los más desprotegidos, para levantarlos, darles la liberación, llevarlos al Reino de Dios, es decir, al Reino de la paz y de la plenitud. Esa locura que Dios proporciona a algunos, es capaz de conducir a ver la necesidad ajena; nos saca de nuestros egoísmos y seguridades para ayudar a salir a los demás y no dejarlos eternamente hundidos en la pobreza.

Sólo gozando de esa locura evangélica podremos llevar el mensaje de Jesús a los demás. Esa locura debería ser heredada, contagiada, es de la que debe gozar la familia de Jesús. Sólo esa locura puede alejarnos de nuestros egoísmos, de nuestras seguridades, de nuestros miedos, de las tácticas humanas. Sólo con esa locura podremos centrarnos en la necesidad del otro, de ayudarle a su verdadera liberación.

Hermanos, oremos mucho por las personas que contendieron en las campañas y que ocuparán un cargo en el gobierno; oremos para que no les falte la luz que viene de lo alto y esa dosis de locura para que puedan ver y ser sensibles ante la hiriente realidad en que viven tantos hermanos. Sólo esa locura les hará cambiar su visión mezquina de la realidad, les hará salir de su propia visión de confort y seguridad y así podrán ver mejor al otro con sus necesidades y no sólo verlo, sino ayudarle a levantarse y a caminar en el camino de la seguridad, la justicia, la paz, la educación de calidad, la salud para todos. Hermanos caminemos todos juntos, pero por el camino de Jesús: “Sean uno, como el Padre y yo somos uno”.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan