«Presumía de que había perdido 4 kilos en un día, es lo que más me emocionaba de mi mastectomia». Así comienza el desgarrador testimonio de Prisha Mosley, una joven de 25 años de Carolina del Norte que ha demandado al equipo de médicos y profesionales que le recetaron testosterona a los 17 años y le extirparon quirúrgicamente los pechos un año después.
Mosley comenzó a sentir que no encajaba a los 13 años. «Dejé de disfrutar las cosas, no lograba conectar con mi familia, empecé a tener muchos problemas con mi salud mental, ansiedad, depresión y, eventualmente, dejé de comer y empecé a autolesionarme», explica en una entrevista en vídeo para Independent Women’s Forum que ya han visto 100.000 personas.
Su adolescencia fue muy complicada. La joven fue diagnosticada con trastorno de personalidad borderline y anorexia, su madre era adicta a las drogas, y también fue víctima de abusos sexuales cuando sólo tenía 14 años.
«Eres trans si odias tu cuerpo»
A los 15, después de varias búsquedas en internet, creyó encontrar la solución a sus problemas.
«Me odiaba a mí misma y mi cuerpo (…). Empecé a leer sobre el transgenerismo en internet y muchas cosas me hicieron sentir identificada como: ‘eres trans si odias tu cuerpo, si no te sientes cómoda con él, si quieres ser una persona diferente…’ y, con todo lo que estaba pasando, pensé que si alineaba mi cuerpo con mi mente, o algo así, me sentiría mejor».
La historia de Mosley es similar a la de muchas otras jóvenes que, en la etapa de la adolescencia, sufren algún tipo de trastorno psicológico unido a, en muchas ocasiones, familias desestructuradas, y creen encontrar un refugio en una comunidad transgénero que les entiende y les ofrece una salida a sus problemas: transicionar. «La comunidad trans me bombardeó con amor. Yo me odiaba y estaba convencida de que todo el mundo a mi alrededor me odiaba. Así que, cuando la comunidad empezó a celebrar el hecho de que yo había nacido en un cuerpo equivocado, me sentí valorada, me sentí querida. Fue un bombardeo de amor real», explica.
Mosley primero cambió de nombre, después de ropa, hasta que encontró en internet a un «experto en transgenerismo». En la primera cita a la que acudió, de tan sólo unos minutos, le recetaron hormonas y cirugía superior para retirarle los pechos.
En un primer momento, esta cirugía fue un alivio para su mente enferma por la anorexia. «Sentí que me habían quitado grasa inútil. También quería hacerme una liposucción, pero no quisieron. Aparentemente, cuando tienes un trastorno mental, arreglar, cambiar tu cuerpo, no es la respuesta. Esa liposucción no es un tratamiento para la anorexia, pero la cirugía sí es un tratamiento para la disforia de género«, detalla.
«No sé si pensaron que me estaban ayudando o si sólo fue por dinero»
Su decisión de cambiar de sexo le apartó de su familia, le empujó a comenzar una relación tóxica con alguien que la «afirmaba» —que no ponía en duda su disforia de género— y a perder su trabajo y endeudarse para poder pagar la mastectomía a la que le sometieron.
«Mirando al pasado yo no estaba para nada bien y era evidente, era tan inestable que literalmente no quería estar viva. Los doctores eran conscientes de lo lejos de la realidad que yo estaba, y no entiendo cómo a esa edad pude tomar esas decisiones que cambiaron mi vida para siempre», recuerda en la actualidad.
Cuando cumplió los 20 años y comenzó a recibir tratamiento psicoterapéutico le costó un tiempo aceptar su nueva realidad: que no sufría disforia de género, sino que había intentado curar su trastorno de personalidad y tapar sus problemas en casa con un cambio de sexo.
«Estuve en negación durante mucho tiempo porque había puesto tanto en esto, tanto dinero y tanta energía, había perdido a miembros de mi familia por esto y había cambiado mi cuerpo por completo por esto. Nada de lo que hice durante mi transición sirvió de tratamiento para esas cosas que me estaban haciendo sufrir mentalmente», se lamenta.
En su camino de detransición y una vez que ha dejado de tomar testosterona, Mosley sabe que puede que haya consecuencias irreversibles de su tratamiento. «Tengo que encontrar un cirujano plástico para mi reconstrucción de pecho y vamos a ver qué es posible. Todo el tejido se ha ido, la zona está completamente plana y tiesa. Ya no tengo caderas, mis hombros son más grandes, también tengo sequedad y atrofia vaginal, y eso me preocupa mucho y hace todo doloroso y no muy funcional. No sé si podré ser madre alguna vez«, detalla.
Entre todas las dudas y preguntas, esta joven no entiende qué llevó a los doctores a hacer un diagnóstico erróneo: «No sé si realmente pensaron que me estaban ayudando y es que no hay suficiente investigación sobre el asunto o si sólo fue por dinero«.
«La comunidad trans elige lo más vulnerable que tenemos»
Mosley ha creado una cuenta de Youtube en la que cuenta su historia con el objetivo de que llegue al mayor número de personas posibles y poder evitar que lo que le ocurrió a ella le suceda a otros.
«Siento que la comunidad trans, los médicos, realmente eligen lo más vulnerable que tenemos. Yo tengo trastorno de personalidad borderline y sé que eso fue lo que motivó mi transición. Uno de los síntomas es la falta de identidad y mis doctores lo sabían, se lo dije y no les importó. Para ellos yo no era feliz como una niña así que eso significaba que era un niño y que era trans, así que simplemente cogí la cura que me estaban ofreciendo. Me dijeron que me estaban curando y que ya no querría suicidarme, y no era verdad. He perdido muchas cosas por esto y sólo espero que cualquiera que esté pasando por lo que yo pasé cuando era una niña no reciba una prescripción para hormonas o cirugía. Hay muchos trastornos mentales que te hacen odiar tu cuerpo y la solución no es cambiar tu cuerpo, es arreglar tu cerebro. La comunidad trans te dice que mates a tu viejo yo, incluso te dicen que, a partir de ahora, tienes un dead name (nombre muerto en inglés en referencia al nombre que las transicionadoras dejan de utilizar una vez comienza el proceso). De verdad siento que hice todo eso, siento que maté a una niña, que era yo«, explica en un vídeo que han visto más de 15.000 personas.
Demanda por estafa, fraude y negligencia médica
Prisha Mosley ha presentado una demanda ante el Tribunal Superior del condado de Gaston, en Carolina del Norte (EE.UU.), en la que acusa de estafa a su médico, al cirujano y a todos los facultativos que colaboraron con su «transición de género» cuando era menor de edad.
La joven les acusa de fraude, negligencia médica, infligir angustia emocional y utilizar prácticas comerciales desleales y engañosas durante su tratamiento por enfermedad mental y en el proceso de «reasignación de género».
El bufete de abogados que le representa, especializado en servicios jurídicos para personas perjudicadas por «cuidados de afirmación de género», asegura que en la actualidad «hay un puñado de casos» como este en el país, pero prevé que habrá muchos más en los próximos años.
Su entrevista en Independent Women’s Forum, el vídeo en el que con su testimonio denuncia lo que le ocurrió, ha sido censurada por Youtube. Al contrario de lo que le ocurrió a ella, cuando nadie puso en duda si debía recibir el tratamiento que recibió, el canal de vídeos sí da una recomendación: «Este vídeo puede ser inadecuado para algunos usuarios».
Por REBECA CRESPO.
LA GACETA.