Es innegable que durante estos últimos años del Pontificado del Papa Francisco, la polarización, la crispación, la falta de unidad y la desafección hacia el papado no ha hecho más que crecer.
Cardenales, obispos y sacerdotes han sido cancelados durante todos estos años por parte de Roma. Todos ellos compartían denominador común: buena doctrina, defensa del Magisterio y críticas a determinadas actuaciones del Papa y de los que rigen los destinos de la Iglesia en estos momentos de caos y confusión.
Son muchos quienes ven con impotencia y desesperanza como quienes pagan los platos rotos son siempre los mismos, mientras que los que abogan por romper con el Magisterio, la Tradición y la doctrina no solo no les pasa nada sino que en muchos casos son promocionados y protegidos.
Alguien en el Vaticano debería preguntarse el motivo por el que estos últimos años están surgiendo tantas voces críticas entre miembros de la Iglesia. Es triste ver como muchos sacerdotes que han entregado su vida a Dios se juegan la cabeza por tener que denunciar públicamente algunos desvaríos de este papado y sus más estrechos colaboradores.
De Viganó a las ex monjas de Belorado
Hacía muchos años que no se evidenciaba de manera tan notoria la desunión que se vive dentro de la Iglesia en estos momentos. En los últimos años, algunos obispos han sido purgados por (Strickland o Daniel Fernández) bajo el pretexto de falta de unidad y comunión. Muchos de ellos alzaron la voz públicamente para advertir de algunas cosas que se estaban haciendo mal.
Seguramente, siguiendo una estrategia equivocada, el arzobispo Viganó la ha emprendido públicamente contra el Papa Francisco y colaboradores suyos como el cardenal Víctor Manuel Fernández. Esta misma semana, hemos visto también como el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, no tuvo más remedio que decretar la excomunión de 10 monjas clarisas que se lanzaron a los brazos de un impostor fundador de la pseudosecta Pía Unión san Pablo.
Tanto el arzobispo Viganó como las ex monjas de Belorado, comparten que su rebeldía y desafección por el Papa Francisco tiene como origen las decisiones últimas de la Curia vaticana como el Sínodo, Fiducia supplicans o la impunidad de la que verdaderamente gozan los herejes (aunque en el caso de Viganó la disputa viene de más lejos). Como siempre se ha dicho en la Iglesia, «fuera de ella no hay salvación», por lo que el error de Viganó y las ex monjas clarisas queda patente cuando con sus críticas deciden apartarse de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Los errores de este Pontificado no pueden desembocar en una actitud que nos coloque fuera de la Iglesia católica, porque Francisco (al igual que todos nosotros) es temporal, pero la Iglesia es eterna.
Sacerdotes cancelados
Es también doloroso ver como en estos últimos meses algunos sacerdotes han sido purgados por alzar la voz públicamente contra el Papa Francisco. De nuevo, estamos ante estrategias equivocadas cuyos efectos son mucho peores que el bien que pretenden lograr exponiéndose de tal manera que conlleve la pena de la expulsión de la llamada divina que han recibido. Si son sacerdotes buenos, flaco favor hacen a sus feligreses dejándoles sin pastor.
Es el caso de lo que le ocurrió el pasado mes de febrero al cura alicantino Francisco José Vegara quien publicó un manifiesto en el que acusó al Papa Francisco de hereje. Este sacerdote publicó en diversos foros un manifiesto de 20 páginas «para reivindicar la doctrina católica». Este sacerdote de la diócesis de Orihuela-Alicante aseguraba que «en cuestiones doctrinales y de fe no caben respetos humanos, sino que todo silencio es culpable».
Pues bien, este desafío público le costó su puesto como párroco y que la diócesis le haya abierto un expediente disciplinario que podría acabar en el peor de los casos con la excomunión latae sententiae. Otro más en unirse a la lista con las ex religiosas de Belorado y a la que muy probablemente también se unirá el arzobispo Viganó.
En estas páginas también hemos hablado abiertamente de la situación del sacerdote Jesusmary Missigbètò, quien este mismo año ha sido expulsado del Opus Dei y ahora se enfrenta a un proceso que podría acabar con su expulsión del estado clerical. Este sacerdote de Costa de Marfil, al igual que su colega alicantino, hizo públicas varias cartas en las que exponía algunos errores del Papa Francisco. Esto le costó la expulsión de la prelatura y al caer está que el Dicasterio del Clero confirme su reducción al estado laical.
De nuevo asistimos a un patrón común: Obispos, sacerdotes y religiosas que exponen públicamente su oposición al Papa Francisco. Críticas, diferentes sensibilidades y tensiones siempre ha habido dentro de la Iglesia. Lo que empieza a ser muy preocupante es la creciente oposición al Papa Francisco dentro del ambiente clerical sin importar las consecuencias que pueda acarrear para los denunciantes.
Alguien en Roma deberá pararse un minuto a pensar los motivos de tanta desafección hacia este Pontificado. No vale taparse los ojos y hacer oídos sordos como si nada estuviera pasando. Y además, todo esto llega en un momento en el que se rumorea que Roma podría estar planeando poner fin para siempre a la Misa Tradicional, lo que desembocará en más desunión, más cismas y más críticas públicas de miembros de la Iglesia que se sentirán atacados por el Vicario de Cristo en la Tierra.
Tantas voces disonantes que apuntan en la misma dirección deberían servir a Roma para reflexionar. Quizá puedan aprovechar en el Sínodo para en vez de pensar en cómo cambiar la doctrina, estudiar los pasos que debe dar la Iglesia bajo la batuta de Francisco para que cese la desafección y la desunión. Es urgente que el Vaticano deje de dar argumentos a la gente de buena fe para que ni por asomo se les pase por la cabeza tener que abandonar la Iglesia católica.
MIÉRCOLES 26 DE JUNIO DE 2024.
INFOVATICANA.